Del Verbo de la Pulsión al Fantasma

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Que en el terreno de la pulsión, a diferencia del instinto, se enfatice la cuestión de la demanda indica a las claras de esta ingerencia del lenguaje en el mundo pulsional, poniendo de relieve que no constituye un dato primero, un dato original o "natural", sino que es algo que se construye.  Se construye a partir y al modo de una demanda, es decir en el entramado de una relación dialógica con el otro, y es por eso que no va a tardar suponerle un sujeto como su agente, un sujeto que no solo demanda sino tambièn al que se le demanda.  Que esta trama ocurra, que tenga vigencia esta trama capaz de imaginarizar vínculos simbólicos es la que permite que lo pulsional se constituya como demanda adquiriendo de este modo una férrea estructura gramatical que supone un sujeto, un objeto y una acción que los vincula. 
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La pulsión ingresa, por así decir, en el mundo de lo humano a partir de la palabra, y no la de cualquier sino la de aquella que ha ocupado la funciòn de madre, la que ha libidinizado al sujeto a advenir, suponièndolo, en ese acto, sujeto, transformándo en un cachorro humano a alguien que podría haber tenido un puro destino animal, o para ser más preciso, un destino loco, un paria extremo ni humano ni animal.  La pulsión hace su ingreso en el mismo tiempo que la palabra se incorpora en el que se logra "hacer de esa nada, alguien".  Como se incorpora como el ahuecamiento de una presencia, la palabra es vivida como recurso y como pérdida de goce, de un goce supuesto cuya pérdida nombramos como castración. En el momento en que como plus de goce reclama por su satisfacción.  La palabra, en tanto dimensión de muerte, queda desde su inicio asociada a un goce y su pérdida.
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El saber inconsciente es el que da cuenta del intento, siempre fracasado o inacabado, de dar "letra" a lo pulsional.  Ese saber inconsciente dice de la vigencia de ese Otro primario donde se fue a buscar respuestas.  Es un saber, estructurado como un lenguaje, armado sobre la articulación significante, una red que permite que un significante sea aquello que representa al sujeto para otro significante.  El sujeto queda "sujetado" así a dicha red, a ese saber.
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Cuando Serrat hablaba de que alguien tiene "un sueño en la piel" uno diría con qué se responde a eso.  Haciendo música o suponiendo que uno encuentra a alguien con el cual vivir ese sueño en la piel y eso abre a la dimensión del deseo hacie el otro y el amor, eso abre también otro camino.  Se produce un hilado muy fino entre las palabras y lo pulsional, de demanda de lo pulsional.  Fino y complejo, porque despuès el lenguaje se encarga de alusiones respecto de lo pulsional, sobre todo todas aquellas palabras que implican acciones. Uno puede ligar las más obvias respecto a las fuentes, a las zonas erógenas: cómeme, chupame, cagame, te cago, todas las variantes. El lenguaje va a establecer un vínculo entre dos o con uno mismo pero uno mismo desdoblado pero uno es otro también ahí, son alusiones que hacen mención a una relación con alguien a través de una acción.

Los verbos en general uno podría pensar que son los que más claramente van a tramitar esta cuestiòn de la dimensión pulsional.  Los verbos que implican acciones y por eso este punto central de la clínica analítica que tiene que ver con la transferencia, me parece que es un modo de pensar particular de acciòn y un modo particular de lazo social.

SERGIO STAUDE
Las pulsiones o la vida secreta de las palabras
Fragmento de la Clase del 14 de julio del 2007
Red de Seminarios: "Pulsión"
Escuela Freudiana de Bs. As.
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Arte:
Pedro Luis Raota
1934 / 1986
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