La relación con la Palabra.


Anoche en el grupo de estudio leímos "La capacidad para estar solo" (1958), un hermoso texto de Winnicott, del que me interesa sobre todo una idea: estar solo requiere de la presencia del Otro; en primer lugar se está solo en presencia de alguien, como le ocurre a los niños que, de a poco, juegan cerca del adulto, pero a una relativa distancia. El modelo adulto de esta experiencia es para Winnicott la relación sexual, luego de la cual se produce un encuentro en el que prima la ternura, la capacidad de estar con otro sin ninguna exigencia (pulsional). Siempre es notable cómo cada uno resuelve ese momento, que puede ser de profundo desencuentro, e incluso de ansiedad en quienes no pueden desarrollar esta capacidad que, entonces, no tiene que ver con estar aislado, sino con el desarrollo de la confianza como disposición fundamental para relacionarse con los demás.

En este punto, Winnicott piensa a contrapelo del sentido común: porque la masturbación no sería un acto solitario, sino una defensa contra el aburrimiento, una forma de descargar la hostilidad que produce el temor a quedarse solo, una elaboración incompleta de la exclusión de la escena primaria; mientras que en la capacidad de estar solo es cuando más se está con alguien (¡paradoja winnicottiana!) y es posible identificarse al placer que el otro recibe (y que uno no sabe que da: en esto consiste la castración). Es una idea clínica muy fuerte: es muy común que la queja sexual de varones y mujeres a veces tenga que ver con una reapropiación onanista de la satisfacción sexual, ya sea en el varón que padece esa suerte de impotencia que necesita culminar en la masturbación posterior o en la mujer que ante la angustia por el orgasmo lo dosifica con el goce del clítoris (menos como un estímulo que como una forma de control). Es algo más o menos habitual. Pero si el texto propone una idea realmente novedosa, es cuando plantea que un modo de "estar solo" se juega en el tratamiento, cuando a veces un paciente necesita estar en silencio.

A contrapelo de la interpretación habitual que haría de ese silencio una actitud hostil o reticente, Winnicott dice que se puede pensar también como un acto de confianza. Es una idea fantástica, porque para algunos la relación con el analista implica la primera vez en que pueden contar con alguien. En eso consiste la confianza: en poder contar con otro. La actualidad del texto de Winnicott radica en que para muchos, hoy en día, la desconfianza es un punto de partida. Y tiene una raíz infantil: una dificultad en simbolizar la ausencia del Otro, es decir, contar con que el Otro está presente incluso cuando no está. Dicho de otro modo, que su ausencia no implique un abandono. Es lo ocurre cuando muchos niños hoy en día no quieren entrar al jardín o la escuela: ningún niño se puede quedar en un jardín o en la escuela si no confía en que lo vendrán a buscar. Necesita esa confianza, es decir, contar con el Otro, fundamentalmente con su palabra.


Por eso el análisis le da tanta importancia a la palabra: no como mero soporte material, sino como vehículo de confianza, como una palabra que se "da", que vale pero no tiene precio. Por eso es maravilloso cuando un paciente después de pagarnos con dinero, no puede dejar de decir "Gracias" o simplemente nos desea un buen día. ¿Por qué paga con esas palabras si no es por algo que no se puede comprar? O bien cuando después de llorar durante un buen rato, al despedirse, se detiene y pregunta: "Disculpame, me olvidé de preguntarte cómo estabas".

En absoluto eso tiene que ver con una resistencia imaginaria, sino que es el momento de mayor eficacia de un análisis, porque ahí se establece la confianza como una zona de seguridad (que no es una "zona de confort"), donde la persecuta del mundo instrumental en que vivimos cae y se juega una relación de palabra. Es lo que vemos nacer cuando, a veces, un paciente niño pide llamarnos en la semana porque hay algo que nos quiere contar y es apenas un detalle que parece intrascendente. "Te quería contar", esa es la fórmula de la capacidad de estar solo (con alguien) que, en última instancia, es la capacidad misma del análisis.

Luciano Luterau
La capacidad de estar solo.
Oct / 2017
Artes Visuales:
Jose Luis Farinas
[ La Habana, 1972 ]

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