Deseo: el agua no es la sed.
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Estimado Marcelo: con respecto a tu posteo sobre Desafío Histérico, una sola pregunta: ¿Se podría ejemplificar esto en la transferencia con el analista, es decir, dentro del tratamiento? Muchas gracias por tu transmisión, lo mejor para vos! Juan Segundo.
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Estimado Marcelo: con respecto a tu posteo sobre Desafío Histérico, una sola pregunta: ¿Se podría ejemplificar esto en la transferencia con el analista, es decir, dentro del tratamiento? Muchas gracias por tu transmisión, lo mejor para vos! Juan Segundo.
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Hola. Sí, claro que hay cientos de ejemplos, y no sólo en el desafío histérico sino en la agresividad del neurótico en general. Agresividad que, como señaló Lacan, es intrínseca de la estructura del sujeto. En el dispositivo, el desafío lo podríamos ejemplificar en algunas situaciones como cuando el sujeto pretende interpelar al analista consecuentemente por un cambio de horario, por un corte de sesión, por un ajuste de honorarios, en definitiva –al igual que en la obsesión- por una puesta de límites, de Ley.
La histérica, lo que tiene –a mi gusto- diferente del obsesivo es lo que ya postié anteriormente: ella busca al Amo para derrocarlo mientras que el obsesivo lo busca para que le prohíba su deseo.
Una paciente histérica pide el diván en la primera sesión; la misma que al poco tiempo abandona el tratamiento. Un paciente obsesivo, en cambio, buscará que el analista le imponga la Ley todo el tiempo para quedar impotentizado o directamente abolir su deseo. Ambos piden al Otro, ambos demandan: una para poder decir: “No era eso lo que te pedía”; el otro para saber qué desear.
Por ejemplo es muy común que un neurótico ante la Ley, o bien la desafíe –agresividad mediante- o bien huya “victorioso” para sostener su Ego, su imagen que -como buen bebé neurótico- es lo que mejor puede sostener: tanto en la histeria como en la obsesión se trata en último término de poner al Amo al mismo nivel: ese Amo que en principio se erigió para luego destituir. Cuando el neurótico lo coloca en el mismo nivel; puede percibir –de ahí el cautiverio especular- que ambos son iguales. Eso –obviamente- restituye la imagen narcísica del sujeto.
¿Por qué en definitiva pasa esto? Porque el neurótico cree –y aquí voy al núcleo de aquél posteo- que la castración es algo negativo. Así de simple. Está tan atrapado en su Ego que cree que castrarse por lo que otrora eligió, es una herida sangrante. Esto se escucha permanentemente en la vida cotidiana: ¿Por qué tendría que castrarme yo? Bueno Señor, simple y llanamente, porque Usted tiene un deseo. Claro que eso es lo que hay que laburar, y sin análisis es menos que imposible. Porque las psicoterapias que no tocan el goce, no tocan nada; y ahí estamos nuevamente bordeando la Castración. Más Ego, menos Deseo Decidido. Más me miro frente al lago/espejo, menos probabilidad de tomar agua. Lo que tiene bloqueado el neurótico no es el agua, es la sed. Uno podría escuchar a Lacan cuando -si no me equivoco en su Seminario 9- dice que el neurótico no retrocede ante la castración, sino ante el deseo. Parece simple matemática; pero para el narcisismo es un trabajo de ingeniería. Saludos, map.
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Arte:
Alicia Scavino
El Mesías / 1993
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