Deseo y Norma



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En lugar de construir una certeza del "yo soy", la cuestiòn radica en arribar al Kern de un ser radicalmente faltante, para lograr, así, la despersonalizaciòn lógicamente subsecuente al atravesamiento del fantasma. Si se sobrepasa el fantasma y se accede a la realidad del deseo -teniendo en cuenta que desde Freud el deseo es sexual- nos topamos, finalmente, con la realidad sexual de lo inconsciente conforme con lo cual no hay relaciòn sexual. Si el deseo es sexual, el objeto causa el deseo precisamente porque no hay relaciòn sexual (el mismo objeto, claro està, es a-sexual).

La ausencia de relaciòn sexual, por su parte, es un postulado básico. Pretender lo contrario implica colocarse del lado de la ilusionada estabilidad instintiva; creer en la existencia de un instinto genital es lo que lleva, por ejemplo, a la imposiciòn de una pareja estable -un "objeto adecuado"- como requisito para insòlitos "criterios de normalidad" que muchos aún esgrimen. Nadie negará que, finalmente, es esta una concepciòn de tipo religioso.


Roberto Harari
Fantasma: ¿fin del análisis?
Cap. XVIII Dos modos fundamentales del objeto a
Nueva Visiòn; Bs. As.; 1990
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Como sabemos; si el objeto es absolutamente contingente para la pulsiòn; si tambièn es cierto que las pulsiones (sexuales y por eso de muerte) conforman una sexualidad perversa polimorfa por definiciòn; entonces el psicoanàlisis viene -con su Peste acuesta- a recordarnos que los rótulos y significantes a los cuales el sujeto necesita amarrarse para amortigûar su incertidumbre; no son una buena opciòn para encontrarse con el deseo que habita en cada uno; ni siquiera -digamos de modo cuasi filosòfico- para vivir el hoy. Cuando el sujeto advierte esto, muchas veces se genera una angustia inmediata. Pero tambièn cuando lo advierte el propio analista que, horror al acto mediante, intenta adecuarse a una psicologìa de la conducta, de las pautas morales, y adaptar el goce de cada analizante a su propia imagen y semejanza. Sabemos -desde Freud para acá- que este furor curandis es -sin más- iatrogénico por definiciòn: el goce es, como el deseo, absolutamente de cada sujeto. Como si esto fuese poco, habría que recordar que el deseo del neuròtico està siempre en otro lado; puesto que si bien su fantasma es siempre perverso; no es así el marco que lo constituye y en el cual se moviliza. Por tanto si la demanda es "te demando que me demandes" y si el amor aquì juega su papel engañoso; es claro que aceptar el deseo sin preconceptos -sin "criterio de normalidades"- constituye, para cada sujeto, una encrucijada desesperante.
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Marcelo Augusto Pérez
Buenos Aires; Julio 2010.

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