Poema de Verano


Asesinas una araña laboriosa por fea e inadecuada.
Destruyes la guarida que aloja tu deseo.
Devoras pochoclos en una butaca americanosa.
Te sientes perdido sin tu teléfono inalámbrico.
Te crees libre y simple.
Te dices apolítico y en verdad sos un tibio.

Crees en áureas celestiales y en resurrecciones pero no en el indigente que extiende su brazo, a quien temes e ignoras porque te horroriza lo humano.
Comes para no engordar, como si alguien engordase porque come.
Enunciaste alguna vez “me muero sin vos” y aún respiras egoísmo.
Te creíste muy altruista y aullaste cuando te quitaron una aceituna de tu plato.

Te gustan las bodas pero no los hospitales; y las gaviotas pero no las cucarachas.
Tus medias están a tono con tu camisa, pero ciertos gusanos siembran tus caries.
No comes picantes ni levantas una copa de malbec ni mezclas lo agridulce ni fumas ni hueles ni lloras ni gritas ni suspiras ni gimes ni te indignas ni bajas a las alcantarillas del mundo ni te contradices. Ni transpiras con el sexo.

De paso: yo sigo aquí… Pálido.
Austero, frugal, mustio. Como perro de ruta
Que siempre fui ante la promesa del hueso áspero.
Porque soy mortal. Y no creo en el poema.

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Artes Visuales:
Jeannie Lynn Paske

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