Jauretche / El goce social.








La clase media cuando esta mal vota bien
Y cuando está bien vota mal.
Arturo Jauretche
[ Lincoln, 1901 / Buenos Aires, 1974 ]

Es cierto que nadie vota "bien" o "mal". Votamos por las pasiones que nos constituyen e instituyen. Votamos por ideologías, por odios y amores, por rencores, por esperanzas. Pero me parece oportuna la frase de Jauretche, más allá del significante "bien" que -como todo significante- se opone a "mal". Me parece oportuna porque -particularmente- no deja de sorprenderme que sea un cierto porcentaje de la clase-media quienes hayan votado una política de Empresas, de destrucción de un Modelo Social, de desprecio, indiferencia y desaire para con los sectores carenciados, y -no en último lugar- de Vende-Patrias.

De todos modos -me contradigo siempre (como decía Walt Whitman, contengo multitudes)- no me sorprende. Es el boomerang del goce que retorna. Es la "necesidad" de estar mal, de buscar afanosamente el mal. Escuchar decir, por ejemplo, "mira la cartera que usaba esa" no es -parafraseando a Borges- una suerte de inocencia del mal; sino un atributo de la necedad y del narcisismo competitivo más fálico. Ahora no tenemos "la cartera"; lo tenemos a Balcarce que se sienta -con su hocico caliente- en el sillón denigrado de Rivadavia; o tenemos jueces que responden a multinacionales, o tenemos holdings que monopolizan las comunicaciones; o represión en las esquinas y camiones hidrantes custodiando que las noticias sean las que tienen que ser. Ahora no hay cadena nacional; pero hay cadenas y "esa" clase media las sentirá lentamente. Es -quizás- el mismo target que se quejaba que no podía comprar dólares: ahora se quejarán de que no pueden comprar el asado del domingo. Y si pueden comprar el asado y pagar 500% más la factura de luz, entonces también podían comprar dólares, es decir que no era ese el Gran Mal. (Economía "negra" ha habido siempre en los países más desarrollados del mundo. Y da la casualidad que quienes se quejaban de eso son los que más viajaron al exterior...) No vamos a descubrir ahora que la gente que se quejaba de un mercado de divisas acotado (que -por otro lado- lo tienen todos los países del mundo) son los que no necesitan comprar dólares excepto para seguir engordando su estatuto de pequeño burgués y acumulando más pequeñas mezquindades. Siempre, obviamente, lo que importa es su  bolsillo. Me entristece que ciertos sujetos compren el discurso de "la libertad" que, como "la seguridad" no es más que un mito. El mito de creer en un Otro sin falta.

El fenómeno socio-político no está ajeno al fenómeno sintomático del neurótico, puesto que es su modo de Ser-en-Mundo. Es decir: de la Falta-en-Ser; de su Castración. Aún quienes creen que pueden prescindir de la política o de lo ideológico... bueno: mejor huir de esos: son los que nunca se comprometerán con nada; a los que todo les da lo mismo, por eso pueden minimizar el aniversario de bodas o creer que Hollywood tiene el secreto de la felicidad. Lamentablemente estamos entrando en un mundo así, light. Donde la gente tiene la necesidad de publicar en su cara-libro hasta el bife de lomo que se está comiendo; o las vacaciones que en teoría disfruta... El Imperio de lo imaginario nos gobierna cada día más, nos toma desde que nos lavamos los dientes a la mañana: de ahí que esta nueva posición política sea -obviamente- una cuestión de globos de colores y de "ponele onda". Se trata de eso: es cuestión de onda, de minimizarlo todo; y que del otro me importa tres carajos.   Es una triste realidad que nos hace volver a caer en la cuenta que sin el otro -sin el espejo- no podemos constituirnos. Algunos aún no cayeron en eso. 





El psicoanálisis sin implicación política es lo mismo que intentar hervir los fideos sin agua. Porque siempre se tratará que el neurótico acepte, asuma y viva su Castración; y ésta no es sin el lazo. Es decir: sin el otro. El resto es simple paja mental; masturbación. Sí: ya sabemos: hay quienes prefieren clavarse una o varias pajas que apostar al amor. La política neoliberal, capitalista a ultranza, es - y ha sido siempre- la antítesis del discurso amoroso. Jacques Lacan lo ha postulado sobre todo a partir del Seminario XVII. No hay capitalismo ni liberalismo económico que no termine en masturbación crónica; aún haciéndonos creer que nos libera. Pero es lógico: todavía hay gente que piensa que el amor condena, que el amor es un castigo, una prisión, un destierro. 

No olvidemos que uno de los fantasmas típicos del neurótico -tan errado como su misma contradicción de controlarlo todo- es el de "yo sería feliz en una isla desierta". El neurótico no sólo no podría ser feliz en una isla desierta, sino que le cuesta un huevo ser feliz aún infatuándose con sus semejantes. Es como el que enuncia "yo daría la vida sólo por mi madre", y ¡oh casualidad! son fóbicos recalcitrantes que ni siquiera pueden dar la vida por ellos mismos, no pueden ni jugársela cuando la ocasión amerita.]

El descubrimiento Freudiano también se aplica aquí: cuando el sujeto está bien, busca estar mal.  ¿Esperanza naif? Yo creo que no. Lo hemos llamado "goce". Es -para los que aún no se han despabilados- el placer en el displacer. O -en términos macrosociales- votar a los que otrora han sido los mismos verdugos de siempre.
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Marcelo A. Pérez
El goce social.
I / 2016

Arte:

Jules Dalou
[ Paris, 1838 / 1902 ]
Homme nu Tombant 
La fraternidad de los pueblos

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