Cuerpo-Psique & Deseo del Neurótico.
A propósito de: "El obsesivo vive sostenido con
una soga -siempre a punto de ahorcarse- para no caer. Para no caer, obviamente,
ante su deseo." Si pudieras darme
una luz, te pregunto: ¿Qué significa
caer ante el deseo? Un saludo. Diana Villa.
Bueno Diana, como habíamos quedado te respondo por blog porque aún hoy muchos de los que han leído psicoanálisis no logran entender esta cuestión.
Primero planteo el axioma: los sujetos, los neuróticos -y esto se escucha permanentemente en el dispositivo-, escapan ante su deseo.
Por eso el goce de la Gran Neurótica por
Excelencia, nuestra tan querida histérica fundadora indiscutible del
psicoanálisis, es tener un deseo insatisfecho. De hecho -y por definición- un
deseo es siempre insatisfecho. Si se logra no es más un deseo. Por eso decimos
que la histérica es freudiana por definición. Esto no implica que un análisis
intente conciliar al sujeto con su deseo, por eso hablamos de deseo decidido. Y entonces, ¿por que el
neurótico no desea caer en su deseo? Para seguir deseando. Y esto –más allá de
un trabalenguas-, ¿para qué le sirve? Para varias cosas.
En primer término para
quedar insatisfecho. Y esto no podríamos resumirlo a un mero acto masoquista
(todo goce lo es), deberíamos circunscribirlo al hecho capital de que
conciliarse con un deseo (vamos a decirlo a la criolla: realizar los sueños)
implica ipso facto decidir, es decir:
actuar. El verbo actuar no es un significante que deberíamos tomar con
liviandad. Todo Acto implica angustia. Todo Acto implica aceptar la Castración.
Todo Acto nos confronta con ideales y culpas. Todo Acto implica hacerse cargo
de la palabra plena, porque obviamente si se trata de palabra vacía, no hay Acto. Si un sujeto no atraviesa el Acto con angustia, no hubo acto alguno. Ir a
bailar todas las noches para levantarse una mina, no es un acto. Huir no es un
acto. Cortar una sesión cuando nada le pasó al analizante, no es un acto. (Eso
que ahora está tan de moda: el analizante viene y dice "tuve un sueño terrible"- el analista dice "terrible"- y corta la sesión.
Una reverenda infatuación.) Todo acto implica ubicar en el lugar del agente del
discurso, al (a). Por eso Lacan
dictó un seminario que lo llamó El Acto Analítico. Se trata de ubicar la falta
y hacer algo con ella. Ir a bailar -para la mayoría- no es un acto, ir a encarar puede llegar a
serlo, porque ahí el sujeto tiene que castrarse. Hay riesgo, hay incertidumbre,
hay falla. Puedo tartamudear, puedo temblar, puedo inhibirme cuando quiero
decir algo, puedo decir una incoherencia que no coincide con imagen. Entonces:
concluimos que toda defensa es defensa contra un deseo (o contra un goce). Es defensa
contra la angustia. De allí que Lacan enunció que la angustia es brújula, es lo
que no engaña. ¿Brújula de qué? Del deseo. Si un analizante dice “yo no sé para qué hablo de esto si me
angustio, y si es mejor no hablar…”- Nosotros escuchamos que habla porque
hay un deseo en juego allí. Sino no habla.
Como ya sabemos, lo que engaña es
el significante. El sujeto dice “te odio”, pero se queda regulando. El sujeto
dice “andate a la mierda”, pero no puede dormir en toda la noche. Entonces –si así
sucede- en vez de “te odio” quiere decir “te amo” y en vez de “andate a la
mierda” quiere decir “no te vayas ni a la esquina”. Estoy tratando de ser bien
lato para que se escuche el caer-ante-el-deseo:
no es que el sujeto no odie o no quiere mandar a la mierda a su pareja o a su
amigo. Pero la represión funciona a manera de facilitarle alojamiento al YO
que, de otro modo, debería castrarse, hacer emerger el sujeto-del-deseo, y confrontarse con la angustia. Por otro lado: es
el fantasma el condensador del goce. Y si el fantasma vacila, entonces el
sujeto se angustia. ¿Cómo se sostiene un fantasma? Es en el fantasma en el lugar donde se realiza el deseo. Es decir: se sostiene con la falta.
Atravesar un fantasma implica pasar por la angustia y decir “te amo” en vez de
decir “te odio”. Por eso hace poco un
analizante contó que le escribió un texto a su ex, diciendo: “Te odio. Te extraño.”-
Es una manera de caer con un artilugio poético. De caer, de aceptar la falla, para no ser un caído. Cordiales
saludos, map.
