Cuando la soledad le oprimía el corazón...








El domingo se dejaba caer hasta el pueblo, para la misa mayor. Una vez al año daba la vuelta por las hilanderías, para tocar la seda que acababa de nacer. Cuando la soledad le oprimía el corazón subía hasta el cementerio para hablar con Hélenè. El resto de su tiempo lo consumía en una liturgia de costumbres que conseguía preservarle de la infelicidad. De vez en cuando, en los días de viento, bajaba hasta el lago y pasaba horas mirándolo, puesto que, dibujado en el agua, le parecía ver el inexplicable espectáculo, leve, que había sido su vida.

Alessandro Baricco
[ Turin, 1958 ]
Seda, 1996
Ilustración:
Pablo Bernasconi
[ Buenos Aires, 1973 ]
De su libro Finales,
(Donde recrea finales de obras de la literatura.)
Edhasa, Buenos Aires, 2014.

Entradas populares