Belle Indiffèrence & Victimización

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Hola Marcelo. Con respecto al posteo último que tu firmas, quería preguntarte simplemente: ¿Entiendes que el Narcisismo puede vincularse con lo que S.Zizek llamaría “virtualización del vacío” y con el victimismo que el también llama 'la máxima expresión narcisista de la postmodernidad”? Muchas veces no me queda claro por qué el Narcisismo es dominante en el movimiento del Sujeto.  Gracias por tus aportes, un gran saludo desde Puebla.
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Bueno, lo que Zizek conceptualiza como “máxima expresión narcisista del postmodernismo” es un estadio de debilidad que permite el control a partir de un salvoconducto (o redención) de las utopías-controladas. De ahí el victimismo como expresión narcisíca y la reducción de la realidad a una simulación y virtualización del espacio. No es fácil la lectura de este pensador postlacaniano; y es muy enmarañada la red conceptual con que trabaja los puntos clínicos en Lacan. 

Pensémoslo más simple: el sujeto no puede actuar sino a través de una cuestión narcísica. Hoy justamente lo recordé en un Grupo de Estudio dónde también mencioné cómo la enseñanza de Guillermo Maci –quien estos temas los ha elaborado muy bien- me ha permitido en lo particular –y en mi trabajo con la clínica y supervisando con él- escuchar esa cuestión fálica-narcísica  y las escenas que el sujeto acostumbra a montar siendo –obviamente- el protagonista siempre. Pensemos en el entramado de un sueño: el sujeto siempre es el eje, aún proyectado en otros personajes.

El narcisismo –estructural y estructurante- se convierte en un problema cuando obtura la dinámica deseante que causa al sujeto. Es decir, cuando la castración –mutis por el foro mediante- falla. Como dije en ese posteo, la castración siempre es del YO. Para eso es necesario castrar al Otro porque si no sigo “creyendo” que soy el irremplazable objeto que cubre su falta. Pero no podemos hablar de "victimizaciòn" sin incluir a la Histérica en todo esto.

Con estos avatares histéricos-narcísicos se mueve el mundo; y cuando no empujado con los componentes obsesivos de rigor: el narcisismo domina las escenas, montajes que unidos al componente histérico hacen un cóctel por de más sabrosísimo: pensemos que la Histérica necesita –sin poder dejar de ser el falo- como decimos habitualmente “tenerla más grande”. De ahí que siempre habrá un plus en la Demanda: primero te pido esto, después aquello, después lo otro… Pero Lacan decía: “No se trata de eso…”.  Y eso la Histérica bien lo sabe: sus caprichos conducen al cajellón del siempre metonímico deseo: cuando obtiene lo que pidió, pedirá más…  

Es decir, en vez de proceder al acto castratorio, el neurótico “elige” el goce. Y un dato más de la clínica cotidiana: cuando la Histérica comienza a “observar” que el montaje escénico decae –sea porque el otro no entra en el juego imaginario, sea porque se impone la Ley que el neurótico no acata de buen gusto, sea porque ciertas variables no están dadas (en este punto bien Hegleriano el deseo es deseo del otro), entonces es ella misma quien abandona la partida a priori, sabiéndose por afuera antes de tiempo y antes que el Otro pueda “ganarle de mano”. De ahí también que queda victimizada. Como se ve el eje es perfecto: narcisismo, histeria, victimización. A esto se lo ha bautizado como la Belle Indiffèrence: ¿Y yo qué hice?.  Cordiales saludos, marcelo.-

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Arte:
E. Garduno
El día después de ayer, foto.


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