El amor: ese engaño...

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"Un fuerte egoísmo preserva de enfermar, pero al final uno tiene que empezar a amar para no caer enfermo, y por fuerza enfermará si a consecuencia de una frustración no puede amar. (…) La dependencia respecto del objeto amado tiene el efecto de rebajarlo; el que está enamorado está humillado. El que ama ha sacrificado, por así decir, un fragmento de su narcisismo y sólo puede restituírselo a trueque de ser-amado."
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Sigmud Freud
Introducción al Narcis(is)mo / 1914


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Que el amor está marcado por la ambivalencia; por el narcisismo (amar es, esencialmente, querer ser amado); por la lógica edípica; que se diferencia del deseo (clivaje entre la corriente tierna y la corriente sensual: si se ama no se desea y viceversa); que el primer objeto de amor es la madre y todo hallazgo posterior no es otra cosa que un intento por hallar ese objeto primario de amor (es este “amor primario” el que buscamos en los objetos de amor sucesivos); que en la demanda de amor se busca algo más allá del objeto amado, algo que el objeto no posee (“lo que se ama en el amor es, en efecto, lo que está más allá del sujeto, literalmente lo que no tiene”); que la compulsión de repetición es partícipe de las vicisitudes que experimenta la vida amorosa; que es dar lo que no se tiene… a alguien que no lo es; que el estado del enamoramiento muestra el predominio de la libido de objeto en detrimento de la libido del yo (“un fuerte egoísmo preserva de enfermar, pero al final uno tiene que empezar a amar para no caer enfermo, y por fuerza enfermará si a consecuencia de una frustración no puede amar”); que la persona –objeto– del cual el sujeto se ha enamorado está en el lugar de su ideal (la dependencia respecto del objeto amado rebaja el sentimiento de sí, el que está enamorado, está humillado, como lo dice Víctor Hugo: “Reducir el universo a un ser. Y dilatar ese ser hasta Dios, eso es el amor”); que un enamorado es como un hipnotizado; que es el malentendido el que hace posible el amor; que lo que suple la relación sexual es precisamente el amor (porque “ellos” dos no se pueden fusionar, no pueden hacer uno, que lo Uno no puede sostener ninguna verdadera relación con lo Otro; imposibilidad de relación, que siempre presentifica un abismo entre los sexos; ausencia de proporción, de complementariedad, por más que dos se abracen en ningún caso dos cuerpos pueden hacerse uno).
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¿Qué pedimos, qué damos cuando decimos amar? «El amor es dar lo que no se tiene, y sólo puede amar el que no tiene, incluso aunque tenga. El amor como respuesta implica el dominio del no-tener. Dar lo que se tiene, es la fiesta, no es el amor.» (J. Lacan).
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Pero además de “dar lo que no se tiene” es también dirigirse “a alguien que no los es”. Porque contrariamente a la creencia de que el partenaire del sujeto pudiera ser el otro (el semejante o el Otro), el partenaire del sujeto es el objeto a, con lo cual la relación con el otro, estará siempre mediatizada por el fantasma. Y entonces en cada relación cada uno hablará su idioma, un idioma sin traducción, el idioma finalmente del fantasma de cada uno de los dos. No necesita mucho tiempo la relación amorosa para que cada uno empiece a sospechar que habla solo y a entender (si se puede) que el amor es esencialmente engaño.
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Para seguir echando leña al fuego (¿del amor?) bastaría agregar el neologismo lacaniano “odioenamoración” para hablar de la coexistencia del odio y el amor, y entrar así en el aspecto mortífero y mortificante del amor.
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Oscar De Cristóforis
La pareja y el amor… ¿qué amor?
Autor de: Amores y Parejas en el Siglo XXI
Ed. Letra Viva, Buenos Aires.

La Foto pertenece a la obra fílmica
BALADA TRISTE DE TROMPETA
de Alex De La Iglesia / España / 2011
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