La uva, el vino y la fe.



¿En qué reino, en qué siglo, bajo qué silenciosa
conjunción de los astros, en qué secreto día
que el mármol no ha salvado, surgió la valerosa
y singular idea de inventar la alegría?
Jorge Luis Borges
Soneto al vino.

En el bronce de Homero resplandece tu nombre,
negro vino que alegras el corazón del hombre.
(…)
Que otros en tu Leteo beban un triste olvido;
yo busco en ti las fiestas del fervor compartido.
Jorge Luis Borges
Al vino.

Para muchos de nosotros el vino es hoy parte de la gastronomía. Era empleado durante el proceso de embalsamamiento, en la antigüedad, para limpiar los cadáveres. Fue bebida universal, de nobles y plebeyos, y muchísimos poetas y pintores han valorado su sangre en sus obras.

La enología argentina ha ido creciendo y nuestros vinos se posicionaron en un lugar muy prestigioso en el mercado mundial. Muchos enólogos argentinos asesoran bodegas internacionales y otros, como Michel Roland (francés) son responsables de la fabricación del vino en varias bodegas argentinas.

La nariz de un enólogo tiene un valor muy importante en el mercado. La nariz de Michel Roland puede distinguir –dentro de un blend de cuatro o cinca cepas- un 2 o 3 por ciento de una cepa, en la primera cata. Para lo que a cualquiera de los neófitos como nosotros puede ser una odisea, es decir: distinguir una sola cepa, un malbec de un merlot, por ejemplo; para él es un hábito: de un compuesto de malbec 50%, merlot 34%, pinot 12% y petit verdot 4%, él puede decir: “esto tiene un 4% de petit verdot”. Esta sabiduría se cotiza a 30 mil dólares diarios. Sí: diarios. [ Una jornada de trabajo de Michel Roland empieza por lo general a las 10am, con un corte a las 12pm, retoma a las 13pm y finaliza a las 15pm, obviamente no todos los días de la semana.  Esas cuatro horas -según se sabe en el mercado del vino- él las cotiza a razón de 30 mil dólares. Algunas lenguas “mal habladas” dicen que ya llega a los 40 mil. ]

Además de la nariz del enólogo, el vino –desde la vid y hasta llegar a botella- recorre una serie de trechos con muchas variables que hacen que el precio final de mercado sea el que es. Una de esas variables es el terreno, la cantidad de plantas por botella, la añada del producto, el pasaje por barrica, el tipo de  barrica, etc. Por supuesto también el nombre del enólogo/ingeniero agrónomo que se juega en la cuestión.

Todo el proceso de la siembra y cosecha se presume con variables controladas en base a cierta experiencia, a cierto ojo del agrimensor y de los estudiosos del vino. Sin embargo, como ocurre en el amor, no siempre lo que se encuentra es lo que se buscaba. Y –como en el amor también- lo que se encontró es por alguna razón que –azar mediante- esconde de algún modo el encuentro contingente con la causa.





Pretender tener el control de las cosas, ya sabemos que no sólo es inocuo, sino que además nos impide acceder a momentos y lugares quizás mejores de lo que suponíamos.

Santiago Achával es oriundo de Córdoba y conoció el vino en Napa Valley mientras completaba su MBA en Stanford, allá por 1989. Su bodega ha ganado durante dos años consecutivos el primer puesto en ranking de bodegas en Argentina. Roberto Cipresso fue reconocido como uno de los winemakers más importantes del mundo. En este corto video, Santiago cuenta (con inteligencia y humor) una anécdota –que involucra a Roberto- que es el origen de la Finca Altamira: un terreno que en 1999 valía aproximadamente 100 mil dólares, y hoy se cotiza más del millón y medio. Un terreno que, como veremos en la película, Santiago pensaba que era totalmente improductivo. Este corto –creo- nos habla de la posibilidad de dejarse sorprender y confiar en la diestra palabra del otro, que tiene un savouir faire especial; y también en creer en lo que otrora nos parecía sólo un desperdicio. Aclaro que los vinos de esta bodega no son de mis predilectos y que, a mi juicio, la relación calidad/precio no es buena; he probado mejores a menor precio; pero obviamente esta es una cuestión de paladar neófito. Pero encontré cierta poesía en las palabras de Santiago y no sólo en sus palabras, sino en su tono. Y cuando de poesía se trata, de nada vale la razón... MAP





ARTE:
Jorge L. Martorell
[ Tucumán, 1962 ]
Pinturas con Vino

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