El engarce neurótico









 
La clinica psicoanalitica -obviamente a través de la escucha de los analizantes- llega a ciertas conclusiones ineludibles. Tomemos el siguiente ejemplo de una pareja que bien puede ser cualquiera, ya que lo que aqui importa es marcar los mecanismos en juego. Incluso –para este propósito- el ejemplo sirve de universal ya que de lo que se trata es de cómo nos vinculamos a partir del síntoma del otro:

Tenemos al sujeto X y al sujeto Y.  X busca personas que, más alla de las características imaginarias que lo atraen, tienen caracteristicas simbólicas y reales que otorgan significancia y engarce a la relación. La caracteristica que a X imanta en esta busqueda pasa por el rasgo de abatido, de victimez, de excluido por el Otro que lo goza, de crucificado, se podria decir incluso, de caído; aquel que necesita -y aqui el narcisismo operante de X- que el Otro venga -cual Salvador- a redimirlo, auxiliarlo y restituirlo de ese lugar deyecto. Tenemos, por otro lado, a Y.  Y, el caído, buscará la salvación via X, el que podrá -si todo marcha como fue previsto- socorrer y liberar a Y de sus padecimientos. 

El pequeño problema es que el muro del lenguaje se interpone y ya todo está perdido: no hay complemento y en la suplementaridad que queda, el real muerde la cola… X no sabe, no puede saber, lo que Y necesita, y viceversa, puesto que no se trata de necesidad sino de goce... O –para decirlo más tristemente- porque el sujeto no quiere su bien sino su mal.  Veamos…

¿Que sucede aqui? Sucede que X busca un hijo indefenso e Y busca un padre poderoso. Ambos buscan tenerla más larga a condición de que el otro soporte tenerla más corta... En un grupo de estudios, rondando esta frase, me preguntaron : ¿Cómo es qué Y la tiene más larga para X si aparentemente es alrevés ? Bien simple: en un vínculo amoroso, los dos sujetos buscan al otro vía Ideal, por tanto si hay enamoramiento es porque ambos creen que el otro la tiene más larga : no es necesario caer en el imaginario pero podemos pensar que ese « tenerla más larga » puede ser por un título, por la edad, por ciertas potencialidades, por el tamaño de las tetas, por el coche que tiene, porque vive rodeado de pobreza, porque vive ostentando bienes, porque es el Padre que viene a salvar o porque es el pobre Hijo caído… por lo que sea… Todo dependerá del fantasma en juego en cada uno. Ese tenerla más larga es engañoso porque supone que el otro no tiene falta : y de hecho en la etapa de enamoramiento es típico escuchar enunciados como « es perfecta » o « es divino » o « ideal para mi » o « el más bonito », etc… todas frases esperables en la díada Madre-Hijo donde se supone un complemento fálico y donde el hijo puede llegar a ocupar un lugar apetecible para el deseo del Otro. Un espacio aparentemente sin falta donde el Héroe y el Anti-Héroe juegan su partida.  (No haría falta aclarar que dentro del héroe hay un antihéroe, y viceversa ; identificación y proyección mediante.)

Entonces, como dijimos, el otro tiene hiancia, y por ese agujero se pierde algo irrecuperable que, via la demanda, se tratará de imponer. Ni la madre, ni el padre, ni el hijo eran lo que se esperaba : pronto se termina la feliz primavera… El sujeto Y no era tan víctima : se agita, se subleva, se enfrenta, se opone, se rebela, empuja, quiere salir : todo esto si la cosa funciona esperablemente en términos normales : quiere zafar del apetito del Otro.  El problema es que a veces esa oposición, esa protesta, se impone en demasía porque es obvio que lo que buscó no es lo que encuentra : X –en función de padre- tambien va a exigir la ley y el hijo no la va a aceptar de buen modo ya que toda ley es castratoria de goce. Pero no sólo eso, también va a comenzar a darse cuenta que el hijo no quiere salir de su posición : por eso no entra en los cánones legales : quiere gozar. Y el padre también quiere gozar, lógico. Y también advierte entonces que no era tan salvador tampoco: no lo puede todo, aunque cree que gozando lo obtendrá..

El problema es que cuando no es posible suturar esa hiancia, sea porque la impotencia del padre ha llegado a su tope, o bien porque el hijo no cesa de gozar con su sintoma, lo imaginario cae y aparece el real del vinculo. Decimos que este ejemplo sirve para cualquier vínculo porque –vía el imaginario engañoso- el real aparecerá en algún momento y se nos caerá eso que pensábamos que erámos y eso que pensábamos que el otro era : de allí que al cerrar un duelo advertimos –vía la famosa frase ¿qué pude haberle visto ?- la ficción del montaje fantasmático.

