Analistas que creen en espejitos de colores...








Estimado Marcelo. Leí a muchos analistas –o que se dicen analistas- decir algunas cosas que me parecen un poco incompatibles con lo que usted transmite y quería preguntarle. Una vez le escuche decir que pensamos y soñamos con palabras, no con imágenes. Sin embargo muchos analistas piensan que soñamos con imágenes. Por otro lado, también escuche hablar a gente que se dice psicoanalista y habla de los significados de los colores en el sueño (¿?) y finalmente, hay quienes dicen que conviene anotar los sueños para no olvidarlos... Hay algo que no me cierra en todo esto. Y lo peor, insisto, es que se dicen analistas... ¿Soy demasiado cerrada o quizás un poco exigente? Gracias por todo. Me han servido sus escritos para transmitir también mi enseñanza entre mis alumnos. Un cordial saludo desde México. Teresa Guadalupe L.




Hola T. Guadalupe, gracias por tus palabras... Se nota que tenes una lectura lacaniana al poner en tela de juicio estas ideas de estos analistas. Habría que pensar que no todos los analistas son lacanianos. Los analistas freudianos creen en muchas cosas que Lacan dio por caducas o incoherentes, entre ellas –como mencionas- piensan que soñamos con imágenes. Y si bien para la gente esto puede tener sentido, sabemos que no es así. Justamente porque soñamos con palabras, es que las palabras tienen que terminar de ser construidas en un análisis. Y si los sueños no se recuerdan es por algo. Y los analistas sabemos que con una sola palabra podemos analizar un sueño. Y también sabemos que el sueño es lo que se analiza del sueño, lo que el analizante dice. No lo que soñó que nadie lo puede saber. Sólo sabemos lo que se dice. Por eso Lacan decía que al sueño se lo termina de soñar en el consultorio. En realidad las palabras, el sueño, toman al sujeto. Pero se lo construye en presencia de la escucha del analista. Por eso no hay inconsciente fuera del análisis. Sólo la escucha de cada analista puede hacer que uno sueñe. Los sujetos sin análisis no sueñan. O, para decirlo con menos énfasis, pueden soñar pero no tienen ninguna posibilidad de recorrer su fantasma y de analizar su deseo. Por eso hay quienes prefieren caratular y decir que si soñas con el rojo es pasión y si soñas con el blanco es pureza, o con un paragüas es el pene, vaya a saber de quién... Todas atrocidades en el orden del disparate, del delirio. Y para delirio, ya tenemos el mito de cada analizante. 
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En todo caso es el analista quien -Lacan lo ha elaborado en su última enseñanza y también lo ha trabajado mucho Roberto Harari- con lo que se  llamo “forzaje”, puede justamente forzar un decir, una palabra, una enunciación, pero sólo con la autorización que, transferencia mediante, le otorga el analizante. Cuando los que se dicen analistas hablan de este tipo de simbolizaciones (colores que simbolizan algo, etc.) están borrando de una el concepto de transferencia, sin el cual no hay análisis posible; y –sobre todo- la dignidad de la subjetividad del analizante, es decir: su palabra. Vuelven al manual. Como Jung que hizo un manual de simbología. Y por eso los astrólogos lo usan tanto, para darle más rigor “científico” a su oficio. Como bien decís, lo loco que estos sujetos se autodefinan como analistas, pero bueno, no serán lacanianos precisamente.  También tenemos analistas que creen en lo Inconsciente como un receptáculo (desconociendo que está en el discurso) o analistas que creen que el goce tiene que eliminarse (es decir, que el síntoma es algo que tiene que desaparecer; cuando en realidad del Nombre-del-Padre se podrá prescindir a condición de servirse-de-él) y hay analistas -en definitiva- que trabajan con operadores-de-estructura que nada tienen que ver con el significante fálico.

Al momento de escribir estas líneas, sucede en mi país un acontecimiento de muerte de un fiscal que llevaba  en carpeta el llamado “caso A.M.I.A.” donde murieron 85 personas. Me viene esto ahora, porque algún periodista consultó a la Asociación Psicoanalítica Argentina para ver la posibilidad que este fiscal se haya suicidado. Parece que allí dijeron que la personalidad del susodicho no daba para eso. Yo me pregunto: ¿todavía hay analistas que creen que sólo se suicida un melancólico, un psicótico o una histérica brotada? Parece que desconocen que es bastante usual que la culpa superyoica (imagen involucrada mediante) genere este tipo de actings. Nadie está exento de matar o de matarse; y en el suicidio-neurótico está implicado absolutamente el tema de la imagen.  Y por otro lado, ¿cómo se puede conocer a un sujeto sin haberlo escuchado? ¿Desde dónde me autorizo a hablar de personalidad de alguien que ni siquiera escuché? ¿Eso es hacer psicoanálisis? Como ves, en todos lados se cuecen habas... Parecería que algunos analistas se quedaron en el siglo XVIII donde se medía la capacidad de homicidio de un prototipo humano por su intelectualidad o por su contextura física.  Bueno... Nada: el psicoanálisis no es una religión, así que la palabra la tiene siempre el analizante: el único Amo es la Muerte, que no me canso de llamarla Castración. Cordiales saludos, map.



ARTE:
Oswaldo Guayasamin
[Quito, 1919 / Baltimore, 1999]

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