La no-naturalidad Hombre-Mujer y el analista como desecho











Quisiera plantear la siguiente pregunta: en el caso de que un hombre pueda hacer el amor con la mujer que ama —lo que también sucede, ¡uno no siempre es impotente con las mujeres que ama, caramba!— quisiera saber qué implica la si guiente pregunta, que es una ligera modificación del enunciado universal que escribí "todos los hombres aman a la mujer"; es cierto que todos los hombres desean a una mujer (ya no es más la mujer) cuando ella se les propone como tal, ¿es decir en tanto que objeto a su alcance? 

Supongamos que no hay impotentes, supongamos que no hay envilecimiento de la vida amorosa; les planteo una pregunta que muestra bien la distinción entre lo que llamaría el fundamento naturalista con lo que llaman la reserva organicista, porque no es lo mismo decir que, en los casos con los que tenemos que ver en psicoanálisis, hay casos que dan cuenta de lo orgánico, no es para nada en nombre de esto que queremos plantear la cuestión de saber: es que cae de su peso, y acá van a ver que estamos forzados a introducir cosas que muestran bastante lo artificial de lo que planteo, porque va a hacer falta primero que yo salga de todo el contexto de sus compromisos, de sus lazos, de los lazos que tiene anteriormente la mujer, de esto o aquello, es que hay lo que es al principio natural digamos que, en esas situaciones donde es muy notable que los novelistas se vean forzados a romperse la cabeza para inventarlos, a saber las situaciones que llamaría, no sé cómo llamarla, es impensable, es la situación del chalet de montaña: un hombre, una mujer, normalmente constituidos, están aislados, como dicen, en la naturaleza — ¿es natural que se besen? He aquí la cuestión. Se trata del naturalismo de lo deseable. Esta es la pregunta que hago. ¿Por qué? No para decirles cosas que enseguida van a dar la vuelta por todo París, a saber lo que Lacan enseña quiere decir que el hombre y la mujer juntos no tienen nada que ver. Yo no lo enseño; es verdad. Textualmente no tienen nada que ver juntos. Es molesto que no pueda enseñarlo sin que se produzca un escándalo, entonces no lo enseño, lo retiro. Es justamente porque no tienen nada que ver que el psicoanalista tiene algo que ver en este asunto (cette affaire la) (escribámoslo en el pizarron): staferla. (También hay que saber utilizar una cierta forma de escritura).

Por supuesto yo no lo enseño. ¿Por qué? Porque aún si es lo que surge de una forma que se impone estrictamente de todo lo que nos enseña el psicoanálisis, a saber que nunca es "qua tenus femina" (digo "femina", ni siquiera "mulier") que "la mujer" es deseada, que es necesario que el deseo se construya sobre todo un orden de recursos donde el inconsciente es absolutamente dominante y donde en consecuencia interviene toda una dialéctica del sujeto. Enunciarlo de esta forma extraña, que el hombre y la mujer finalmente no tienen nada que ver juntos, es simplemente marcar una paradoja, una paradoja que ya no tiene alcance pero que es del mismo orden que esa paradoja de la lógica de la que me valía ante ustedes, es del mismo orden del "yo miento" o la paradoja de Russell del catálogo de todos los catálogos, que no se contienen a sí mismos. Es de la misma dependencia.


(...)

Nosotros sabemos que, en cuanto al partenaire, ella cree amarlo; incluso es lo que domina; se trata de saber por qué se llama a eso su naturaleza; sabemos muy bien también que lo que realmente domina es que ella lo desea; es incluso por eso que ella cree amarlo. En cuanto al hombre, conocemos la música, para nosotros está muy machacado; cuando ocurre que la desea, cree desearla pero en este caso tiene que ver con su madre, sin que la ame. ¿Qué le ofrece?. El fruto de la castración ligado a ese drama. Le da lo que ya no tiene. Sabemos todo eso. Va en contra del buen sentido. Es simplemente el buen sentido lo que hace que el analista, con ese instinto de clínico piense sin embargo que una vez que no haya nada de todo esto, porque el novelista hizo todo para que ya no esté en el horizonte (el chalet de montaña) si eso no anda. ¿es que pasa algo? Yo pretendo que no es simplemente buen sentido. 


Pretendo que hay algo que hace justamente que el psicoanalista esté, de algún modo, instalado, instaurado en la coherencia. Lo está por la precisa razón que hace que "todos los psicoanalistas deseen saber", es tan falso como lo que se enuncia arriba y de que hay que saber es por qué es falso. No es falso por supuesto por el hecho de que sea falso, porque siempre se puede escribirlo, aún si todo el mundo sabe que es falso; en los dos casos hay una especie de maldón.

Después de haber definido el acto psicoanalítico que definí de una forma muy audaz, puse incluso en el centro de esa aceptación el ser arrojado a la manera del objeto (a), es tremendo, es nuevo nunca nadie lo dijo; naturalmente, a partir del momento en que lo dijese vuelve tangible, es tangible, se podría sin embargo tratar de contradecirlo, de decir lo contrario, de traer otra cosa, de poner una objección; es curioso que despue de que lo dije (no hace tanto tiempo que lo puse en primer plano) nadie chistó si quiera para decir algo en contra, mientras que en el fondo es tremendo se podría aullar, decir: "¿que es esta historia! ¿Nunca se nos explicó el análisis así, qué es esto de que el analista es arrojado como una mierda?" 

La mierda turba muchísimo a la gente: no hay más que mierda en el objeto a , pero a menudo es a título de mierda que el analista es arrojado; depende únicamente del psicoanalizante; hay que saber si para él es verdaderamente de mierda que se trataba. Pero es sorprendente que todas estas cosas que digo, yo pueda desarrollar este discurso, articularlo, puedo empezar a hacer girar montones de cosas alrededor antes de que a nadie se le ocurra levantar la menor protesta y dar otra indicación, otra teoría sobre el tema del fin del analista. Curioso, curioso. Esta abstención es extraña; porque en el conjunto implica todo tipo de consecuencias perturbadoras.

Jacques Lacan
Seminario 15: El Acto Psicoanalítico
Extracto de Clase 15
27 de Marzo de 1968
ARTE:
Rufino Tamayo
México / 1899-1991

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