Lacan Sin Freud





"Sabemos que para devolverle su porvenir a la escritura hay que darle la vuelta al mito:
el nacimiento del lector se paga con la muerte del Autor."

Roland Barthes
La muerte del autor
El susurro del Lenguaje
Obra Póstuma, 1984.


Circula en la parroquia psicoanalítica un singular, célebre y hasta enigmático apotegma que Jacques Lacan pronunciara en oportunidad de su viaje a Latinoamérica, a Caracas específicamente; un año y algunos meses antes de su muerte. Reza así: “Yo soy freudiano.” Demos un pequeño rodeo introductorio.

Estamos en Paris, un 5 de Enero de 1980, en el marco del Seminario 27, Disolución, que el Maestro Francés comienza así: "Hablo sin la menor esperanza de hacerme oír especialmente". [1]   Recordemos que en la Primera Sesión [2]  del susodicho Seminario, Lacan también agrega: “Sé que lo hago-agregándole lo que eso comporta de inconsciente. Esa es mi ventaja sobre el hombre que piensa y no se da cuenta que, antes, habla, ventaja que no debo sino a mi experiencia. Porque en el intervalo entre la palabra que desconoce y lo que él cree hacer pensamiento, el hombre se enreda, lo que no le da coraje. De manera que el hombre piensa débil, tanto más débil que se irrita… Justamente al enredarse. Hay un problema de la Escuela. No es enigma, tampoco yo me oriento ahí, demasiado tiempo. Ese problema se muestra tal, de tener una solución: es la disolución.” (1)

Como alguna vez enunció Jorge Alemán coincido en que Jacques Lacan fue “un conservador subversivo.” (2) Esta subversión –que creo comienza desde su Primer Seminario y obviamente desde su Tesis Doctoral- le permite cruzar el Atlántico para sostener –lo enuncio como hipótesis- el Proyecto que siete meses después disuelve; parafraseando al Maestro: “No vayan a creer que se trata de eso…” [3] Es decir: para que sus seguidores lo escuchen, para volver a diagnosticar el problema de su propia enseñanza, del síntoma mismo de un posible fracaso.

En el marco del mismo Seminario comunica entonces que viajará a Venezuela y enuncia: “Esos latinoamericanos, como dicen, que nunca me han visto, a diferencia de los que están aquí, ni escuchado de viva voz, pues bien, eso no les impide ser lacanos.” (3)

Peguemos pues el salto y ubiquémoslo en Caracas, un 12 de julio de 1980, catorce meses antes de su muerte. Ese día Lacan pronuncia su famoso consejo a los analistas: “Vengo aquí antes de lanzar mi Causa Freudiana. Como ven no me desprendo de este adjetivo. Sean ustedes lacanianos, si quieren. Yo soy freudiano.” (4) Y agrega acto seguido: “Por eso creo adecuado decirles algunas palabras del debate que mantengo con Freud, y que no es de ayer. Aquí está: mis tres no son los suyos. Mis tres son lo simbólico, lo real y lo imaginario. Me vi llevado a situarlos con una topología, la del nudo, llamado borromeo.” (5)

¿Qué podemos decir de esta propuesta Lacaniana? ¿Por qué Lacan se autodenomina freudiano a pesar de que subvierte completamente la teoría de Freud?  ¿Por qué hay tanta diferencia entre lo que él dice y lo que interpretaron sus seguidores? 

Intentemos dar una hipótesis a todas estas cuestiones.

Creemos que primeramente Jacques Lacan nunca hubiese podido decir “Soy Lacaniano” porque pronunciar un dicho auto-referencial lo excluiría ipso facto de ser fundador. San Martín nunca hubiese podido decir “Soy Sanmartiniano”. El analista Francés debe buscar un punto de apoyo; somos los otros quienes debemos sostener la enunciación; después de todo el sujeto formula su mensaje en forma invertida [4]  y el Maestro nos lo subraya claramente: “Sean ustedes lacanianos, si quieren. Yo soy freudiano.” 

Ahora bien; hay una razón epistémica, metodológica e incluso de traducción en la cuestión inherente a la auto-referencia freudiana. Propongo leer el “Yo soy freudiano” no sin el “Retorno a Freud”. El “Yo soy freudiano” no puede ser sino un retorno a Freud; con la salvedad que “retorno” en francés es un “re-tour”; es decir: un dar una vuelta, hacer un tour. [5] Nunca es un “volver a Freud” sino un “ir hacia Freud para volver”, para volver y subvertirlo: un camino de vuelta donde la letra de Lacan, su “único invento”, es el fundamento y su soporte. 

