La Histérica: desde la euforia al desengaño...


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Hola Marcelo.
Como analista en formación me pongo un poco inquieto y quiero analizar lo que pueda, siempre con los contenidos que he adquirido en tus clases.
Estuve leyendo la biografía de Nietzsche, filosofo súper interesante, y encuentro un personaje importante y trágico en la vida del filosofo, ella es Lau Salomé. Una mujer que inclusive aparece en la vida de S. Freud.
¿A donde voy con todo esto? Sin querer hacer psicologismo, pero haciéndolo sin olvidar de que no sirve para mucho, y sólo lo utilizo a modo de estudio, pienso. Lau Salomé sin duda es una histérica, ella “busca” a Nietzsche y queda deslumbrada por la talla intelectual del filosofo, pero no lo ama, hace creer a Nietzsche que si lo ama pero jamás concretan tal amor. En todo caso en ella se manifiesta mucho lo del deseo insatisfecho. Pero bueno Lau no tiene un síntoma característico o declarado para sí misma, pero desde lo fenomenológico se puede leer una histeria en ella.
Lau le promete a Nietzsche cosas que jamás va a cumplir, diciéndoselo o no.
Lau se ubica como objeto causa de deseo para Nietzsche, o sea como queriendo ser el falo del hombre y quizás de esta manera recuperar algo de lo perdido en ella (imaginario)
Lau una vez que Nietzsche se entrega al amor lo deja.
La histérica Lau y las histéricas en general, ¿quieren ser objeto fálico del otro hombre? Igual que lo intentan en el Edipo. ¿Cuándo idealizan al hombre y luego lo destierran de su potencia pretenden “vengarse” del hombre por alguna envidia edipica? ¿Las histéricas no quieren saber nada de la madre sin pene o solo quieren ser el falo del padre? ¿El goce de la histérica esta en faltarle al otro? ¿El objeto a, que se ve de costadito en la clínica, es lo que vía fantasma intenta recuperar con el goce, o sea, algo se perdió y hay que recuperarlo imaginariamente a través del goce? ¿El goce me revela el objeto a? ¿El deseo de la histérica es ser deseada? ¿La histérica lógicamente tiene la edad del Edipo?
Bueno son varias preguntas, pero lo que intento es pensar los fenómenos existenciales a través de los contenidos estudiados y poder imaginarlos dentro de lo clínico. Como siempre está la subjetividad en juego, lo pienso desde mi experiencia con histéricas. Saludos, Sebastián Minuet.
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."El histérico como sujeto dividido ocupando el lugar del agente interpela al significante primero que le falta para poder significar y recubrir el agujero de su deseo, teniendo en el lugar de la verdad al objeto a."
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Jacques Lacan; Seminario XVII: El Reverso del Psicoanálisis.

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Hola Sebastian: bueno, intentaré contestar todas las dudas en un único párrafo; procurando –con afán socrático- crear más dudas todavía. Me parece que lo primero que hay que recordar que la histérica está anclada en la perspectiva del falo; es decir que ya deberíamos pensar que el único sexo de la estructura es el falo. Por ende la histérica no es ni hombre ni mujer. Para ser bien freudianos; está fijada en la fase fálica; de ahí que la relación que tiene con el deseo –y con el goce- sea tan problemática.
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Como descubre Freud, salmón ahumado mediante, una histérica puede gozar –independientemente del partenaire sexual- con la pura insatisfacción: para ello –como bien expresas en tu correo- es necesario y suficiente ser la falta para el otro. La histérica sacrifica su deseo en pro de alienarse al otro a través de ser su falta. El enigma del sexo resulta mucho mayor al rondar sobre un agujero, es decir: sobre el a. En cuanto una histérica percibe que el partenaire tiene brillo fálico (a-galma que puede estar representado por un título, una posición, un nombre, o cualquier otro significante) la histérica intentará a-traparlo ya que la dinámica fálica implica ipso facto el imán atractor de la estructura; pero también implica que una vez que el señuelo fálico está tapando el agujero la insatisfacción retorna (el deseo es metonímico) y entonces la histérica -aferrada en su esclavitud- volverá a percibir al otro castrado (en falta) y sentirá la decepción de rigor.
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La histérica se mueve, pues, entre la euforia, el ardor, el optimismo de colmar al otro y el desengaño. Pero, como sabemos, esto es parte de toda estructura neurótica; forma parte implícita de todo deseo. De allí que también el obsesivo (al querer completar al otro) se desengaña pronto al percatarse que también el otro tiene deseo y por tanto falta. Por eso Lacan enunció que el obsesivo se cree Rey pero no puede dejar de ser un esclavo. La histérica se cree Reina y no puede dejar de esclavizarse con su goce. El deseo es histérico por definición y de ahí que decimos que la histérica crea el psicoanálisis: "produce un saber para decir la verdad sobre su goce."
.En definitiva: la problemática neurótica no podemos desvincularla de este axioma: “aceptar que uno no es todo para el otro”. ¿Hace falta aclarar que el Todo está agujereado? Finalmente, y como sabés, convendría enclavar esto en el artificio analítico: todo analizante deberá histerizar su discurso para poder entrar en un análisis; es decir, deberá aceptar su incompletad y la angustia concomitante que eso produce: deberá renunciar a algo de su goce para transitar al deseo; deberá aceptar –en definitiva- una pérdida para producir saber que es la invitación que todo analista intentará operar en el dispositivo (por eso las estructuras con características narcisísticas son muy refractarias al análisis: el narcisista –como se sabe- no acepta perder de buen agrado), creando una neurosis artificial: es decir, la neurosis de transferencia. Como digo siempre, lejos de taponar el síntoma, el psicoanálisis crea –por decirlo así- uno nuevo. Después nos queda transitar del síntoma al sinthome. Y acá te dejo con los nuevos interrogantes. Saludos! marcelo pérez.-
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