En el nombre del Padre...






Él: un sacerdote tucumano; ella: una chica de alta sociedad. Ambos descubrieron que no podían vivir el uno sin el otro.
Corría el tiempo de Juan Manuel de Rosas, quien ordenó su captura. El 12 de diciembre de 1847 se fugaron juntos. También juntos fueron fusilados, a pesar de que sabían de su embarazo:
Sentaron a cada uno de ellos en una silla, cargada por cuatro hombres a través de dos largos palos. Como a todos los condenados, les vendaron los ojos y, escoltados por la banda de música los llevaron al patio rodeado de muros.

Mientras los soldados los ataban Camila O' Gorman y Ladislao Gutiérrez pudieron hablarse y despedirse: "Asesínenme a mí sin juicio, pero no a ella, y en ese estado ¡ miserables...!"- clamó èl.


El capitán Gordillo acalló sus palabras: redobló tambores e hizo señal de fuego. Rociaron sus hierros con agua bendita.


Cuatro balas terminaron con una pasión. Después, tres descargas y Camila, herida, se agitó y cayó del banquillo. Con una mano quedó señalando al cielo.


No fueron víctimas de una pasión: la pasión no puede matar; pero sí el pecado: metáfora simbólica de un Otro Divino y Glorioso. Fueron víctimas de un mal entendido. Cristo dijo: "amensé los unos a los otros". Muchos no saben leerlo o no pueden escucharlo, todavía...



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