Biopolítica, Necropolítica y Psicoanálisis.


Sabemos que desde Freud, el cuerpo no es solamente ese espacio biológico, fisiológico, natural. Para Freud el cuerpo es ya una superficie psíquica puesto que está libidinizado. En toda su clínica de la histeria Freud fue advirtiendo que el organismo como tal sufría de representaciones, por ello, ahí donde se pensaba una lesión, un daño en lo real del cuerpo no se hallaba dato de ello, sino una investidura. Al respecto expone Freud: “…La lesión de las parálisis histéricas debe ser por completo independiente de la anatomía del sistema nervioso, puesto que la histeria se comporta en sus parálisis y otras manifestaciones como si la anatomía no existiera, o como si no tuviera noticia alguna de ella”. “La lesión sería entonces la abolición de la accesibilidad asociativa de la concepción del brazo. Este se comporta como si no existiera para el juego de las asociaciones. (…) Estará paralizado en proporción a la persistencia de este valor afectivo o a su disminución por medios psíquicos apropiados.” Esta cita es  fundamental y atraviesa toda la obra del psicoanálisis, hay algo más que el mero organismo, o para ser más precisos, el organismo no es el cuerpo, más aún, el cuerpo-humano al haber sido simbolizado, no opera meramente en el registro de lo biológico.

Recordemos además que en los Tres Ensayos de Teoría Sexual, hay un traslado del sujeto de la necesidad al de la demanda, vía la erogenización de zonas, con sus claras consecuencias para la vida. Detrás de etas tesis freudianas también se encontraba una crítica a la moralidad burguesa de esa época y los anhelos progresistas de la modernidad. En aquel trabajo fechado en 1908 titulado La moral sexual ‘cultural’ y la nerviosidad moderna. Con la fuerte frase de “…nuestra cultura se edifica sobre la sofocación de las pulsiones” y con sus posteriores elaboraciones que concluirían entre otras cosas que: “La educación severa, que no tolera quehacer alguno de la vida sexual despertada tan temprano, aporta el poder sofocador, y semejante conflicto a esa edad contiene todo lo que se requiere para la causación de la nerviosidad por toda la vida.”



Freud mostraba claramente la ruta espinosa que estaba trazando aún contra el camino pretendidamente terso y luminoso de la ciencia médica, contra de los tufos racionalistas de la Ilustración acaecida en Modernidad. Si bien reconoce las aportaciones de los teóricos sobre la sexualidad y la nerviosidad, Ehrenfels, W. Erb., Binswanger, Krafft-Ebing, les atribuye una insuficiencia por desatender “el factor etiológico más importante”. Dice Freud: “Si se prescinde de las maneras vagas de «estar enfermo de los nervios» y se consideran las genuinas formas de enfermedad nerviosa, el influjo nocivo de la cultura se reduce en lo esencial a la dañina sofocación de la vida sexual de los pueblos (o estratos) de cultura por obra de la moral sexual «cultural» que en ellos impera.”

En estas citas se deja entrever el lugar del cuerpo para el psicoanálisis, un cuerpo sexuado, erotizado, arrinconado por la cultura. De esto surgen dos planteamientos: uno el de cuerpo-superficie psíquica y el del cuerpo en el malestar de la cultura. Todos estos elementos Freud los lleva a los escenarios políticos y sociales, cuando aborda la cuestión del narcisismo de la pequeña diferencia. Sabemos que para Freud el narcisismo es fundante del sujeto, posterior al autoerotismo, de ahí se desplaza su teorización al plano social y político para pensar la cultura y psicología de las masas en relación a la identificación y la violencia política.

“No es fácil para los seres humanos, evidentemente, renunciar a satisfacer esta su inclinación agresiva; no se sienten bien en esa renuncia. No debe menospreciarse la ventaja que brinda un círculo cultural más pequeño: ofrecer un escape a la pulsión en la hostilización a los extraños. Siempre es posible ligar en el amor a una multitud mayor de seres humanos, con tal que otros queden fuera para manifestarles la agresión. En una ocasión me ocupé del fenómeno de que justamente comunidades vecinas, y aun muy próximas en todos los aspectos, se hostilizan y escarnecen: así, españoles y portugueses, alemanes del Norte y del Sur, ingleses y escoceses, etc. Le di el nombre de «narcisismo de las pequeñas diferencias»”

Octavio Patiño García
El cuerpo como objeto de segregación y barbarie.
NOTAS SOBRE BIOPOLITICA, NECROPOLÍTICA Y PSICOANÁLISIS.
Fragmento.
Artes Visuales:
Antonio Berni
[ Rosario, 1905 / Buenos Aires, 1981 ]

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