Vayamos a una Conferencia muy anterior. Jacques Lacan fue invitado en Abril de 1971 a la ciudad de Tokio y allí pronunció –a mi gusto- uno de sus discursos más elocuentes y antifreudianos. Demos la palabra al Maestro, cito: “En mi enseñanza, la lingüística no tiene más que un valor de referencia iniciática. Debo decir que si yo no hubiera tenido el público que tenía, a saber, médicos o psicólogos, es decir personas absolutamente incultas, — no digo incultas lingüísticamente, digo incultas a secas; no saben nada —. Era preciso que yo partiera de ahí. Era preciso que yo partiera de ahí porque eso es lo que en mi lenguaje significa el retorno a Freud. Esto no quiere en absoluto decir que hay que retroceder, volver a no sé qué imaginación o pureza primitiva.”  Y agrega más adelante: “Cuando yo digo retorno a Freud digo lean lo que verdaderamente está escrito sin comenzar inmediatamente por tratar ver lo que es esa bola de algodón que se llama el inconsciente y de lo que se irradia algunas plumas que serían entonces lo consciente. No se hagan esquemas que reposan siempre sobre la idea de que hay una sustancia llamada alma que tiene su vida autónoma, pues es eso lo que no se puede impedir a la gente que piense, esto es que el alma tiene su vida distinta y uno está muy cerca de la idea de que es ella la vida, muy simplemente, que es ella la que anima al cuerpo. Se ha leído a Freud así, a saber, que el inconsciente es una sustancia.” (6) He aquí una cuestión fundamental: la de un inconsciente insustancial que Jacques Lacan postulará como fundamento esencial. Incluso, la de un Sujeto insustancial. Párrafos que a la vez connotan con su concepto prínceps: lo inconsciente está estructurado como un lenguaje.

Lacan viene a “reformular” la teoría de los Freudianos que se autodenominan “freudolacanianos”. En el contexto que Lacan pronuncia su “consejo” también nos dice que olvidemos la segunda tópica de Freud. Cito: “He aquí: mis tres no son los suyos. Mis tres son el Real, el Simbólico y el Imaginario. Me vi llevado a situarlos en una topología, la del nudo, llamado borromeano. El nudo borromeano pone en evidencia la función del al-menos-tres. Es el que anuda los otros dos desanudados. Le di eso a los míos. Se los di para que se orienten (retrouvent) en la práctica. Pero, ¿se orientan mejor que con la tópica legada por Freud a los suyos? Hay que decirlo: lo que Freud dibujó con su tópica, llamada segunda, adolece de alguna torpeza.” (7)   Por lo cual podríamos leer en ello un “retorno a la primera tópica”; con las consecuencias lógicas y metodológicas que Eso conlleva. De allí que también podríamos indicar que el Freud que a Lacan le interesa no es el de El Yo y el Eso sino -en oposición a lo que se cree generalmente- el “primer Freud” antes del giro de 1920, es decir, aquel que descubre el síntoma histérico, aquel que descubre que sus histéricas le mienten; el Sigmund Freud de la Psicopatología de la Vida Cotidiana, de la Traumdeutung y del Chiste…

Pero no es sólo una reformulación: es una nueva teoría que nada tiene que ver con el Freud biologicista, Newtoniano, Cartesiano, mecanicista y de las Ciencias duras. Y obviamente no estamos negando la importancia académica y transformadora que tuvo un Maestro como Sigmund Freud para todo el mundo occidental y el campo psicoanalítico; pero estamos subrayando que decirse Lacaniano y Freudiano es como sostener la clínica de Lacan diciendo que se es Kleniano o Jungiano. Jacques Lacan ha conservando el significante Freudiano pero subvierte el Campo teórico y clínico: un Lacan que nos recordará que hay dos Inconscientes: “el freudiano y el nuestro” [6]  y que nunca deberíamos olvidar que el psicoanalista es parte del concepto, pese a la resistencia de los colegas. Un Lacan que incluso instala una nueva concepción de Deseo-de-Analista y que lo aleja de hecho de la postulación Freudiana de Contra-Transferencia.  Este es un Lacan de la anti-filosofía, un Lacan no hermenéutico, un Lacan anti-ontológico, un Lacan de la Ciencia Conjetural. Digámoslo en concreto: el inconsciente en Freud es un sustantivo, una bolsa de pulsiones: para Lacan lo inconsciente es un invento.

