Delfines enamorados




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Hola señor marcelo: lo consulto por que en días pasados hablando con algunos amigos (cabe decir que ellos no habían escuchado nada de lo que Freud dijo del tema) debatíamos si en el humano había instinto (que es de vida) o no. Yo siguiendo al psicoanálisis defendía la postura de que no, de que lo que hay es pulsión -y es de muerte-, incluso me tomé de mucho de lo que he leído en su blog, en sus videos, en algunos cursos que he tomado de psicoanálisis, pero ellos parecía que entendían otra cosa diferente a lo que intentaba yo explicarles.
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Ellos plantean que estamos gobernados siempre por el instinto por eso siempre estamos urgidos de sexo -en especial los hombres (en su sentido genital) decían- de buena comida, etc. yo les decía que si en el hombre fuera por instinto, el sexo se limitaría a la reproducción como lo es en los animales, si los humanos comiéramos por instinto no existiría la anoréxica, yo comería verduras aunque quisiera carne, etc., ellos me decían que los animales comen siempre que tienen oportunidad y no se permiten los antojos por que no tienen abastecimiento, que yo no comía si no me gustaba por que sabia que después iba a llegar algo a mi gusto, que hay animales que también tienen sexo por placer, mencionaron a los delfines y algunos simios, incluso afirman que tienen lenguaje similar al nuestro.



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Les dije que solo se conoce el goce por la pulsión y me decían: el macho de la mantis es masoquista¿?... el de la viuda negra¿?... por que ellos son devorados por la hembra de su especie en medio del apareamiento... no respondí eso pero pensé en que eso también es del orden instintual puesto que todos los machos de esa especie padecen lo mismo. La pregunta es como se podría explicar que según la ciencia hay animales que tienen sexo por placer¿?, que tienen un lenguaje similar al nuestro¿?, que pareciera que se lanzan al suicidio¿?
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Espero me pueda decir mucho del tema y gracias de antemano desde México. Atte: Moroni Martinez

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HOLA: Bueno, a ver… podría responderte de varias maneras porque –en definitiva- lo que el humano no entiende cuando plantea estas cosas es que no puede salir del campo del lenguaje, el cual –Lacan dixit- es un muro. Quiero decir, al tratar de hacer ciencia –y sobre todo cuando se intenta saltar del animal al hombre; cosa en que los etólogos suelen caer con facilidad ya que intentan psicologizar al animal y comparar conductas- se olvida un dato relevante: el significante. Esto de hacer psicología con animales nada nos asombrará si pensamos que, no en última instancia, la psicología mide y examina la conducta humana y –al tratar de hacer ciencia- trata también de llevar dicha conducta al plano fisiológico primario –animal- para poder arraigar sus conceptos. Parece que si ser adicto, diabético, rubia de ojos celestes, homosexual, petiso o delincuente, también puede explicarse desde los animales que padecen adicciones, diabetes, color de piel clara, enanismo o conductas “criminales”; todo es más directo. Y, como se ve, coloco “criminal” entrecomillado porque, volviendo al comienzo, es una cuestión de significantes.
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No existen cualidades más que en el Humano. El animal no es ni bueno ni malo, ni agresivo ni dócil, ni lindo ni feo. No tiene adicciones; tiene conductas que repite por naturaleza-animal. Tampoco, como sabemos, se enferma. (Valga la aclaración que estamos hablando del “animal logrado”; no del doméstico o de los animales que padecen las enfermedades que el Humano “trajo” a este mundo con la contaminación del lenguaje: el Sujeto enferma porque habla. Y habla porque tiene inconsciente, pulsión, Edipo.) Que una vaca nos parezca tierna y elegante o que un ornitorrinco nos produzca asco; es un problema meramente humano. No me imagino un oso-hormiguero “pensando” que tiene que comerse a la hormiga porque ésta es negrita y mal oliente o –por el contrario- porque es una negrita rica que huele bien. Primera cuestión pues: tratemos de pensar que no podemos irnos por fuera del campo de la lengua.
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Segunda cuestión: habría que definir a qué llamamos placer. Entendido en una instancia sin demasiado prolegómeno, que lo que se está expresando es que hay animales que no tienen sexo sólo para reproducción. Hasta aquí no me parece demasiado misterio el asunto: también hay animales que parecen “divertirse” cuando juegan con sus crías o frente a nosotros que los observamos en el Zoo. Lo que no podremos saber nunca es si para ellos eso es “placer” o simplemente una conducta reactiva frente a una respuesta posible externa… Ese “placer” aparente –sin embargo- merece un rodeo.

