La Ciencia: nuestro nuevo Dios






 

Nos es díficil entender que no somos cartesianamente disociables, que no existe una Mente separada del resto, como no existe –de más está aclararlo- un hígado o un  riñón. Que la Mente no es la Psique y que si hay que llamar Psique a lo que nos separa de la naturaleza, eso se llama Cuerpo, y todo cuerpo (humano) es psíquico. Nos parece díficil –digo- comprender que si bien es cierto que el cerebro gobierna los órganos (y el corazón, ¿no? y las suprarrenales, ¿no? y el páncreas, ¿no?) hay algo más arriba del cerebro que lo gobierna todo y se llama Lenguaje.

Voy al punto: tenemos nuevamente el famoso discurso de la neurociencia en relación a las polarizaciones, homologaciones y forzamientos hipotéticos en función del comportamiento del parlêtre, de aquel que no puede atravesar la barrera de lo cultural porque está a-presado en el lenguaje. 

Pero el señor  Carlos Logatt Grabner -como tantos otros- en la publicacion de hoy lunes 6 de agosto del 2012 en diario Clarin de Bs As, pag. 31, enuncia que no sólo hay una relación entre el cerebro límbico y las agresiones humanas o los comportamientos raros, sino que tambien es posile modificarlos en milésimos de segundos, todo es cuestión que el parlêtre lo advierta.

Cito primero para contextualizar:

"-En realidad somos tres cerebros apilados: uno de reptil, el primero en aparecer evolutivamente; otro de mamífero arriba, el segundo en aparecer; y un tercero de mamífero superior o humano, que es toda la corteza, el 80% del volumen cerebral. Este tendría que poder controlar fácilmente a los chiquititos. Pero la realidad es al revés: los primitivos son los que controlan.

-¿Por qué pasa eso?

-Primero, porque empiezan antes a funcionar. Porque reciben primero la información del mundo: en 125 milisegundos ya están haciendo algo. ¿Qué son 125 milisegundos?: medio parpadeo. Y el cerebro humano todavía ni se enteró: tarda 500 milisegundos en tomar conciencia de lo que está pasando. Siempre está en desventaja, porque los primitivos empiezan a conducir la acción. Y si el grande no está preparado para modelar las conductas que generan aquéllos, lo único que hace es darle el sí.

-¿Esto explica la violencia?

-Claro. Porque no tenemos una educación para desarrollar los lóbulos prefrontales, que es lo que intentamos desarrollar nosotros para que tengan un poder por lo menos semejante. Nuestro cerebro es una Ferrari con frenos de Ford T. La Ferrari arranca rapidísimo, pero el freno no está preparado para altas velocidades. Los lóbulos prefrontales son los que pueden decir “siga o deténgase” a las emociones, impulsos o instintos que activan los cerebros primitivos. No podemos cambiar la biología. Pero sí podemos a los 500 milisegundos intervenir, usar la conciencia y ejercer el libre albedrío."

Bien... tenemos varias cuestiones. Primero el hecho de que se esta homologando lo primitivo con lo inferior y lo inferior con lo violento. (De más está decir que este reduccionismo ha llevado a hablar de razas y ha suscitado diversificaciones ideológicas importantes entre las cuales el país del Norte lleva la delantera, y por algo allí abundan las investigaciones en torno a esto; es decir: política y ciencia van juntas.) Para Freud es alreves: lo violento no es lo más animal sino lo más humano. ¿Estamos afirmando que el animal no es violento? Sí. El animal es un animal. No es ni violento ni bueno, ni lindo ni feo. Si en todo caso queremos ponerle un significante (ah! nuestro narcisismo que ni siquiera nos permite salir de lo simbólico, y es lógico, no se puede) podríamos forzar y decir que es violento a condición de que lo violenten o a condición -y únicamente bajo esta premisa- de que necesite serlo, si cazar un pedazo de ciervo es violento o tomar el polen de una flor es violento o cortar el cordón con los dientes es violento. En el sujeto no hay necesidad. La violencia es cultural. 

No se va a descubrir ahora que el sistema límbico reacciona ante respuestas (al igual que el sistema endócrino o el autónomo), pero siempre se parte alrevés: esas respuestas nos vienen del Otro, y van hacia el sistema límbico (y hay pruebas actuales de que la Cultura (es decir, el Lenguaje) puede modificar la fisiología de la estructura cerebral).

Pero hay otra cuestión: una vez más el silogismo que se pretende introducir parte de una inferencia que no se dice: el ser humano nace "bueno" y son las neuronas -o la sociedad que hace que las neuronas se modifiquen- que lo hace "malo".  Y existe otra inferencia todavia mas naif: como el sistema límbico o reptilíco es el mas primitivo -leáse: y nosotros somos muy avanzados- es lógico que esas reacciones -típicas de animales inferiores- entorpezcan nuestra vida cotidiana y nuestra cultura, y es también lógico que sea asi puesto que lo inferior es digno de animalidad, o viceversa.