Qué tal Marcelo, te saludo desde Santiago de chile, me
llamo Diego y bueno, estoy hace más o menos un año leyendo y estudiando sobre psicoanálisis,
todo partió en realidad x mis lecturas de Zizek, hace un par de meses me
encontré con tu blog que me gustó muchísimo, y que dicho sea de paso te
agradezco de tener ya que es una fuente tuya personal latinoamericana sobre
psicoanálisis, cosa que no se ve mucho, y eso de cierta manera acerca lo que
uno lee a algo mas palpable ( a lo mejor no se entendió lo que quise decir
jaja, espero que si). Bueno y aparte de eso te escribía por una idea que se me
ocurrió y es bastante simple y quería saber tu opinión acerca de ella. Si
entendemos como muchas veces haz aclarado que psique es igual a cuerpo, y al
mismo tiempo en uno de tus escritos dices que el psiquismo no existe,
deberíamos entender que el cuerpo ``tampoco`` existe?, o en definitiva primero
habría que definir que hablamos cuando hablamos de psiquismo?. y si en este
caso y aquí va la verdadera cuestión, mi idea de cuerpo y psique es al revés a
la que se entiende: podríamos decir que la corporalidad no existe porque no hay
dualidad y que lo único que existe es la Psique?. Puede que sea solo un
embrollo lógico, pero me gustaría saber qué opinas de ello, además que hace
varios días pensaba en cómo abordar el hecho de darte las gracias por tus
trabajos en línea. Un abrazo desde Chile. Diego Bandini L.
Hola
Diego. Como te había dicho te respondo vía blog. Es cierto que no hay dualidad.
Recordemos cuando Lacan en su Seminario 1 enunció “los psicólogos son sordos, de dónde sacan esa loca idea de un cuerpo
separado de una psique”. Es cierto también que la Psique es un mito. He
posteado hace mucho algo de esto que subscribió Roberto Harari. Pero que sea un
mito no quiere decir que no exista, de hecho los analistas solo trabajamos con
fantasmas, con mitos, que le dan la verdadera existencia a la realidad del
sujeto. Abro paréntesis: hace días recibo un correo de una mujer que quiere
iniciar un análisis. Después de unos mails se percata de mi edad y me dice algo
así como "no me di cuenta que usted
es menor de 65 años, y yo siempre hice y prefiero a analistas de 65 años para
arriba, porque yo tengo 67." Ya tenemos planteado el fantasma, que no
podremos saber cuál es hasta que ella lo enuncie, pero hay un mito que si
podríamos hipotetizar, ¿cuál? El mito de que el tipo entrado en años tiene más
experiencia y que la experiencia reemplaza a la escucha. O que quien tiene más
años, escucha mejor. La futura analizante dice, en el mismo correo, que en
todos los analices anteriores le fue mal, entonces le respondo que es cierto
que lo imaginario tiene su peso, que uno cuando compra un sweater no lo hace solo para abrigarse, también quiere que le vaya
bien, que le guste el modelo, es decir : lo imaginario. Y entonces le pregunto
-ya que ella dice que le fue mal con todos pero todos fueron mayores de 65
años- si no habrá sido por la edad y que quizás esta vez, quien sabe... Como su
fantasma escucha lo que puede, me responde: "No.
Todos eran mayores de 65, no fue por la edad..."- ¿Se entiende que
solo existe la realidad engarzada al fantasma? O, mejor dicho, que solo vía el
fantasma tenemos una realidad. Cierro paréntesis.
Veamos el
tema del cuerpo. El cuerpo Lacan lo circunscribe al imaginario. Es decir que lo
que percibimos, en principio, es ficticio. Pero el cuerpo, que es algo que se
construye, no existe sin el simbólico: es decir, sin el lenguaje. Entonces. No
es que la corporalidad no exista, y tampoco es que existe porque sea tangible,
existe porque no hay síntoma que no esté corporeizado, porque justamente la
Psique es lo mismo que el Cuerpo y lo inconsciente son pensamientos, Gedankes, y uno puede pensar
con el hígado, con una psoriasis o con los pies. ¿Dónde descubre Freud “lo
psíquico”? En lo corporal: en las parálisis histéricas, en las cegueras
neuróticas, en lo que hoy se llama anorexia o bulimia, etc. Así como lo
inconsciente no es lo profundo, sino que está en la superficie del discurso (y
dependerá de la escucha del analista su puntuación, y de la asociación del
analizante), así como no hay cuerpo/mente cartesianos; así como el sueño es lo
que el analizante dice del sueño, es decir: lo sueña mientras lo habla; así
también el Cuerpo es el cuerpo-del-discurso. Y allí está el cogito freudiano.
No existe la Res Extensa Cartesiana y
la Res Cogitians para el dispositivo
topológico analítico: el modelo del Sujeto es la topología del Toro. El síntoma
se aborda con el aparato de goce que es el Cuerpo del discurso. De allí que el
análisis no es un dispositivo de mera catarsis vomitiva (lo que Roberto Harari
llamó “la metáfora anal-uretral de las psicoterapias”): las “bajezas” no son
tan bajas, no son profundas: se leen en la superficie. Como dije alguna vez, el
analista no es un buzo que baja a las profundidades. Lee lo que el analizante
dice sin saber. La concepción aristotélica dual de Psique/Soma, es filosófica
en todo caso; no corresponde a la clínica freudiana.
Los analistas nos manejamos con un Cuerpo que no es el de la filosofía ni el de
la medicina, ni el de la antropología. La Psique no existe porque existe el
Cuerpo cargado de significantes. El Cuerpo del discurso. Otro Cuerpo, para el
analista, no hay. Cordiales saludos, map.
ARTE:
Isidro R. Esquivel
[ México, 1982 ]