Alejandro Urdapilleta



Estaba tan aburrida
que me metí los dedos en la nariz
y saqué una ristra de lucièrnagas.

Como creía en la bondad
de las pelotitas negras
entre los dedos de los pies
entonces me arranque una luna de entre los dientes.

Después me cagué encima
y las uñas me explotaron
al mismo tiempo que los
fuegos artificiales se enredaron en mi pelo.

Pero seguía tan harta
tan podrida de sudores
tan transpirada, perforada y roñosa
que en los bolsillos me hirvió
el agua para el mate.

Tenía miedo y cerré con llave
para no molestar a los vecinos
con los latidos de mis várices.

Puse más bajo el volumen de las carótidas
suprimí el vino en las comidas
pero igual refaló la polenta de mis sobacos.

Ya no tenía ruido mi lengua
por eso mastiquè con las pestañas y sonreí con las orejas.

En el pasillo se me encendió el pene
del que chorreaba una vertiente formada por gotas de mercurio.

(...)

Me arranqué el talón a mordiscones
y puse un testículo en remojo.

Planté cinco batatas
en la cuenca de mi ojo
y por el otro salpiqué vinagre
y lavandina ayudín de bajas calorías.

(...)

Sonaron truenos en el cielo
y un rayo me partió el malvón por la mitad.

Me olvidé de la tristeza en
el placard y me senté frente
a la ventana
me puse los 3 zapatos
y me fui pasear por mi pasado.

Alejandro Urdapilleta
[Montevideo, 1954 / Bs. As., 2013]
Estaba tan aburrida.
Monólogo estrenado en Parakultural, 1988
fuente: A.U. : Vagones tansportan humo.

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