Cuentos / Sergio Alonso Ramírez
Había una vez un psicoanalista que escribía cuentos... Quizás no sea casual que muchos analistas tengamos una gran predisposición a escribir. Nuestro oficio,
que nos convoca a escuchar permanentemente, nos lleva de vez en vez, al
encuentro con la hoja en blanco y, tal como le pedimos al analizante que diga
lo que se le ocurra; a volcar también nosotros torbellinos de ideas, organizarlas
y construir con ellas ciertos relatos que no son menos alegóricos ni menos
mitológicos que lo que Sigmund Freud ha bautizado como la Novela Familiar
del Neurótico. Cada personaje, una mitología. Y en cada mitología, el fantasma
en escena, vía las creencias que estructuran al nino‐neurótico.
Creencias que, en su ficción, recortan la verdad del trazo del sujeto.
La historia parece haber comenzado en los papiros del Antiguo Egipcio hace más
de tres mil años; pero el relato transmitido de boca en boca, nació sin duda
desde que el niño demandó al Otro de sus cuidados, algunas palabras para poder
dormir; así como los amantes se susurran al oído palabras musicales. Porque
desde que el lenguaje creó la cultura, la palabra ‐oral y escrita‐ punzó a
través de los siglos tomando formas discursivas propensas a la disuasión y a la
ternura, que acaso sean modos prolegómenos del amor.
No creo imprudente pensar al cuento como uno de los aspectos del amor, cuyo simbolismo es evidente y cuyo real se filtra entre líneas con la sabiduría
de su autor.
Sergio Alonso es un autor que escribe como lo contaría un amante a su amada,
un padre a su hijo, un abuelo a su nieto. No sólo por la simpleza que rescata
de las formas léxicas del campo semántico, sino por la sensibilidad con que
atraviesa el relato. Por eso leer estos cuentos implica de algún modo revivir
los arcanos de la voz de aquel Otro que nos llegaba una y otra vez: un Otro
significante engarzado transferencialmente, cuya voz –o cuya pluma‐ apacigua y
calma; como nos recuerda Freud en Tres Ensayos: «Tía, háblame, tengo miedo
porque está muy oscuro». Y la tía le respondió: «¿Qué ganas con eso? De todos
modos, no puedes verme». A esto el niño respondió diciendo: «No importa, hay
mucha más luz cuando alguien habla.» En los relatos que Sergio Alonso
construyó en esta oportunidad, hay luz porque se cuenta de modo afable, dócil.
Y, como plus‐de‐goce del autor que se transfiere en ganancia del lector,
el aditivo de lo metadiscursivo que es –sin duda‐ el tono freudiano con
que los cuentos llegan a abrocharse, sin caer en inflado rococó.
Sergio Alonso reside hoy en España. En lo que a contar se refiere, España tiene
gran influencia de la cultura árabe. Según pude investigar, el infante Juan Manuel, regente de Castilla, ha recopilado bastos relatos árabes en su
obra de 1328 “El conde de Lucanor o libro de los exemplos”; y la moraleja
pivotea en estos relatos como característica básica. Así es como en los cuentos
de Sergio Alonso, aparece también este eje común. En El Acuario, o en La
Yegua y el Búfalo, o en La Tortuga que Nadaba, es quizás más fuerte que
en otros. En La Pobrecita, en cambio, hay más metadiscurso freudiano. En Abrázame Muy Fuerte, menos compasión por el tono y más sarcasmo. Según
Roland Barthes los cuentos “se han hecho de lo que no conocemos: el
inconsciente y la ideología, cosas que sólo hablan por la voz de los demás”.
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Es necesario, como se sabe, siempre un Otro que nos hable, que nos bañe de
palabras musicales: de ahí, sin duda, heredamos la enseñanza, si se puede
hablar en esos términos. Si la letra no entra con música, no se corporiza.
De allí también que sin emoción cualquier aprendizaje es ineficaz.
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Freud opinaba que las artes no nacen para agradar sino para conjurar. La conspiración
de Sergio Alonso acaso sea hospedarnos en una serie de cuentos cuya trama
simple no invalida ni deja de invitarnos al pensamiento y la reflexión.
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Agradezco su invitación a prologar estos pequeños hijos que nacen de su
sensibilidad, de su con‐moción, y acaso, por qué no, del desasosiego que siempre es
inquietud afortunada que permite seguir creciendo, cuando el médium de
la palabra nos es donada y continúa andando, discurriendo.
Marcelo A. Pérez
Prólogo para
Cuentos Para Sentir
[Relatos desde el psicoanálisis]
De Sergio Alonso Ramírez
Editorial Sumatra.
Madrid, España. 2015
Dibujos de la Edición:
Jorge Matheus.