El Chavo y El Goce...


Ir entre inocentes y culpables, y una vez pagar sin culpa 
y otra vez ser uno injusto, y existir. 
Y por fin, saber que todo es casi, casi nuestro y casi ajeno, 
casi cierto y casi sueño, y existir.
Tratar desesperados de encontrarnos, y existir.

Cómo puedo, Dios, salir de mí?

Horacio Ferrer
Existir, 1981.

Con permiso del analizante, expongo el siguiente breve recorte que nos demuestra –una vez más- la rigurosidad de lo irrefutable de lo inconsciente; de su articulación con la Estructura del Lenguaje, vía LaLengua del Sujeto; de una identificación a un Padre que no estuvo a la altura de su título y de una Madre que –con las mejores intenciones, claro- domina e impresiona con su discurso de Otro-no-Barrado.

El sujeto hace años viene teniendo relaciones amorosas con mujeres que “adopta” como madre. Como es esperable; ellas le pedirán después su título de “hombre”; y allí el analizante hará agua. Esto se le repite en otros lazos, como por ejemplo en lo laboral. Es decir pues: su narcisismo lo lleva a buscar trabajos que lo terminan femenizando y mujeres que le dan trabajo…

Ahora bien: él sabe que esta operatoria neurótica está en concordancia con un Fantasma anexo. Identificado a un padre caído y una madre que sostiene y siempre puede; trae –desde hace muchos años- el siguiente discurso: “¿Cómo no me va pasar todo esto si mi viejo se separa de mi vieja porque es puto y encima permitió sin inmutarse que su hermano y mi vieja tuviesen una relación?”- Paréntesis: el analizante hace 32 años que vive con su madre, ningún trabajo le otorgó las condiciones para que pueda resolver esta situación; amparado –obviamente- por su goce. El padre del analizante –confesado homosexual- vivió con su hermano –bajo el mismo techo- durante muchos años, sin hablarse entre ellos. Después terminaron recomponiendo la relación. El Padre del analizante siempre se quejó -por ejemplo- que su hermano "dormía con sus libros" (los libros del Padre) a lo que el analizante acotaba que "...también dormía con mi vieja y no pasó nada... mi viejo es un quejoso cómodo."- El tío del analizante tuvo una relación amorosa con su madre, durante más de quince años. Después construyó un cáncer y falleció. Más allá que –como sabemos- el amor es el amor; también hay que leer dos cuestiones en este triángulo incestuoso: una mujer que –como dijimos- todo lo puede (hasta trasvasar la Ley simbólica) y dos hombres que han encontrado su goce mutuo: uno quedando impotentizado, y el otro (que siempre ha tenido una “vida exitosa”) usufructuando hasta el Bien del Otro. El paciente se acomoda a su goce, identificado a este Padre quejoso y amparado por una Madre que -con culpa y cargo- lo protege. Hasta aquí un paneo general que está en la base de una de las constantes sintomáticas del paciente.

