Lenguaje, Incesto, Instinto, Pulsión

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Como siempre, las conferencias de Isidoro Vegh -con su tono irónico y distendido- no tienen desperdicio.  Aquí posteo un fragmento de una de ellas que una colega de un Grupo de Estudio me ha recordado que está linkeada; y les recomiendo obviamente su lectura integral:
Aquí Isidoro Vegh nos habla del pasaje imposible de la Naturaleza a la Cultura y -también haciendo referencia a sus gustos personales- nos recuerda que el campo del psicoanálisis -justamente por estar sujetos al lenguaje y no tener instinto- es el campo de lo in-mundo. 
Dando sus siempre ejemplos de hardware & software, también nos ayuda a pensar
el paradigma freudiano y su relación con la problemática que el sujeto tiene que abordar en su día a día: el deseo. ¿Por qué -por ejemplo- debemos comer algo que no nos gusta -discurso nutricionista mediante- cuando en realidad lo que impera es un goce que define en sí mismo la cuestión de lo humano?  De allí que el hecho de padecer del significante nos convoque al deseo y a pensar que en tanto de amor y de sexo se trate, siempre es fallida la cuestión.
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¿Qué caracteriza al viviente humano y lo hace diferente de cualquier otro viviente?. La relación al lenguaje. La relación a un lenguaje que no tiene nada que ver con ningún lenguaje animal. A un delfín yo le puedo hacer una seña y le funciona como signo para zambullirse por un lado, o puedo tocar un silbato y el delfín entonces empuja a un chiquito en los antros turísticos. Y podemos llamarlo lenguaje. Pero no es el lenguaje con el que nos manejamos nosotros. Es el lenguaje fundado en el signo, es decir, un signo que reenvía a la cosa.

En cambio nosotros los humanos, tenemos la chance de hacer signo de otro signo. Por ej. yo pude recién contarles qué dije y qué sucedió allá, en otra instancia, hace unos años; hacer discurso de otro discurso, como Uds. al salir de aquí pueden contarles a algún amigo qué es lo que aquí se dijo. Entonces, cuando el signo reenvía a otro signo, en vez de hablar de signo hablamos de significante. Un significante que te reenvía a otro significante y cuya esencia es que ausenta el objeto. Sólo el lenguaje humano puede nombrar la ausencia. Ché, ¿Martita vino? Y Juan, ¿dónde está?. O al revés ¿qué hiciste ayer?. Es un lenguaje que en la medida que nos habita deshace, hasta casi el extremo, lo que para una hormiguita es el comando de sus actos. ¿Cuál es el comando de una hormiguita? Es un chip que funciona irremediablemente siempre del mismo modo, y las variaciones que acepta están marcadas por el chip. Se llama instinto. El instinto para cualquier animal es una fuerza, que de antemano tiene determinado el objeto que le conviene. En cambio nosotros, los humanos, por estar habitados por este lenguaje, en lugar de tener pautado por esa fuerza llamada instinto el encuentro con el objeto, vivimos des-orientados, no sabemos qué hacer. Por ej: ¿qué chiquito (y no digo un bebé), qué chiquito sabría qué comida tiene que comer para no enfermarse? Recuerden sus adolescencias: cuántas veces la mamá tenía que decirles "ché, ponete un pullover que hace frío". Ningún animal tiene necesidad que le digan abrigate, comé, bañate. Nunca se vió a una mamá gato diciéndole a un gatito "pasate la lenguita y limpiate un poco que tenés las orejas sucias".

Sin embargo, nosotros los humanos, en eso estamos desorientados. Estamos desorientados no en algunas cosas, absolutamente en todas. Pensemos en algunas de las más importantes: el amor. ¿Hay alguno aquí que pueda levantar la mano y decir que en esto del amor las cosas le salen fácil?... Pero avancemos. Me dijeron que Uds. son o colegas o estudiantes de Psicología, tal vez con aspiración de ser psicoanalistas. Bueno, para ser psicoanalistas, cuando dijo Lacan "hay que animarse a lo in-mundo", jugando con el doble sentido. ¿Qué es lo in-mundo? Eso que se llama el sexo. Nosotros somos especialistas en el sexo, el amor, la muerte. Ninguna de cuyas cuestiones tenemos resueltas. Supongo que más o menos igual que Uds. Lo único que yo me animo a decirlo. Saben los años de análisis que me costó.



Pues bien, supongo que no se van a asustar por lo que sigue. Y si alguno considera que hiero su susceptibilidad, yo paro y se puede retirar dignamente. Pero digo, ¿quién de Uds. se anima a levantar la mano y decirme: yo con el sexo nunca tuve ni tengo problema? Me acuerdo una vez la desesperación de un paciente mío que en un viaje de veraneo se había acostado con una prostituta y no le funcionó. Entonces la prostituta, que además de prostituta se ve que tenía cierta sabiduría le dijo: "Pibe tranquilo, esto sólo le pasa a la gente que coge". Y ahí se calmó. Ahora digo: ¿Uds. vieron alguna vez un perrito con una crisis de angustia porque no le funcionaba?

