Humildad Mozartiana

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Yo tuve un gran maestro que fue Francisco Maglio: sigue siendo mi maestro de todos los dìas. No sólo porque me enseñó infectología, sino que me enseñó una actitud ante la vida, una actitud ética. Yo soy una especie de Salieri de Maglio, así que en ese sentido les copio sus melodías...
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Nuestro sistemas hospitalario, yo siempre lo describo como un sistema de dos caras. Una cara de las puertas abiertas: vos venís y te atendemos. Yo no te voy a preguntar si vos sos de Capital o de Provincia más que le pese al Jefe de Gobierno que protesta porque hay que atender a la gente de Provincia. (...) Pero el hospital es de puertas abiertas y se atiende a todo el mundo "coma", que llega. ¿Y quién es el que llega? El que tiene suficientes monedas para viajar en colectivo, en subte; el que tiene tiempo para venir al hospital cuando los médicos estamos en el hospital.  Los hospitales están organizados de acuerdo a las necesidades de los médicos no de los pacientes. Los hospitales trabajan de mañana porque a la tarde los médicos tenemos consultorio. Ahora por ahí vos trabajás a la mañana y necesitarías venir a las seis de la tarde a atenderte: no podès en la mayorìa de los casos. La señora que te ayuda en las tareas de tu casa si quisiera hacerse un Papanicolau podrìa venir un sábado pero un sábado no te hacen un Papanicolau porque el ginecólogo que està està de guardia para las urgencias.  A ninguno de los cráneos de la Salud Pùblica se le ocurre decir "bueno... si queremos que la gente se hace un Papanicolau pongamos un consultorio de Papanicolau y contratemos un médico y pagemòsle como corresponde para que haga el Papanicolau el sábado a la tarde..." De la misma manera podrìamos hablar de consultorios externos sábados y domingos... Si los Shopping trabajan así los hospitales tambièn podrìan trabajar así...


Pedro Cahn
Jefe Servicio Infectologìa H.G.A. Juan Fernández
Fundador y Presidente Fundación Húesped  HIV-Sida
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Los infectados y enfermos no están en riesgo, son de riesgo para los demás.  Hemos culturizado el temor natural al contagio de una enfermedad con el espanto al contacto con una persona. Ya no es el virus lo que nos espanta: es el homosexual, el promiscuo, la prostituta, lo que nos queremos que nos toque y por eso y para eso lo señalamos y excluimos.  Son "riesgo para nosotros".  Hemos construido virus -casi demonios- con caras, cuerpos, brazos, piernas; pero, eso sí, sus mentes, sus sentimientos, sus libertades, nos siguen perteneciendo a nosotros, "los sanos".
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Francisco Paco Maglio
Infectólogo / Antropólogo Social
La dignidad del otro
Puentes entre la biologìa y la biografìa
Zorzal; Bs. As., 2008.
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