Amadeus, el Otro y el ateo viable.



Estimado Marcelo: qué cierto lo que escribiste sobre Amadeus: fui a verla con amigas cuando estuve hace poco en Bs. As. y todas hablaban de la envidia, de la soberbia, del rencor y de la maldad de Salieri; pero nadie habló de su relación con Dios y del egoísmo de Mozart.  Pensaba, no sé que opinás, ¿no se vincularon al fin de cuentas como dos hermanos peleando por el mismo falo (la música)? Saludos y buenísima tu blog! Ana Ma. López / Sta. Rosa.





Hola! Sí, claro… la relación con Dios creo que no sólo es el eje de la historia (por eso la inteligencia de Peter Shaffer de titular su obra Amadeus: Amor a Dios), sino que creo que es también el significante del Nombre del Padre, y el FALO, que circula permanentemente; por eso también acuerdo con vos que terminan siendo dos hermanitos en disputa; sin Ley que medie entre ambos. 

Porque si bien el personaje de José II funciona en algún punto como Ley; no alcanza porque (más allá del empeñado tire-y-afloje entre Salieri y Mozart) ellos sólo reconocen al Emperador dentro del circulo de la Música; pero eso no alcanza porque el narcisismo de ambos va obviamente más allá de eso: Salieri pone a Dios como su enemigo (se le juega su existencia); y lo mismo para Mozart quien confía en Salieri hasta que “la voz” del Padre (el Superyo, el goce) comienza a torturarlo y cae enfermo.  Si Salieri hubiese podido aceptar la castración, la metáfora paterna quizás hubiese tenido mejor efecto porque hubiera representado (él) la falla sintomática de Leopold, el padre de Wolfgang. Y si Mozart se hubiese podido castrar, quizás no hubiera caído en la pobreza y en la enfermedad. Ambos se la creyeron. Ambos compitieron por el Amor de Otro. Ambos tuvieron "Un Padre" superyoico que (en sus fantasmas, obviamente) solamente los habilitaba para ser "excelentes músicos". Por ejemplo: en la obra se ve claramente como Leopold no quería que Mozart se casara con Constanze.  

Tanto Salieri como Wolfgang no pudieron zafar de ese Otro imperativo que pretendía de ellos sólo que sean buenos músicos. Por eso una cosa es representar la Ley y otra pretender serlo. (El tema que, quien la representa también debe estar habilitado para ello. Por eso decimos que son los hijos quienes adoptan a los padres; y no viceversa. Por eso alguien puede elegir a un analista o a otro.) El riesgo de un Padre mandatario superyoico (el Padre de Schreber por ejemplo: que ha generado el único caso Freudiano de análisis de un psicótico) es convocar a escena al goce mortífero; sin posibilidad de que el sujeto pueda salir de las fauces cocodrilescas de ese Otro.

Lacan ha llegado a decir que el Otro es Dios. Sin olvidar que también enunció que el Otro está barrado; porque decir “no existe” no es del todo exacto: el Otro existe porque sino no hay Lenguaje ni Sujeto.  Pero está barrado porque no alcanza; porque también desea. Por eso dice Lacan (Entrevistado por alumnos de la Univ. de Yale el 24 de noviembre de 1975) que un “fin de análisis” pretende hacer de un creyente un ateo viable, alguien que no se contradice… Habría que ver si eso es tan así, cuando sabemos que uno no deja de creer en el Otro (de ser un neurótico que pide garantías y que demanda) ni obviamente de contradecirse. 

La poesía final del texto es fuerte, trágica, porque Mozart se escribe su propio Requiem (por eso es dable pensar que se suicida lentamente) y porque Salieri también cae en lo que Lacan ha llamado "la cobardía moral": el pasaje de escena. Saludos! map


ARTE:
Raoul Dufy
Francia / 1877-1953
Homenaje a Mozart

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