Zygmunt Bauman / El mito de la modernidad...







"Nos han hecho esclavos del consumo, las tiendas, las grandes superficies. 
La búsqueda de la felicidad equivale a ir de compras."



–En las relaciones humanas no es tan fácil desconectar.

-El cuerpo a cuerpo te obliga a confrontarte con la diferencia. Gestionarla con los sentimientos, elaborarla. Un efecto colateral de esa disociación es que se ha perdido la voluntad del trabajo “bien hecho” también en las relaciones. Perdimos la capacidad de relacionarnos con preciso cuidado.

–Pertenecemos a la especie del homo eligens, “el animal que elige”, nos recuerda en “¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos?” (Paidós). Si te mandan, eligen por ti; si eliges, renuncias. ¿Con qué se queda Bauman?: ¿mandar sobre tu vida –luego elegir– u obedecer?

–Elige si te dejan. La libertad es más una idea que un ejercicio –que también– porque sólo soy libre en la medida en que puedo actuar sobre mi vida sin interferir en las libertades ajenas.

–Cualquier cosa que uno elija modifica el contexto.

–Porque resitúa la libertad de otros. Lo importante es tener la oportunidad de ejercerla. En estos momentos sólo hay un grupo muy reducido de hombres libres y una gran masa que queda fuera de juego.

–Las clases medias pierden terreno y parte de ellas están convirtiéndose en proletariado, una clase que usted ha bautizado como “precariado”.

–Lamento no haber leído el último libro de Thomas Picketty antes de escribir el mío porque cita cosas interesantes. Por ejemplo, que los derechos humanos los hemos heredado de la Revolución Francesa. Nuestro horizonte –el que marque la distribución de la riqueza– debería ser el bien común. Los ricos actúan con toda esa riqueza –la mayoría la han heredado– con absoluta impunidad. Creen que ellos nunca podrán quebrar.

–Las 85 personas más ricas del mundo atesoran una riqueza equivalente a 4.000 millones de las personas más pobres. ¿Cuál es la persona pobre más feliz que ha conocido y la rica más infeliz con la que se ha topado?

–¡Oh! Es muy difícil encontrar una persona feliz entre los ricos.

–Bueno, entonces empecemos por los que no tienen nada.

–Una persona pobre que logra desayunar, comer y, con suerte, cenar..., es automáticamente feliz. Ese día ha logrado su objetivo. El rico –cuya tendencia obsesiva es enriquecerse más– acostumbra a meterse en una espiral de infelicidad enorme. La gran perversión del sistema de los ricos es que acaban siendo esclavos. Nada les sacia, se colapsan, ¡catástrofe!

–Dice que vivimos el “síndrome de la impaciencia”. ¿Podremos huir del desastre con instrumentos como el movimiento Slow?

–El problema no está en el ritmo de las cosas –aunque el movimiento Slow a mí me parece muy interesante–, sino en que deberíamos cambiar integralmente nuestro modelo de vida. En mi país, el 50% de la comida acaba en el container ¡antes de sacar el envoltorio! Nos estamos jugando la sostenibilidad del planeta, somos unos depredadores.

–Participó en la Segunda Guerra, combatió con el ejército polaco, trabajó para los servicios de información... ¿Cuál fue el peor momento de su vida y cómo consiguió recuperarse?

–Al final, la vida no es una liga de fútbol donde puedas decir “mira, aquel partido fue el peor”. Pero le contestaré con una anécdota que puede parecer evasiva pero no lo es. Una vez, al gran poeta Goethe –cuando tenía casi mi edad– lo entrevistó Eckermann. “Dígame, ¿usted ha tenido una vida feliz?”, le preguntó. Y Goethe contestó “Pues mire, sí, he tenido una vida feliz. Ahora bien, no me pregunte usted si tuve una sola semana feliz”.




(…)

–Habrá visto tantas circunstancias que se repiten cíclicamente –sociedades esperanzadas, otras devastadas, las que quedan destrozadas, las que luego se recuperan...– ¿Lo ha vuelto eso más escéptico?

–Yo prefiero identificarme con el “hombre esperanzado”. Hay una dinámica de la historia que te lleva al escepticismo como actitud, porque el optimista dice “estamos en el mejor mundo posible” y el pesimista piensa “bueno, igual el optimista tenga razón”. Sobre ello les recomiendo Generativi di tutto il mondo, unitevi! de M. Magatti y Ch. Giaccardo, un manifiesto de este mismo año que nos regala un concepto nuevo: la sociedad generativista.

–¿Qué significa este novísimo concepto: sociedad generativista?

–La sociedad de consumo es un montaje que consiste en que tomes todo lo que hay a tu alrededor para llenarte tú. El manifiesto Generativi propone lo contrario: todo lo que tu puedas aportar a la sociedad es lo único que puede llegar a salvarnos.

(…)

–Cuando analiza dos totalitarismos –nazismo y comunismo– concluye que los nazis eran criminales pero no hipócritas. Ejecutaban lo que proclamaban. “El comunismo, en cambio –añade– fue una fortaleza de hipocresía”. Ya no es comunista, ¿sigue siendo de izquierdas?

–Soy socialista. Efectivamente, los nazis eran transparentes: querían infligir el mal y lo hicieron. Sin espacio para dudas. El comunismo sí que fue una gran estafa, nos defraudó. Albert Camus ya lo advirtió: el comunismo es el mal bajo eslóganes de buenismo. Por eso en las filas comunistas surgió la real rebelión intelectual.

–¿El desencanto, entonces, fue consecuencia de esa gran estafa comunista?

–Absolutamente. Trajo el desengaño y la disidencia. ¿Igualdad?, bueno, se consiguieron algunas cuotas. Pero ¿Libertad? Nada. ¿Y fraternidad? ¡Todavía menos! Esa fue su gran contradicción.

Zygmunt Bauman
[ Poznan, 1925 ]
Extracto Entrevista

© La Vanguardia
Arte:
Tiempos Modernos
Dir. Charles Chaplin, 1936.

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