Pareja, Ideal y Deseo.


Estimado Marcelo:
Gracias ante todo por tu Blog y Charlas.
Estoy incursionando en el psicoanálisis teórico desde hace unos cinco años; me analizo desde hace muchísimo más. (…) Quería referirme al posteo sobre La Tragedia de los Sexos que firma Leonardo Leibson. Y preguntarte, en relación con todo eso, ¿por qué será que en todos los casos se escucha que –en definitiva- el sujeto busca la estabilidad de una pareja cuando como bien dijiste alguna vez, lo que la pulsión nos induce es a llevar una vida sexual que no respecta la monogamia? Incluso esto lo leí también en Roberto Harari, en otro posteo que hiciste hace mucho.
Nuevamente gracias, un afectuoso saludo desde Montevideo, Ely M. W.


Hola Ely. Bueno, una aclaración antes: lo de la “estabilidad de una pareja” corre por cuenta de tu fantasma; primero porque hay parejas perfectamente inestables que obviamente se sostienen (entendiendo por estabilidad la permanencia y no el cómo); segundo porque para muchos la estabilidad se puede encontrar en la no-pareja. Justamente creo que ese fantasma se ha estructurado en base a un Edipo (como digo a veces, medio en broma: occidental, católico, apostólico y Romano). No hace mucho en una clase hablaba de esto. ¿De dónde sacan los colegas –gente que se dice analista, no mi tía Eulalia- que lo “normal” es una pareja, o una pareja monogámica (creo que esto es lo que leíste de Harari) o hetero-normativa, por ejemplo? De dónde, sobre todo, no sólo –como bien decis- porque las pulsiones son perversas por definición (desviadas del instinto) sino porque lo neurótico es JUSTAMENTE la fijación al objeto. De allí que no hay amor que no lo sea y que no demande amor, con sus celos, envidias, etc. Si a esto le sumamos la incoherencia teórica-psicoanalítica que es la siguiente: yo nunca he escuchado a un sujeto decir, por ejemplo: “¿Por qué cambiás tanto de menú, de comida? ¿Por qué no comes siempre chivito con papas?”  En términos técnicos-pulsionales es exactamente del mismo orden. De ahí el disparate de escuchar ciertas cosas...  

Que alguien decida, elija, la pareja (digamos con el fantasma de nuestra Rioplatense Susanita de Mafalda) es una cosa; que incluso diga que si no se enamora no puede tener orgasmos o –directamente- no puede tener sexo; también se entiende (aunque habría que analizar el verdadero sujeto de la enunciación allí que seguramente es la Histeria quien habla a modo de "no soportaría entregar mi cuerpo sólo por un polvo o a alguien que aún no sé si vale la pena...", por ejemplo; pero que enuncie frases tales como que no entiende cómo alguien pueda coger sin estar enamorado (y coger frecuentemente); es directamente el enunciado de una abuelita que nunca ha leído a Freud. Por no decir de sujetos cuya coraza yoica está perfectamente robotizada creyendo en un Otro sin barradura que le va a garantizar el no desvío de las pulsiones de él mismo y del partenaire. Acorazamientos de esta índole son los mismos que cuando escuchamos a colegas estructurados en una Praxis ortodoxa (el diván así, el diván asá; si hablo o no hablo en el ascensor, etc.) porque obviamente -y como es lógico- una cosa es entender la teoría y otra ser permeable para la escucha. Por eso dije alguna vez, también, que lo que le ha llamado a investigar a Freud no es por qué la gente se divorcia, sino qué hace que dos personas prometan amor eterno para toda la vida. Eso es lo loco; que obviamente es fácilmente entendible desde los Ideales y desde la constitución del Fantasma que suele funcionar como diafragma de goce. Sin perjuicio que la Comedia –y a veces la Tragedia- de los sexos siga tan vigente como siempre. Y eso es justamente el indicador de que el Ideal (pongamos por caso La Familia Ingalls) suele ir en contra de las pulsiones. Excepto, claro, cuando el enamoramiento hace del ideal y el deseo un maridaje perfecto; donde el YO "se siente feliz". Y creo que con esto último respondo finalmente tu pregunta. Cordiales saludos, MAP. III/18.

Artes Visuales:
Santiago Caruso
[ Quilmes, 1982 ]
www.santiagocaruso.com.ar

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