Es decir, que estar habitados por el lenguaje, nos hace sujetos perdidos por el instinto. Todos los días leemos en el diario que se descubrió el genoma de esto, el genoma de lo otro. Además de pensar que como dice Lacan la derecha es canalla, y prefieren pensar que todo depende del genoma para no preguntarse cuál es su responsabilidad, puedo pensar también que esta apelación a que hay un genoma de la obesidad, un genoma de la delgadez, de la homosexualidad, genoma de no sé qué, es quizás seguir soñando con un instinto que nos des-responsabilice, con un instinto que nos oriente. Pero desgraciadamente, cuando uno lee el artículo de La Nación siempre empieza igual: "Se descubrió -supongamos-, el genoma de la obesidad en la universidad sueca de no sé donde; los investigadores con esos apellidos imposibles descubrieron que había una sustancia que podría tener que ver con el genoma tal, pero después se hicieron las contrapruebas, y se descubrió que había lo mismo en gente que no era obesa. En fin, se seguirá investigando".

Más o menos son así. Claro, es irremediable. Podrás seguir intentando... En la medida que el lenguaje nos habita, nuestra "personal computer" no se reduce al hardware. Estamos constituidos también por software.

Supongo que siendo jóvenes sabrán la diferencia entre el hardware y el software. El hardware es la carcaza, el teclado, los cables. El software es el programa. Cuando un paciente viene y nos dice: "no me funcionó", nosotros los psicoanalistas qué pensamos: ¿tiene problema en el hardware, lo mandamos al endocrinólogo? No. Suponemos que está habitado por un virus... Pero Uds. saben en informática a qué se llama virus. Es un programa mal-dito, es decir, mal dicho, o dicho especialmente para producir el mal. ¿Qué es el mal para nosotros los psicoanalistas? Gozarlo al otro. Si lo digo con una terminología más aguzada, llamo mal a la exacción de goce. Exacción quiere decir retirar goce del cuerpo del otro aunque el otro no quiera.

Entonces cuando este paciente que les cuento me dice que no le funcionó, en general el analista no piensa en el hardware, pensamos en el software; decimos que hay un programa mal enhebrado. ¿Y qué hace un especialista en informática cuando hay un virus? ¿Le mete electroshok a la computadora? ¿Le pone sustancias químicas en los cables? No. Introducimos un antivirus. ¿Qué es un antivirus? Es otro programa. Esa podría ser la definición de lo que los analistas llamamos por ej. interpretación. Una interpretación psicoanalítica es un antivirus, cuya función específica es reubicar el goce.

Entonces vuelvo a la pregunta: ¿Qué es la prohibición del incesto? ¿Cuál es la razón de esa prohibición? ¿En qué consiste la prohibición del incesto?

Bien, diré una definición general: que en la medida en que perdimos la orientación instintual y estamos sumidos en la desorientación, todas las culturas, y luego cada cultura a su manera, pero todas lo precisan, establecen prohibiciones, prescripciones, para canalizar el encuentro con los objetos; objetos que en la medida que estamos hechos de un cierto modo, no sólo son objetos de la necesidad, son también objetos del placer. Por ej. comer sin duda es una necesidad, pero alguien podría comer sólo una dieta que satisfaga la necesidad y no sea también placentera?

A mí por ej. las dietas vegetarianas me enferman, porque son sanas. No soporto comer comida que se parezca a un remedio (es un problema mío). Pero sospecho que ninguno de Uds. podría comer comida sana que no tuviese también una cuota de placer. Pues bien, desorientados por la pérdida de nuestro instinto, porque el lenguaje aflojó, en los millones de años que según Darwin fuimos constituyendo nuestra relación al programa fijo, al disco rígido llamado instinto, todas las culturas se ven precisadas a establecer pautas culturales por donde pasar el goce. ¿Pero por qué todas coinciden en que el goce de un hijo no puede pasar por el cuerpo de una madre?

Porque todas las culturas descubiertas, esta es mi tesis, esto lo digo yo, no Lévi-Strauss, todas las culturas descubrieron que una vez que pasamos a constituirnos en referencia al lenguaje, que es adquirido, no es hereditario (lo que es hereditaria es la disposición a aprender un lenguaje), porque el enter funciona sólo a partir de una primera pérdida de objeto de goce. El primer trazo que se inscribe es un trazo que nombra un objeto perdido. Puede nombrar mamá y que quede funcionando en el enter referido a mamá, en la medida en que mamá está y se va. Es precisa esa pérdida del objeto para que el lenguaje se inscriba. Y si eso no sucede, sucede lo peor. Lo peor quiere decir que cualquier pueblito puede darse el lujo de tener un loco del pueblo, dos locos del pueblo, pero más es inviable. Quiero decir, a uno lo podemos llamar chamán, al segundo lo podemos hacer presidente de una escuela freudiana, pero con el tercero ¿qué hacemos?



