El cuerpo (del significante): sede de las pasiones.










Ningún profesor sentado en una silla me enseñó el trabajo productivo, el único que vale, mientras que mis maestros de gimnasia, mis entrenadores y más tarde mis guías, inscribieron sus condiciones en mis músculos y mis huesos. Ellos enseñan lo que puede hacer el cuerpo. ¿Quieren escribir, buscar, entrar en una vida de obras? Sigan sus consejos y su ejemplo. Que son éstos: que nada resiste al entrenamiento, cuya ascesis repite gestos poco naturales (drop, servicio en el tenis, fosbury, flop, yoga…) y facilita las virtudes necesarias de concentración (básquet, salto en alto), de coraje (rugby), de paciencia, de dominio de la angustia, por ejemplo, en la montaña; que no hay otra regla, casi monástica, del empleo del tiempo, que el deportista de alto nivel tiene en cuenta: vida sometida a los ritmos del cuerpo, higiene estricta del sueño, alimentación sin drogas; que el investigador que trampea o miente no encuentra ni inventa, así como el saltador de altura no trampea ni miente con la gravedad... Esta regla de hiero da la espalda a todos los usos de los grupos profesionales, políticos, mediáticos, universitarios... Que coronan a los gánsters y ponen a los mediocres en el poder. Respetar la cosa misma, que es la única que gobierna, y no la opinión, eso, por encima de todo, es lo que enseña la vida de obras. No importa a que actividad se entregue uno, el cuerpo sigue siendo el soporte de la intuición, de la memoria, del saber, del trabajo y, sobre todo, de la invención. Un procedimiento maquinal puede reemplazar cualquier operación del entendimiento, pero nunca los actos del cuerpo. En un oficio sin embargo intelectual, nadie me ayudó como lo hicieron mis profesores de gimnasia... A ellos, todo mi respeto agradecido.


 
Pero me parece que voy a comprenderte mejor si empiezo por tus pasiones, tu cólera de tigresa, tu pereza de tierra, tu orgullo de montaña, tu avaricia de coleóptero, tu ternura de reptil, tu lascivia de borrica, y si te muestro mi quemadura y mi lentitud de secoya me vas a comprender, a tal punto se vuelve más fácil acceder uno al otro por nuestras cuatro naturalezas de base, minerales, vegetales, animales y mundiales. Nosotros-cosas marcamos la ruta a nosotros, nosotros-animales trazamos el camino hacia el nosotros pronto inteligentes… te amo, a veces, como un perro a su perra, por puro olfato, como un pulpo ondula con los ocho brazos, como un árbol enlaza sus ramas al viento. Metamorfosis del cuerpo enamorado: el amor universal pasa por la arena, los juegos florares y las carreras de animales; así comienzan los enamorados, por el deseo de las cosas y del mundo, antes de coronarse uno al otro en el éxtasis corporal en Dios.
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Michel Serres
Variaciones sobre el cuerpo
Capitulo II, Poder. Mis maestros. Comprender.
Fondo Cultura Económica, Bs. As, 2011

ARTE, fotografía:
Isabel Muñoz
[ Barcelona, 1951 ]

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