El Lenguaje que habitamos y el Pulpo a la Gallega
Me han llegado algunos correos recientes sobre una frase que aparece en uno de mis posteos en relación a lo que denominamos "las fallas del lenguaje".
Cuando decimos que las fallas son del lenguaje, estamos diciendo:
Primero, que el lenguaje es anterior al sujeto, que el sujeto lo
habita. Y habitarlo implica dividirse, estar en falta. Segundo, no nos
referimos a fallas a nivel de la expresión o de la fonación, hecho que incluso
puede deberse a alteraciones neurológicas, sino a fallas en la cadena
discursiva, en la lalengua del ser
hablante, fallas a nivel de la metáfora paterna. Tercero, tenemos que dividir
esta generalización de “lenguaje” en dos: el lenguaje propiamente dicho y el
discurso. Si la falla está en el lenguaje quiere decir que no hay lenguaje
agujereado y ahi estaríamos a nivel del
autismo. Si la falla está en el discurso, estamos a nivel de las tres
estructuras: psicosis, perversion o neurosis. Cuarto, estamos diciendo entonces
que para habitar el lenguaje es necesario que se produzca un agujero, una
pérdida. Estamos también diciendo que a partir de ese agujero nacerá la pulsión
y el deseo. Y estamos diciendo que el sujeto, via la hiancia, podrá entrar al discurso. Es decir, en definitiva, que la falla del lenguaje incluye lo que Lacan denominase falla epistemosomática: no podemos desvincularla del Cuerpo.
Esto quiere decir, por ejemplo, que sin agujero no podríamos optar entre un pulpo a la gallega o una milanesa con fritas. Veamos:
No hay dudas de que Freud tuvo coraje, se enfrentaba ante toda una
comunidad de neurológos y científicos; pero Lacan tuvo -como decirlo- un poquito más de amígdalas... Siendo psiquiatra rompió con la psiquiatría misma al definir la Psicosis como un problema de Lenguaje, y con él todo el resto de significaciones que venían de la mano.
Con
Freud aprendimos que el Complejo de Castracion opera en la estructuración del sujeto, es decir, es
el nudo operador de toda estructura. Pero con Freud sólo no alcanza. Lacan vino
a decir algo más: el Complejo de Castración hace posible que respiremos, olfatiemos,
veamos, escuchemos, como
lo hacemos... No existe nada que el sujeto haga por fuera de los parámetros de
su fantasma, constituido por el Edipo. Por eso si el Complejo tiene avatares, y
siempre los tiene, el sujeto puede respirar mal, puede comer mucho o poco, o
puede escuchar (o ver) de una manera o de otra.
Voy a un ejemplo básico que al principio parecerá inverosímil pero
se entiende rápidamente. ¿Por qué se divorcia o por qué se une la gente? Por
el lenguaje. (De más está decir, y de entrada, que los animales no se casan no porque no crean en las instituciones sino porque no pueden decir "Sí quiero".)
Veamos. Un sujeto dice que ya no se le para porque su pareja pesa
dos (o diez, para el caso es lo mismo) kilos de más... y -como está medianamente "sano"- no
quiere recurrir al famoso Viagra, ni a la
infidelidad conyugal y prefiere enfrentar esto con todo el dolor concomitante,
puesto que la pareja es una mina buenisima, inteligente, le lleva el desayuno, nunca llegaron a grandes pelear, etc., etc., y decide entonces
separarse. (Lo mismo podría suceder con una mujer anorgásmica: “no se me para”
quiere decir impotencia; y obviamente podrían ser dos o diez kilos de menos.) Bien: ¿Por qué
se separa, pues? Porque -como dijimos- no se le para. ¿Por qué? Por los dos kilos… ¿Y qué son los
dos kilos? Dos palabras que para este sujeto es un significante, asi como para otro esos dos o
veinte kilos de más hacen al enamoramiento (es decir, a que se le pare, a que
se unan).
Bien, ¿què hace que esta persona se separe entoces? El lenguaje al
cual esta sujetado. ¿Se vió alguna vez un animal que no quiera cojer con otro
de su misma especie porque pesa dos kilos de más o porque tiene una verruga en
la nariz o porque le falta teta o el sobra pelo? No, nunca. Los únicos animalitos de Dios que no quieren cojer son los perros y los gatos cuando el dueño los lleva a la casa del otro partenaire: eso, como se ve rápidamente, es porque tienen un pequeño Edipo burgués bien constituido: por eso Lacan decía que los animales domésticos también hablan, excepto que hablan sólo cuando necesitan algo.
¿Por qué, entonces, un animal logrado -es decir, por fuera de la inmersión humana- no rechaza a su partenaire por un par de kilos de diferencia? Porque no
tiene lenguaje y ningún animal puede saber que quiere decir dos kilos. Y porque -además- ningún animal logrado es ni gordo ni flaco. ¿Complicado? ¿Demasiado reduccionista? Mucho menos
complicado que entender porque un sujeto enferma. Voy ahi: digamos que soy médico
de un hospital donde -como
todos sabemos- el protocolo de control de infecciones es imposible de asegurar, de
hecho los pacientes mueren por las infecciones anexas y no por el mal por el
cual entraron. Digamos también que soy médico de infectología donde recibo
cincuenta pacientes por día, con tuberculosis y otras infecciones virales y
bacterianas, pacientes que tosen y escupen en el aire que compartimos... Digamos
que así y todo no me enfermo… y que un día, después de discutir fuerte con mi
pareja o con un amigo o después de cierta impotencia fantasmática, me agarra
una gripe –el más común de los virus- y pienso que es porque el aire
acondicionado o el calefactor alteró mi metabolismo... ¿Se va entendiendo cómo
el lenguaje se anudó al Complejo de Castración, de ahí a mi fantasma y de ahí
a mi real? (He tenido -y tengo- analizantes en diván que sin que uno les diga nada, enseguida se ríen cuando pronuncian una palabra y a la vez tosen, por ejemplo.)
