Body Art & Psicoanálisis









El dolor es un tema recurrente para todos aquellos artistas que usan su propio cuerpo como soporte o elemento artístico. Todos ellos intentan mostrar algo que el ojo no puede ver, algo que va más allá de la contemplación, de la representación. El dolor en sí mismo, sin metáfora, como una somatización de la acción que ejerce la política, la religión, las identidades sobre el cuerpo en el estado actual de la sociedad. Con sus acciones, estos artistas exponen su cuerpo abandonado a las maniobras científico-técnicas, padeciendo un discurso sin agente, reducido meramente a sus funciones y necesidades, o escenario de la violencia que imprimen los cánones de belleza, los nuevos imperativos. 

El norteamericano Chris Burden se ha hecho colgar, disparar, encerrar, incluso crucificar sobre la parte superior de un coche Vokswagen examinando con estas acciones la noción de riesgo. Vito Acconci se ha mordido, golpeado, quemado en la búsqueda de una reflexión sobre los límites corporales. Ulay y Marina Abramovic se han abofeteado, quemado, cortado, quitado trozos de piel para trasladarlos a otros lugares con el fin de tomar conciencia del cuerpo y de la violencia que sobre este se ejerce. Gina Pane, que se autodenomina artista-mártir se ha clavado espinas, se ha practicado cortes e incisiones, ha caminado sobre cristales rotos, todo ello en una clara referencia al suplicio de los santos. Su pretensión ha sido poner de manifiesto la dimensión “herida” del cuerpo de la mujer, preocupación que comparte con Ana Mendieta, Mary Kelly y otras. Todas ellas intentan poner en evidencia la objetualización y vilipendio de la mujer en el sistema capitalista falocentrista: El cuerpo se proyecta como conciencia de ser, como subversión del cuerpo cotidiano.



El movimiento denominado carnal art se distingue del body art por excluir el elemento del dolor como medio para intensificar la conciencia del cuerpo a través del arte. Su representante más conocida es, sin duda, Orlan, una artista multimediática que realiza performances en las que su cuerpo-mártir evoca el sufrimiento de los santos, aunque desde un punto de vista herético, privilegiando su carácter erótico. Con su peculiar exploración de la identidad femenina ha llegado a diseñar su autorretrato hasta transformar su rostro con la implantación de rasgos de mujeres míticas (Monna Lisa, Europa, Venus). Se somete a operaciones quirúrgicas ante fotógrafos y cámaras de televisión de acuerdo con una minuciosa planificación: la elección de la música, de la ropa que viste el personal sanitario  (creada por famosos diseñadores), las máscaras que ella porta, los textos o poesías que lee. Orlan parte del principio de que el carácter ontológico del cuerpo es el resultado de su estado natural y de una construcción sociocultural. Con sus operaciones intenta negar estas determinaciones inmutables, a través de la fragmentación, la desconexión de sus partes, creyendo demostrar así su carácter sustituible y manipulable. 

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 Gracias a la intervención de las nuevas tecnologías pretende que se puede cambiar el 
estatuto del cuerpo femenino, sometido a seculares presiones sociales y políticas.Aunque cada uno de estos artistas tiene motivaciones diferentes, ninguno ha podido prescindir del espacio fingido de la escena, por muy explícito y escandaloso que se proponga, el arte depende de la estructura del lenguaje, de la implementación y diseño de los temas, es decir, de un simulacro. Además, la conservación de las obras (fotos o películas) elimina precisamente un elemento considerado específico de estas acciones, el estar hechas en espacio y tiempo reales.


Vilma Coccoz
Extracto:
El cuerpo mártir en el barroco y en el Body Art.
En: Las tres estéticas de Lacan, psicoanálisis y arte.
Ediciones Del Cifrado, Buenos Aires, 2006.
ARTE:
Gesine Marwedel

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