Amor: Química del Lenguaje.









Estimado M. Pérez. Le quería preguntar qué opinión le merece el nuevo paradigma de la neurociencia que investiga permanentemente sobre los nuevos avances en temas como el deseo y el amor. He leído que un equipo de la Universidad de Siracusa, Nueva York, realizó una investigación sobre “Las neuroimágenes del amor”, que incluye imágenes del "éxtasis romántico" tomadas con resonancia magnética funcional. El estudio lo publicó 'The Journal of Sexual Medicine' y dice que cuando uno se enamora se activan doce áreas del cerebro doce áreas del cerebro que segregan químicos como dopamina, oxitócica, adrenalina y vasopresina, lo que causa la denominada euforia amorosa. ¿Usted está de acuerdo que el amor es un desencadenante de la química neuro sináptica y hormonal? Por otro lado, soy abogada pero estoy interesada en entender el concepto de goce, podría explicármelo brevemente, ya que he visto su video sobre goce y no he podido entender mucho… Agradezco su respuesta. Desde México, T. G.





Hola. Agradezco tu correo pero voy a hacer un poco antipático en mi respuesta, sobre todo en la última cuestión de tu pregunta. Tratar de explicar la etiología del amor, del deseo, del goce, como consecuencia de mecanismos químicos, es opinar del resultado del partido del domingo –como decimos en Argentina- con el diario del lunes. Lo mismo que hace cierta psiquiatría cuando intenta barajar la hipótesis de la esquizofrenia intentando demostrar, vía imágenes, los ángulos, tamaños, colores y formas de los lóbulos de la corteza cerebral. Quiero decir: pretenden explicar las consecuencias del enamoramiento como su etiología. Y es a la inversa. (Ya lo he posteado muchísimas veces en la Blog.) Se comprueba que cuando uno se enamora se desencadenan procesos neuroquímicos, por supuesto: igual que cuando uno hace deportes, o come, o transita un duelo, o lo que sea. Pero la ciencia no puede explicar el amor, el deseo o el goce, porque son todos elementos culturales cuyo origen es uno y sólo uno: el baño del Lenguaje que atraviesa al sujeto. Es decir: productos del significante, de la construcción de un discurso. Por lo tanto, concluyo: el significante es lo que modifica la química, y no a la inversa. Eso no quiere decir, por supuesto, que si le doy una dosis de “x” químico a un cuerpo no altere sus posibilidades de vivir. O si le doy un martillazo, claro. Las imágenes de estas investigaciones muestran “el día lunes”, pero no el partido del domingo. Creo que de esa misma universidad salieron las experiencias con pulpos. Bueno: si seguimos pensando que entre los crustáceos, moluscos o ratas al hombre, no hay ningún salto porque todo es químico o molecular, vamos a terminar creyendo que el amor es genético y –por lo tanto- pensar que se repite no porque cuestiones de goce, de inconsciente, sino por herencia celular. 

[ Del amor saben los enamorados o los poetas; no los científicos que creen hacer una tesis a partir de dispositivos biológicos. Y -en todo caso- es un fenómeno de significación -como hablábamos el otro día en un Grupo de Estudio-. Por eso hay sujetos que pueden creer que diciendo "te amo", efectivamente aman, aún aunque le den diez latigazos por día a su pareja, o lo que sea. Hay sujetos que enuncian, por ejemplo, "yo a mi mujer la amo, a muchas otras las quiero, y casi a todas las que puedo me las cojo."- ¿Se entiende? O como los sujetos que dicen que están muertos de amor por alguien pero no pueden dejar de cojer con otr@s. Es como el fenómeno histérico que se enamora a cada ratito en dos segundos; dos segundos después odia, y dos segundos después se terminó todo: y así no se sostiene nada. Por eso dependerá de cada sujeto qué (se) entiende por amor. Más allá del concepto meramente técnico, filosófico y psicoanalítico. ]


Hay que tener cuidado con esta especie de lógica. Y aquí engancho con la segunda parte de tu correo. Porque pretender transpolar términos –explicar desde la biología cuestiones que atañen al lenguaje portador del deseo- es lo mismo que hacen los psicólogos que intentan explicar conceptos puramente psicoanalíticos desde planos coloquiales con la obsesión de hacerse entender o de llevar el psicoanálisis a los hogares. Lacan no hizo sus casi 30 seminarios para el ama de casa o el arquitecto o el plomero: lo hizo para los analistas. Únicamente. Explicar psicoanálisis lacaniano –el goce es un concepto de Lacan, por ejemplo- sin recurrir ni haber leído a Lacan, es cómo explicar el amor entre los pulpos. Ni más ni menos. Así que en esos eufemismos no sólo cae la ciencia, sino los que se dicen analistas. Para entender el goce en mis grupos de estudios estamos dos primeros años como introducción y al menos dos más para comenzar a abordarlo, así que te imaginarás que pretender entenderlo en un video de media hora es una utopía. Mis videos se subieron para los colegas que se forman como analistas y se suponen tienen ciertos conocimientos previos a otros conceptos. Hoy en día cualquiera cree saber sobre cualquier cosa con escuchar un poco de internet: es parte del consumismo capitalista. Cordiales saludos. MAP


ARTE:
Egon Possehl
[ Hamburgo, 1921 ]

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