Balada triste de amor... Alex De La Iglesia


"¿Por qué quieres ser payaso?-
Porque si no fuese payaso, sería un asesino."-




Balada Triste de Trompeta
Guión y Dirección: Álex De La Iglesia
[ España / 2010 ]
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 En la obra "Balada triste de trompeta" quedan todo el tiempo flúctuando los vaivenes de la Pulsión. El Súper-Yo con su voz imperativa y perversa es claro en su Demanda, y el personaje central lo enuncia: "Dejame hacer algo bien, por una única vez en mi vida..."-  De allí que solemos decir, en psicoanálisis, "los padres siempre tienen razón"- Es decir: si el neurótico no puede atravesar esa Demanda se cumplirá indefectiblemente ese mandato-funesto: el loco, la boluda, el inútil, el ladrón, la que todo le sale mal, el esclavo, el chivo-expiatorio, la pobrecita, el que se la banca sólo, la sacrificada, el éxitoso, la que puede con todo, etc.

Esta escena que he fragmentado para el posteo, sintetiza directo la satisfacción pulsional que el goce produce: los sujetos no sólo pierden la causa de su deseo; también pueden llegar a perderlo todo. ¿Por qué? Por lo mismo de siempre; por aquello que Jacques Lacan luchó contra: el ilusorio YO, el siempre creído EGO, paralítico y ciego. Por lo mismo que un sujeto construye y destruye una relación: porque es más importante su YO que el del otro.  La escucha cotidiana de nuestros analizantes lo atestiguan día a día: y así están quienes se quejan porque sus parejas prefirieron operarse las tetas o la nariz (leáse: privilegiar su imagen) que escuchar la demanda del partenaire; o prefieren terminar una carrera universitaria en cinco años -o realizar los posgrados de rigor- a cambio de  castrarse, sumando tiempo para la convivencia de pareja; etc. etc. La cuestión siempre es la misma: YO antes que VOS..

En esta obra -y específicamente en este fragmento que recorto- se ve claramente cómo los personajes sólo piensan en sí mismo, pulsión mediante. Porque lo patético de esta escena es cómo, compitiendo, sólo piensan en ternerla más larga. Si realmente el amor se enmarcaría en -San Agustín dixit- "hacer feliz al otro", no habría razón para que se posicionen fálicamente como protagónicos. Pero, empirismo cotidiano lo atestigua, lejos de eso el sujeto sólo suele pensar en -y con- su YO.

Para mi gusto, esto es lo mejor de Álex de la Iglesia. Y -creo- una de las obras fílmicas más logradas de la historia del cine. Aunque cruda, estéticamente armónica, de una belleza singular. Como alguna vez dije: majestuosa. Cine suntuoso, cine honesto. Con una mirada psicoanalítica y sociológica no ajena con la angustia y la historia de sus personajes. Personajes rebalsados de vida, de pasión, de hazaña, de arraigo. De dolor.

Personajes que pensando sólo en si mismo persiguen a lo que dicen amar, lo acorralan, lo amenazan, lo torturan y llegan hasta matarlo; es decir: aniquilarlo para que ya no sea obstáculo para su deseo. Sin saber (es la inocente ceguera del Yo) que con esa abolición tambien desaparecen ellos como Sujetos de la Ley, del deseo.


En la escena final, donde los dos personajes que disputan al mismo Amor se enfrentan en espejo, no pueden más que reirse de impotencia. Reirse tragicómicamente. Porque la risa, a este nivel, es un grito camuflado: pura elegía.

Marcelo A. Pérez
[ IX/2013 ]


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