Modelo Dualista: Pulsión vs Deseo

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Freud y Lacan ubican el pináculo del goce del ser hablante en la muerte. (…) Ciertos rodeos especulativos hechos por Freíd para fundamentar la existencia de la pulsión de muerte (Todestrieb), tal como asentarla en una supuesta tendencia de lo viviente a volver a un estado anterior, inorgánico, no sólo no son pertinentes con el campo de su investigación sino que se desvían y entorpecen la comprensión del problema.  La pulsión, según el mismo explicó, es una tendencia específica de un sujeto y no debe ser confundida con una tendencia del organismo. Por consiguiente, cuando la muerte es planteada como el fin del goce de la pulsión, a dicha muerte es preciso concebirla en el ámbito de la subjetividad.  Lo que la caracteriza no se apoya en el cese de los signos vitales, sino en una experiencia subjetiva traumática del orden del desfallecimiento o disolución de los límites del ser, es decir, una experiencia que implica la pérdida de la consistencia imaginaria del yo o, como un equivalente menor, la pérdida subjetiva de la integridad del ser corporal.
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Mucho más claro hubiera resultado si, en vez de hablar de “pulsión de muerte”, Freíd hubiera hablado de “pulsión de castración”, pues permitiría comprender más fácilmente que en dicha pulsión se trata de la efectuación de un trauma en el registro del ser y no del cuerpo real.
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La estructura imaginaria del yo y la organización narcisista del sujeto se constituyen en el lugar del Otro, y el niño reconoce e identifica su ser corporal como siendo un objeto libidinal de la madre. El estatuto lógico de todo objeto del seseo sólo puede ser comprendido por referencia a la experiencia subjetiva de una carencia. Aunque el deseante nunca llegue a saber de què carece, la dimensión subjetiva de la falta –algo diferente de cualquier necesidad orgánica- engendra el sentimiento de incompletud y la sed del complemento. A ese lugar de complemento del ser materno es convocado el niño por el deseo de la madre y es allí donde adquiere su primera identidad: ser el falo de la madre.
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Nuestra lectura del principio dualista en la perspectiva elaborada por Lacan nos lleva a situar la estructura del deseo como vehículo la de Bindung, mientras que la pulsión es oficiante de la Entbindung, de un corte que busca restituir algo separado. En esta perspectiva, el deseo quedará adscripto bajo la égida de Eros, y la pulsión es pulsión de muerte o castración.  Entre ambos, se ubica la frontera donde se asienta la función de la angustia. El modelo dualista en Lacan no confronta dos pulsiones, sino que se refiere al contrapunto entre deseo y pulsión.

Norberto Rabinovich
Lágrimas de lo real. Un estudio sobre el goce.
Cap. III : Los lazos de Eros y el camino hacia la muerte.
Homo Sapiens Ediciones, Rosario, 2007.-


Arte:
Raquel Aparicio
www.raquelissima.com

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