Primero: es de vieja data esto de que los delfines no sólo tienen sexo para reproducción. Pero, y aquí otra vez parece que nos vemos atrapados por el lenguaje, ¿a qué llamamos tener sexo? Porque para que un animal tenga sexo es necesario un coito, más allá de los preambulares que cualquier animal posee. Si hay coito, entonces, hay sexo. Si el coito no se produce: ¿quién puede decir que ellos tienen sexo? ¿Por qué no podemos afirmar que están “jugando”? Ahora bien: ¿qué es jugar para un animal? ¿Dar vueltas uno alrededor del otro? ¿Matizar el plumaje con otros colores? ¿Salpicar de tierra con las aletas y mover la cola? Como se ve, todos significantes que no significan nada sino en oposición a otro: es decir que si lo que queremos significar es que el delfín no siente dolor (en cambio, placer) en el pre-coito; bueno… bienvenido sea el vocablo. Pero, insisto, eso: ¿es tener sexo?

Segundo: desde Freud para acá sabemos que el Placer es la la menor tensión posible que experimenta un sujeto; es decir que acá entramos en problemas porque podríamos decir que una persona anorgásmica siente mucho placer y sin embargo no estamos tan lejos de eso ya que Lacan nos enseñó que para definir ese placer que limita con la queja, con el dolor, podemos usar la palabra Goce, lo que está Más Allá del Principio del Placer… Por tanto, hay sujetos que experimentan placer con el coito, y otros que experimentan placer con la masturbación. Otros experimentan placer con los vivos, y algunos experimentan placer con los muertos (necrofilia). Y hay hasta quienes experimentan placer comiéndose entre ellos (antropofagia). Como se ve; es una cuestión de significantes: un paciente puede expresar que no experimenta placer con el coito (la histérica es definida por Freud desde sus orígenes como “…aquel sujeto que tiene asco y aversión a tener relaciones sexuales”) y otros pueden sentir un inmenso placer (que no les hace para nada síntoma) eyaculando adentro de un zapato.

Finalmente: sea la mantis religiosa con su devoración a su partenaire-sexual; sean algunos pingüinitos que parecen que se arrojan a la muerte en caso de peligro; sea lo que sea en el Reino Animal; todo es una conducta instintual regulada por un contexto, un ecosistema abierto, que al animal se le impone como mecanismo interno de la especie y nada tiene que ver con la Pulsión o con la Muerte que en el Sujeto es Cultural. Por otro lado; como también expresó Lacan si mal no recuerdo en el Seminario-2, no podemos saber a ciencia cierta si el animal experimenta placer porque nosotros no somos animales. Los animales no tienen inconsciente; no gozan, es decir: no están sujetos al campo del lenguaje. El deseo, el amor, es una cuestión del Significante. Los animales no tienen el Real agujereado: son puro Real. Que algunos bichos estén inmiscuidos en el lenguaje agujereado (vía FALO) que los humanos poseemos y aparenten tener momentos de simbolización (muchos lo tienen de hecho) tampoco quiere decir que simbolicen entre sí. Ningún animal enseña, ni adoctrina, ni explica, ni adiestra ni habla con ningún otro de su especie: todo lo que hacen es comunicarse vía instintual. Y, como sabemos, hablar no es una herramienta de la comunicación sino un medio de goce. Por eso el sujeto está tomado por el habla; por la lalengua. Y por eso tampoco podemos comunicarnos como los animales: porque la FALTA es estructural, el Real está agujereado.

Por lo demás –y más allá de lo forzado del asunto- quizás esté bueno que sigamos creyendo en que el amor existe también en nuestros vecinos primarios, y por qué no en las plantitas y árboles que nos dan el oxigeno amoroso de este mundo a veces naif y a veces un poco más enredado de lo que aparenta. Un cordial saludo, marcelo pérez-

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