Cuando decimos que el lenguaje enferma, decimos que enfermamos
porque pensamos y pensamos porque algo inconsciente nos determina. (Freud: lo
inconsciente son Gedankes,
pensamientos). ¿Se ha visto algún animal que dude de su objeto sexual o de su
objeto alimenticio? ¿Come la cucaracha corchos de cavernet o de semillion u hongos del jardín? ¿Se alimenta la rata
de hormigas? ¿Come el pájaro un riquísimo pulpito a la española?
¿Por qué a los seres humanos
no nos gustan los mariscos o nos gustan las gorditas y caderosas o nos gustan
los deportes de riesgo? ¿Tenemos acaso el gen anti-molusco que nos impide que
el gusto por el langostino o los calamares nos sea vomitivo? Bien, hasta que
los cráneos de Harvard no descubran este gen, sigamos con esta hipótesis que
nos legó Freud: nuestros gustos pasan por el fantasma. Es decir, por el
lenguaje. No hay nada “natural” que nos impida rechazar un alimento y preferir
otro. De hecho la alimentación no es más que un lenguaje. Si hay ciertos alimentos que no ingerimos –o ciertos objetos (y para el
caso, el cuerpo del
otro es un objeto)- es porque ahi la prohibición no funcionó: hay algo en el
orden de la Metáfora Paterna que ha quedado liberado. El deseo viene por la
falta. Si no hay agujero, no hay bordes, no hay deseo.
Para uso de convención algebraica y topológica, Lacan ha inventado un
matema para significar todo esto que estamos diciendo: A. “A” es la inicial de Autre; pero no es sólo
el Otro imaginario (el otro, la Madre) sino, y ante todo, un espacio donde el
sujeto debe alojarse para existir. En esa “matriz
simbólica” que el sujeto debe habitar, se triangulariza con otro matema
freudiano: Phi: el Falo. Es condición necesaria que el sujeto ocupe ese
lugar, para poder alienarse a los significantes del Otro y habitar un lugar
apetecible. En una primera etapa ese A
está sin barrar. En la neurosis, el fantasma pretende obturar al A barrado: de
ahí que la neurosis es infantil, que todo fantasma es perverso, y que –en
última instancia- la castración deberá aceptarse en A para poder aceptarla en
el sujeto: si el sujeto no puede dejar de ser el Falo de A es porque cree
completarlo y con eso, obviamente, completer su falta. Siendo el falo, el
sujeto no se percibe castrado: la polaridad Fálico/Castrado
es la única reglamentada, aceptada y autorizada por Freud para nombrar el real
sexual: los sujetos o están del lado fálico (y
son el falo) o están del lado Castrado (y son
objeto); independientemente del
sexo anatómico.
Por eso para enamorarse es necesario (y suficiente) "colocarse" como objeto: el engaño radica, justamente, que asi nos sentimos fálico. Lo mismo sucede, ejemplo que siempre doy, cuando tenemos que exponer una clase o subir a un escenario: hay un punto que tenemos que creernosla; pero hay otro en donde no nos la creemos, sino no podríamos subir al podio: aceptar ser objeto implica aceptar estar en falta (el objeto es de hecho la falta misma): realizar cualquier actividad con amor implica la posibilidad de abandonar el lugar de falo a cambio de una promesa (por ser el falo mismo): podemos aceptar una pérdida (de goce) a condición de obtener una ganancia (de goce). Por supuesto como sujetos tenemos la posibilidad después de evaluar si las ganancias son superiores a las pérdidas y si vale la pena castrarse, es decir: morir un poco. Si cuando quiero dar una clase no puedo aceptar previamente que pueden preguntarme algo y contestar "no sé", porque eso me pone en falta, entonces nunca podrá darla. Pero si puedo aceptar estar un poco en falta (ser objeto) con el beneficio gocístico que me produce dar una clase, entonces podré hacerlo.
Cuando un sujeto -y esto en cualquier ejemplo de vida- ya no desea castrarse (por él, obvio: uno siempre "se castra" por uno) es porque evaluó que es mayor la pérdida que la ganancia. Muchas veces el engaño narcisistico aparece porque evaluamos mal y entonces en realidad se trató de que nos amamos tanto que preferimos seguir en la posición fálica a cambio de perder un poco nuestro lugar de "amado". Con lo que el goce concomitante de eso trae aparejado, sin olvidar los pagos de culpas y las yerbas anexas canalizadas en el marco de un fantasma que no se puede atravesar. (Pueden ser también personalidades muy rígidas o bien evaluaciones que uno hace después de soportar grandes pérdidas y ya no estar dispuesto a seguir perdiendo más de lo que gana.) De todos modos, y como sabemos, el sujeto elige siempre. Incluso quienes creen que no eligen, lo hacen. Es decir: la castración siempre existe.
Marcelo Augusto Pérez
Pulpo a la gallega hecho con palabras...
09 de Agosto del 2012 Buenos Aires
ARTE:
Máximo Riera, Asturias-España
Pop-Art / Colección Sillas-Animales: The Octopus