Iguales

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Baudelaire, una vez, vio a un mendigo arrodillado, estirando la mano, humillado. En vez de darle dinero, Baudelaire le arreó una patada. Y otra. Y otra. Hasta que el mendigo se alzó y le plantó cara. «¡Ahora somos dos iguales! -clamó entonces Baudelaire-. ¡Ahora sí puedo compartir contigo mi dinero!»
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Alexandre Jollien
¡No se apiaden de mí! Mejor desprécienme
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