Vamos a la última sesión: Viene hablando de su duelo con la última mujer que conoció; y en un momento –para dar un ejemplo- quiere no-nombrar el verdadero nombre de su "ex" y elige nombrarla con otro Significante. Dice “…porque suponete que Ramona… no sé porqué digo Ramona…” y sigue contando.  Cinco minutos después –cuando termina el párrafo- le pregunto: “¿Qué se te ocurre con Ramona?” Él, que no puede dejar de hablar de su “ex”, quiere seguir argumentando sobre lo mismo, a lo que le interrumpo: “No. No me entendiste. Te estoy preguntando por qué habrás dicho Ramona.”-  “Ahhh…”- Hace un silencio y dice: “Se me viene Ramón.” Se ríe y acota: “Y ahora se me viene Don Ramón, el del Chavo, pero es una boludez.”- Entonces ahora el que se ríe es el analista y espera la bomba. (Podríamos recordar –Denegación Freudiana mediante- que cada vez que el paciente se ríe o cree decir una boludez, estamos justo en el núcleo de la milonga.) Y entonces la bomba estalla: “Uyyy… mirá lo que se me vino: Doña Florinda y Don Ramón. ¡Claro! El tipo que va como un boludo llorón, remariconeando siempre…”- Entonces acoto: “Sí… pero demos una vueltita más de tuerca: es el que pide que le perdonen el alquiler de la pensión…”- “¡Uffff nooo! Claro: ¡mi papá es Don Ramón! ¡Es súper Don Ramón! Porque hasta ni paga el alquiler de la casa de mi vieja! Siempre mariconeando… Dejando sin chistar que mi vieja y mi tío estuviesen juntos...”- "Sí..."- Acoto: "El anagrama de Ramona es Amaron. Y algo más: hay una demanda de don Ramón a doña Florinda, cierto: pero también un soborno camuflado. El mismo soborno que pretendés vos –que sos un chabón hiperhonesto y de buena madera pero también muy narcisista- cuando te acercás a una mujer y querés que te ame como madre…”- A lo que el analizante concluye: “¿Te puedo decir algo más?: Si soy don Ramón, no puedo cargar combustible al coche, y si no tengo combustible nunca llego… Como vos me decís a veces: quiero pezcar pero no me alcanza la caña.”-

Por tanto tenemos aquí los dos componentes Fálicos: un Padre “Ramona” (que también se hace la Rabona, como decimos en criollo metaforizando el zafar de la Ley; que siempre está en una posición infantil, llorosa “…mariconeando”) y una Madre Todo Poderosa. ¿Qué queda de este producto, en este caso? Otro sujeto falicizado buscando –implorando incluso- amor a pesar de cualquier precio, siempre aplastado por su goce -cacheteado- y enojado con la Vida (como Don Ramón que es caricatura de su propia imagen), que lo deja eyectado y repitiendo el mismo camino de regreso al Home Sweet Home.  Esta cuestión neurótica (que Lacan ya en 1936 definió como ir “…de la insuficiencia a la anticipación”) es la problemática que tienen los sujetos cuando no pueden pagar por su goce. Hablando de pagar y de no-poder (y el lector ya lo podrá suponer), el análisis actual -que retoma desde hace un mes, después de tres años- se lo paga su Madre. [No puede ser casualidad que en las últimas sesiones traiga a su analista -como Don y agradecimiento-, unos caramelitos que pone en el lugar destinado para eso que hay sobre la mesa. Después de todo, él sabe -sin saber- que amar es dar lo que no se tiene; de allí el carácter totalmente neurótico -honestamente neurótico- que tiene su Falta-en-Ser.] He aquí el núcleo de todo fantasma omnipotente. De allí que siempre digo que todo lo que nos pasa nos pasa porque nos la creemos: lo bueno y lo malo, dependiendo de la significación de cada sujeto. La impotencia neurótica (creer que se puede pero no llegar con el combustible) es lo que se juega en la angustia (donde el YO es su almacigo) y lo que lleva a un sujeto a buscar a un analista. Por eso también digo que todos los que van por primera vez a un analista (hombres o mujeres) es por una única razón: porque no se les para. Y aquí tenemos pues el famoso “creerse el falito”. Que articulado con el padecimiento de un Padre y una escena familiar perversoide; hacen un lindo cóctel hogareño. Cuando ya no se puede completar al Otro, cuando se haga lo que se haga siempre se fracasa, el sujeto queda en un callejón sin salida inhibido y gozado; por lo cual tiene que responder pulsionalmente -tratando de rebelarse (y revelarse) como puede- fijándose o otros goces mudos y más amistosos: como por ejemplo la bebida. Es decir, como le recuerdo, que conviene estar advertido –parafraseando al Maestro Jorge Luis Borges- de “…nuestras piadosas imposibilidades”. “Yo lo odio a Borges…”- dice finalmente: “Sabés por qué? Porque mi viejo lo admira.”-

Marcelo A. Pérez
Ramona
O cómo el Goce engaña a la Ley…
VIII - 2017
Artes Visuales:
Nico Di Mattia
[ Córdoba, 1983 ]

Entradas populares