Es decir, el precio que se paga por no sostener esa pérdida primera de goce es lo que llamamos psicosis. Sólo podemos constituirnos como sujetos ligados al deseo, si hay una primera pérdida de objeto. Esto lo han descubierto empíricamente todos los pueblos, aunque cada uno lo ejercite después de diferentes modos. Quiero decir, para todos está prohibido el goce con el cuerpo materno, pero la prohibición no se reduce sólo a "no tendrás relación genital con tu mamá". La prohibición del incesto toma todas las relaciones naturales que nosotros como vivientes tenemos, absolutamente todas. Y en todas las culturas está pautado.

Por ej. pensemos en este encuentro, en esta cita. Está pautado el goce de la mirada. ¿Bajo qué modo? Aunque no tengamos la teoría, todos sabemos que para esta cita tenemos que ofrecer un cuadro. Ninguno de Uds. se vino en piyama o camisón, yo no me vine con un frack. Es decir, todos teníamos presente que esta escena sólo capta un abanico limitado de cuadro, es una regulación del goce escópico.

Veamos el goce oral, comer en nuestra cultura. Llego a mi casa. Si nadie me ve puedo abalanzarme en la heladera y agarrar con la mano un pedazo de queso, las aceitunas. Pero, supongamos que en el comedor hay visitas, y yo sé que hay visitas, seguro que me voy a lavar las manos, voy a tratar de limpiarme los restos de queso, de fiambre que tenga pegado en el bigote, en la barba. Voy a saludar, veo que hay cosas muy ricas puestas por mi mujer para agasajar a los amigos en el primer plato, pero no me voy a avalanzar, aunque me muero de hambre. Miro de reojo porque veo que hay un buen vino y me gustaría ya brindar, pero tengo que esperar y preguntar ¿qué tal los chicos de Uds? Y yo me estoy muriendo de hambre pero tengo que esperar. Uno más o menos sabe el tiempo que se puede hacer ese encuentro, que no debe ser ni menos ni más que cierta pauta establecida y nos sentamos. Y luego con cuchillo y tenedor, los que son para el primer plato. ¿Qué quiere decir? Que ahí también funciona la prohibición del incesto. Que entre nosotros y el objeto llamado comida, no hay definitivamente ninguna relación natural. Está perdida. Los cubiertos es el símbolo que la cultura pone como mediación entre nosotros y ese objeto.

Nietszche lo dice más fuerte: "No hay una sola segregación del cuerpo que esté lanzada a su arbitrio". Por ej. yo me sacudí el saco azul antes de sentarme acá, no vaya a ser que se note la caspa. No queda bien. No voy a seguir con las demás secreciones porque no quiero que se queden con una imagen muy desagradable de mí. Pero Uds. pueden hacer el repaso. Un pañuelito para la nariz. Un ej. muy interesante es lo que sucede en los semáforos, ahí se ve bien como la fantasía del hombre invisible nos habita. Cuando está el semáforo se pone el dedo en la nariz como si nadie lo viera, como si las ventanillas no fueran transparentes. Claro, es también un goce el pasar la barrera que la cultura nos impone. Pero no se hagan ilusiones, es irremediable. Supongamos que Uds. pertenecieran a la cultura "punk", si yo soy uno del grupo y estoy vestido así, me violan. Pero si soy punk tengo una sintaxis de la vestimenta tan rígida, como la que estoy usando ahora. Tendría que ponerme un arito inexorable, algún tatuaje que me distinga. Es tan cuidadosa esa composición como ésta. Es inevitable. Porque ser punk no es ser psicótico, es estar en la cultura.

Es decir entonces, que la prohibición del incesto es un pago irrevocable que el ser humano hace para constituirse como sujeto. ¿Cómo sujeto de qué? En la medida en que no es el instinto el que nos obliga a despertarnos cada mañana ¿qué es lo que nos puede impulsar a tener ganas de despertar, de salir de la cama? Si no es el instinto es el deseo. Pero el deseo no es natural. En esto digo, Freud es socrático. Como lo dice Sócrates en el diálogo platónico "El Banquete" "sólo deseamos lo que no tenemos".

Isidoro Vegh
Conferencia dictada en el Ciclo "Los miércoles a las 10"
Cátedra EPIS 1, Facultad de Psicología Universidad Nacional de Rosario.
Agosto 2003

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