Pero –creo- hay una razón extra: la invitación a leer a Freud sólo y únicamente desde Lacan, esto es: no hay Freud sin Lacan. De hecho no dejó de enunciar otro apotegma fuerte: “Soy el único que leyó a Freud.”  Y pronunció en Octubre del año 1974: “…el sentido del retorno a Freud es eso: mostrar lo que hay de tajante en la posición de Freud, en lo que Freud había descubierto, en lo que Freud hacía entrar en juego de una manera diré completamente inesperada, porque era verdaderamente la primera vez que se veía surgir algo que no tenla estrictamente nada que ver con nada que se hubiera dicho antes. El inconsciente de Freud es eso, la incidencia de algo completamente nuevo.” (8)

La paradoja de los Freudolacanianos es que han vuelto a Freud y han expulsado –cuando no denegando, en una clara aptitud contradictoria- los conceptos de Lacan del propio Lacan: es decir, la parte subversiva de su enseñanza ha sido obturada para rechazarla in-situ: se dicen Lacanianos a condición de ser Freudianos. Así nos encontramos con una gama bastante amplia de analistas Lacanianos (me arriesgo a decir a riesgo de ser cuantitativo, en un noventa por ciento) que –quizás sin saberlo- no hacen más que repetirse en (y con) Freud, volviendo sobre un discurso plagado de ideas alejadas a la letra de Lacan: volviendo a la Pulsión, al Goce Mortífero, al Super-Yo, al deseo propio del sujeto; en fin: a la teoría del homúnculo. Nada más alejado a la propuesta del psicoanalista francés: el significante funda al Sujeto, el deseo es deseo del Otro, el goce es goce del Otro, lo inconsciente es el discurso del Otro, el Otro existe barrado, el dispositivo es un artificio topológico; la letra y el escrito tienen que ver con el soporte de la experiencia analítica (y no a la inversa) y eso genera “el ideal y la meta de la formalización matemática, que es escrito”  [7]  y produce la Ciencia conjetural, Lacan es el creador de una plataforma lógica, etc.

Nos preguntábamos up supra por qué habría tanta diferencia entre lo que Lacan dijo y lo que otros autores dicen que dijo; es decir: entre lo que dice un autor y lo que textualmente dijo dicho autor. Reducirlo a una cuestión de traducción (que obviamente se sabe que existe porque cada traducción suele ser una interpretación)  [8]  sería olvidar  que el propio Jacques Lacan nos advirtió leer a la letra. Creo, fundamentalmente, que se trata de una movida política, y hasta diría ideológica, que no es sin consecuencias clínicas.

Esta plataforma ha sido instituida, entre otras Escuelas, por la herencia de Jacques-Alain Miller y toda su lectura post-lacaniana. Pero lo paradójico de esto es que aquellos analistas que se autobautizaron Anti-Millerianos, no dejan de caer en la misma cuestión, es decir: son freudianos. Así nos encontramos que no sólo en la principal Facultad de Psicología del país, sino en la mayoría de las Universidades (en carreras de grados y posgrados) de Argentina y de la mayoría de los países donde el Psicoanálisis subsiste; las lecturas que se hacen son estrictamente Millerianas. Y en las Escuelas por fuera de este paradigma, lo que podríamos unificar en la Convergencia Lacaniana (metafórico significante); también se repite –casi a modo ecolálico- un retorno a Freud ya que Lacan era freudiano. Isidoro Vegh, por ejemplo, co-fundador de su Escuela, nunca deja de defender el significante Freudiano que nombra su institución, argumentado lo enunciado por Jacques Lacan. Y así hay muchísimas Escuelas Lacanianas que sostienen el mismo sustantivo.

Parece cumplirse el vaticinio Lacaniano cuando pronunció que sus Escritos van a la basura al ser publicados porque nadie -no tan sólo ya no los lee- sino que no los entiende. [9] Profecía que, harto más que una herejía de raíces e intereses narcísicos, constituye e implica, un profundo e insondable abismo epistémico de consecuencias clínicas, porque –por ejemplo- no será igual pensar que el pa(de)ciente sufre a consecuencia de una pulsión y de una repetición mortífera de su goce o que habrá que esperar que la transferencia instale el sujeto supuesto saber para poder interpretar; que –al contrario- entender que el analista es el ejecutor del Acto Analítico y que el paciente es tomado por un deseo y un goce que llega instituido desde el Otro.