Pues bien: ya lo expresamos muchas veces, incluso está posteado en una de mis charlas subidas a la web, que la PULSIÓN es lo más humano que existe, y por eso Freud quiso nombrarla como Trieb y no como Instinkt (en alemán se pueden distinguir perfectamente los dos vocablos, y que haya freudianos postfreudianos que no lo entiendan, eso es otro punto). Dijimos tambien que la Pulsion es de muerte justamente porque es sexual y porque es parcial y porque es el camino del goce, o -como lo expresó una colega los otros dias en un grupo- porque siempre gana. Y tambien dijimos que nunca se ha visto animales que tengan las bizarrías humanas, ni siquiera que enfermen, excepto -claro- los que están en cautiverio. Aún con la contaminacion de tierras y aguas  el animal logrado todavia no enferma, su ecosistema lo sigue protegiendo de la pulsión humana; del goce humano.  Y también dijimos que no hay animales envidiosos, ni egoístas (el territorialismo es instintual y de la especie) y menos aún animales fetichistas, animales soberbios, animales histéricos o animales anoréxicos o bulímicos. Ni siquiera hay animales que coman seres humanos, ninguno absolutamente hace eso, excepto que se encuentren agredidos. (El ser humano come humanos, de paso sea dicho.)

Volver sobre estos temas tambièn permite leer la permanente manía de pegar el salto. De pegar el salto cuando conviene, porque cuando no, somos el Ser Más Bonito y Bueno y Elevado de la Escala Zoológica. La ciencia fue creada para eso, para matematizar la cultura y reducir la vida por fuera del lenguaje. Como siempre digo, cuanto más la medicina se parezca a las ciencias veterinarias, mejor medicina se supone que se hace donde ya ni hace falta hablar con el paciente. Hoy la gente se queja porque cirujanos o clínicos ni siquiera revisan ni tocan al paciente, directamente piden imágenes, análisis, laboratorio.  Pues bien, hablando de laboratorios, es coherente que estas noticias aparezcan también como aval a los quimicos ya que, como sabemos, si todo es neurológico y bioquímico, todo se soluciona con química.

La inferencia siempre parte del mismo error:  que la química tape un síntoma no quiere decir que la etiologia del síntoma sea químico. El mismo error que comete la psiquiatria cuando observando los lóbulos de psicóticos llegan a la conclusión que la esquizofrenia se produce por una alteración del mismo, en vez de pensar que es exactamente alreves: la alteración del lóbulo es debido a la esquizofrenia. Como decimos en porteño: es fácil opinar de los partidos del domingo con el diario del lunes. Claro que los psiquiatras tendrían que ponerse a pensar, entonces, a qué se debe la esquizofrenia. Y llevarlos a pensar que el lenguaje altera el lóbulo es un delirio pleno.

Hay que entender -por otro lado- que ningún farmáco cura nada. Un oncocogen puede redimirse, modificarse, alterarse, pero eso no quiere decir más que eso. Yo puedo apagar un incendio, pero no por eso modificar las posibilidades de que vuelva a ocurrir. La prueba más elocuente llega de la mano de un inmunorretrovirus que puede cronificarse en sus niveles más bajos pero no se puede eliminar del cuerpo. O la otra prueba que induce a paradoja: para prevenirme de un virus tengo que inyectarme el mismo virus atenuado, prueba de que es el cuerpo y no el químico quien produce lo inmune.  Ya los griegos –hace más de dos mil años- lo formularon: solo se sana el sujeto.

No nos vamos a horrorizar, obviamente, que las investigaciones en neurociencias apunten a estas cuestiones descartando lo que la antropología y el psicoanálisis vienen trabajando permanentemente; ni tampoco nos vamos a espantar porque se empecinen en hallar el gen del amor, del odio o de la envidia; lo que sí muchas veces asombra es que los diarios dediquen hojas enteras a estas noticias: cómo si el Nuevo Dios de la Ciencia pudiera salvarnos de la Muerte, el verdadero Amo. 

Claro que, mientras no nos salva, un buen grupo de empresas hacen investigación –que nunca es pura- para que al menos el sujeto la pase mejor sin necesidad de castrarse tanto… Todo queda en el vicioso círculo narcisista que el discurso científico día a día sigue engordando.  ¿Estás triste? Hacete las tetas y tendrás más hombres… ¿No podés tener hijos? Andá a un banco genético. ¿No te gustan con ojos negros? No hay problema: le ponemos genes para ojos celestes.  La Ciencia -a la que obviamente respetamos y en la que en dosis adecuada nos facilita la vida- va de la mano del más arcaico narcisismo –y eso sí que es violento-; mientras que la castración, mutis por el foro.


marcelo augusto pérez
La Ciencia: nuestro nuevo Dios
6 de Agosto del 2012. Bs. As. 


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