Entonces : X descubre que Y no va a poder nunca adecuarse a la estrategia castratoria legal del vínculo y que él mismo no podrá hacerlo ya que su tope narcisistico no le permite seguir cediendo y dejar de demandar otra posicion de Y.  Esto quiere decir que X advierte que Y es, tal cual lo buscó, un caído pero que también es un rebelado ante el otro que le pide que se levante. Un rebelado –insisto- para seguir siendo un caído. No será casual que también descubra en Y cierto odio intrínsico, ya que ¿para que sirve el odio? Justamente, para separarse de lo instituido y para quedar fantasmáticamente como victima de ese otro a quien se odia. (Odio que se manifestará seguramente en su otra cara : el castigo.) Pero como Y no puede dejar su posición, Y también quedará impotentizado.

¿Dónde esta la pulsión, el goce de Y? En no querer levantarse, en seguir sosteniendo un Otro malvado que le demanda castración, para seguir siendo èl mismo victima de la Ley, del Otro. De no ser así, Y pierde su fantasma, se le cae, no puede seguir siendo el anti-héroe ni odiando al Otro –y a la vez pidiendo Su clemencia- ni puede seguir obviamenrte gozando.

Por otro lado, X tampoco puede ceder y atravesar el fantasma de, oh sorpresa, superar a un Padre que también ha estado caido, ¿por què? Porque el padre de X también ha estado impotente frente a la madre fàlica (de X) y por tanto X queda en ese nivel de impotencia asegurándose el goce de seguir esperando volver a salvar a un otro que no va a poder salvar.  (X recuerda –por ejemplo- que de una de sus ex parejas, se ha divorciado cuando ésta pudo terminar un objetivo pendiente: comprar un inmueble.)  Es decir que uno podria decir que X queda, al igual que Y, atrapado entre lo que puede y no puede: si puede ser el salvador y salva, renuncia ; porque su tarea ha concluido. Si no puede salvar, también renuncia, porque la impotencia se le ha manifestado y lo paraliza.

El sujeto Y, por su lado, busca ser salvado pero no acepta, huye en cuanto percibe que algo en ese orden lo convoca puesto que al mismo tiempo también lo va a convocar el orden legal ; huye pues para retener goce y seguir en el marco de su fantasma; pero lógicamente al huir, ¿dónde va? : a buscar nuevamente ser salvado... para volver a huir -seguir victimizado- y repetir la historia.  En ambos casos, está claro que se busca a quien la tenga más larga, para cortársela ; obviamente, cuando el goce excesivo predomina sobre la ley. 

Está claro en este ejemplo, que Y –en su dialéctica histérica de elevar al otro y después rebajarlo- juega del mismo modo que X que intentará primero rebajar en su busqueda, para elevar. La dialéctica parece inversa pero es en realidad homomórfica. Ambos retienen su goce, vía la impotencia, y no pueden atravesar la lógica que su fantasma le determina.

Suceden situaciones análogas entre la histérica (en su demanda constante que la deja insatisfecha) y el obsesivo (en su afán de querer responder a esa demanda y que lo deja impotentizado). Aqui tambien ambos, impotentes (la frígida y el eyaculador precoz, por ejemplo) hacen del vínculo una funcionalidad inconsciente pero una queja consciente de querer zafar de este mecanismo. Por eso no es alocado escuchar que el eyaculador precoz o la anorgásmica (o la que en la parroquia conocemos como « la que no lubrica ») lo sean en el vínculo, pero no por fuera de éste. Una relación perfectamente neurotizada.

Mientras una histérica y un obsesivo hagan la pareja, la pareja se sostiene aún en la falta puesto que el engarce se sintetiza asì : ella quiere ser Reina, él la hace Reina para sentirse Rey. (El obsesivo respeta la Ley.) En cambio si dos partenaires son de estructura histérica, la pareja suele no sostenerse porque las discusiones llegan a un punto álgido y desgantan la relación : los dos paretenaires quieren ser Reinas y, como sabemos, en un Estado puede haber muchos Príncipes o Princesas, pero Reina o Rey sólo hay uno. Y, a diferencia del obsesivo que teme (e incluso busca) la Ley, la histérica la desafiará siempre.


Marcelo Augusto Pérez
El engarce neurótico
Las relaciones imperfectas que funcionan
y las perfectas que no.
Agosto / 2012

Arte: 
Nicoletta Ceccoli


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