No nos asombra que miles de analistas (y de personas que se autodenominan “analistas”), anden diciendo sin ton ni son que el neurótico sufre a causa de todos los conceptos (y esto que enuncio no es una ironía) que postuló Freud hace doscientos años. Que incluso se justifiquen y hagan una clínica absolutamente basada en postulados que no fueron aún suficientemente trabajados desde el punto de vista lógico y topológico. Lo que sí muchas veces impacta es cómo siguen egresando estudiantes de unidades de estudio de grado y posgrado -que se suponen deben ser espacios de investigación- sin ninguna renovación en las estructuras discursivas/epistémicas y sosteniendo buzones y diplomas (y obviamente un gran marketing que incluye docentes perpetuados en sus cátedras por lustros constantes) en el persistente afán de adhesión al argumentum ad verecundiam, falacia que sin más intenta sostener al Otro inmaculado, compacto y exento de falta.

Marcelo Augusto Pérez
Lacan: Subversión de Freud.
[Ser Freudiano no es Ser Lacaniano]
XII / 2019

Acuarelas:
Lacan & Freud
M.A.P. / 2019

Notas al Pie:

[1] Según se escucha habitualmente, podría haber dos traducciones más de este enunciado: "Hablo sin la más mínima esperanza de hacerme oír especialmente.” Y “Hablo sin esperanza de hacerme oír.”
[2] Hablamos de Sesión porque Jacques Lacan enunció siempre que en sus Seminarios él estaba en posición de analizante; y que los Seminarios constituían efectivamente su análisis.
[3] Lacan enunció en su Seminario 19 “Ou pire”, el 9 de febrero de 1972: “Te pido que rechaces lo que te ofrezco porque no es eso”.
[4] Lacan J.; Función y campo de la palabra [del habla] y del  lenguaje en psicoanálisis, 1966. Escritos I. Bs. As.;  S XXI Ed.
[5] “Regresar” en francés es “revins”, y “volver” es “revenir”.
[6] Lacan J.; Seminario 11: Los Cuatro Conceptos Fundantes del Psicoanálisis; Clase 2, 22/01/1964
[7] Lacan J.; Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano, 1960. Escritos II. Bs. As.;  S XXI Ed.
[8] Recomiendo -para no extenderme en el presente texto- dos obras relacionadas con la tópica de Traducción; entre tantas otras que obviamente se publicaron. La primera es autoría del semiólogo Umberto Eco, y la otra del poeta Octavio Paz. Ellas son: Decir casi lo mismo. Experiencias de traducción. Umberto Eco, Lumen, Barcelona, 2008. Y: Traducción: literatura y literalidad. Ocatvio Paz, Tusquets, Barcelona, 1971. Y también recomiendo la lectura de un texto imprescindible para acercarnos a la Autoría: ¿Qué es un autor? Michel Foucault. En: Entre filosofía y literatura. Obras esenciales. Paidós, Barcelona, 1999.
[9] Lacan juega una vez más con sus neologismos, y dijo que su producción escrita estaba destinada a ser publicada como "poubellication", es decir para ser basura, para su olvido:  poubelle = basura / pour oublier = para olvidar.


Referencias Bibliográficas:

(1) Lacan, Jacques; Seminario 27, Carta de Disolución, Clase 1, 05/01/80
(2) Alemán, Jorge; Entrevista de Pablo Iglesias en Otra Vuelta de Tuerka; Programa Nro. 6, Temporada 3, Emitido 31/10/2016.
(3) Lacan, Jacques; Seminario 27, El Malentendido, Clase 6, 10/06/8
(4) Lacan, Jacques; Seminario 27, El Seminario de Caracas, Clase 7, 12/07/80
(5) Ídem; Óp. Cit.
(6) Lacan, Jacques; Discurso de Tokio; 21 de abril de 1971. Traducción y Notas de C. Bilotta y R. Rodríguez Ponte para circulación interna Escuela Freudiana de Bs. As.
(7) Lacan, Jacques; Seminario 27, El Seminario de Caracas, Clase 7, 12/07/80
(8) Lacan Jacques; Conferencia en el Centre Culturel Français de Roma, 29 de octubre de 1974. Texto extraído de "Actas de la Escuela Freudiana de París", Petrel Editorial, Barcelona, España, 1980. Edición original: Boletín interno de La EFP, VII Congreso, Roma 1974: París, 1975. Traducción: Italo Manzi.


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