Goce & Castración
Les quiero compartir una Serie de Trabajos de algunxs de lxs colegas que me acompañan en los Grupos de Estudio: como se sabe, el Psicoanalista es siempre en gerundio: psicoanalisiendo; y por tanto siempre se está en formación. Así que nos reunimos periódicamente para tratar de leer la obra de Jacques Lacan, cuestionarla, armar conclusiones y pensar en lo posible las lógicas anexas.
En esta oportunidad se propuso investigar un apotegma que surge de las palabras orales de Jacques Lacan. En el marco del Seminario 24, en una Conferencia en Bruselas bautizada como Propos sur l’hysterie y publicada originalmente en Quarto, Suplemento Belga de La lettre mensuelle de l’École de la cause freudienne, 1981, nº 2.1- el 26 de Febrero de 1977 declaró:
"No sabemos cómo gozan los otros animales, pero sabemos que para nosotros el goce es la castración."
A partir de esta afirmación, hemos decidido recortar unas breves líneas que nos ayuden a pensar lo que pudiese revelar este enunciado, incluso lo enigmático que pueda vislumbrar.
Si bien los lectores se acercarán a textos individuales, el trabajo no deja de ser colectivo porque la característica básica que se pretende en los Grupos de mi coordinación no es simplemente leer a ciertos Autores; sino que se unifiquen algunos ejes conceptuales para poder arribar a una Lógica que nos represente, más allá de los criterios y estilos personales.
Como se trata también de darle permiso a la libertad creativa, y en armonía con la consigna, algunxs colegas han preferido presentar un extracto de alguna novela escrita por ellos, o simplemente un cuento.
Un placer para mí poder compartir con los lectores de este Blog, estos trabajos en conjunto, con compañerxs que nutren la tarea cotidiana de nuestra Formación y con los cuales construimos -entre risas, mates y copas- estos espacios necesarios para nuestra Praxis.
Marcelo A. Pérez
[ viii . xxi ]
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Para elaborar la relación
goce/castración es imprescindible definir al menos la operatoria de S(Ⱥ) y lo que implica la Voz.
El primer mathema responde a “significante de la falta en el Otro”. Designa que
por estructura el orden simbólico no está completo, lo cual es homólogo a decir
que “No hay Otro del Otro” o “No hay metalenguaje”, o también “No hay verdad de
la verdad”. ¿Por qué importa esto en la relación goce/castración? Porque
connota el efecto nadificante que el significante produce en la cosa,
intrínsecamente relacionada a la dicotomía ser/no ser. “Castración” aquí
implica entonces el efecto de mortificación que el significante le produce al
Ser. ¿Cómo entra el goce en la ecuación? Tomo como referencia “Subversión del
sujeto…”. Allí Lacan dice:
"Soy en el lugar donde se vocifera que el universo es un defecto en la pureza del No-Ser. Y esto no sin razón, pues de conservarse, ese lugar hace languidecer al Ser mismo. Se llama el Goce, y es aquello cuya falta haría vano el universo"
Aquí aparece la voz. Soy donde se vocifera, o sea donde es la voz como objeto -es decir, en el plano de la enunciación- lo que importa para el ser, ya no el contenido de lo que se dice. Esos dichos vociferados independientemente de su contenido afirman no que no hay no-ser, sino que el efecto de nadificación del significante que vacía el ser se elimina o deshace a partir de lo cual el ser podría decirse. Cada vez que se vocifera se produce algo que anula el no-ser todo, una impureza [un ser, el universo]. Así, el sujeto no puede decir "Soy" (por la introducción de la falta-en-ser a cuenta del orden simbólico) pero tampoco puede afirmar "No soy nada" (puesto que la enunciación introduce una impureza en el No-Ser). Es decir que en el no-ser producto del significante, hay un defecto, que la pureza del no-ser no es total, es impura.[1] Ahí es donde soy: donde, respecto del no-ser -efecto del vaciamiento del ser por parte del significante- hay una impureza, donde en el no-ser del significante aparece la impureza que introduce el objeto-voz.
Ese lugar, el de la
impureza del no ser, se llama goce que según esta
definición es, en la estructura, el
lugar de localización del sujeto (que como consecuencia de lo antedicho no
puede afirmar “Soy” pero tampoco puede afirmar “No soy nada”). La pregunta por
el ser permanece sin respuesta, de allí su relación con el S(Ⱥ). Entonces lo
que resta de ser, por la mortificación del no ser a causa del significante, por
la mortificación impura del ser, sólo se ubica en el lugar donde se vocifera,
porque para su existencia depende de la manifestación de la voz misma. Es decir
que el significante mata la cosa pero
resta la voz presente en toda enunciación, objeto resto de la mortificación
impura. Es decir que todo goce es parcial pues es una posesión precaria que
se funda en una pérdida. Esto le interesa destacar a Lacan: lo parcial, que el
goce no es todo y la pérdida fundante que lo constituye. Entonces el goce como
localización del sujeto se manifiesta en todo lugar o momento donde se
vocifere, que
es donde el efecto nadificante del significante encuentra su límite a
consecuencia de su propia ley fundamental.[2]
Diría
entonces que “el goce ES la castración” porque se trata de una operación que
habilita un LUGAR donde
simultáneamente se produce la pérdida
estructural -S(Ⱥ)- y la emergencia
de un Ser impuro, en falta, como límite a esa nadificación. Goce es resto de
voz -como objeto- presente en toda enunciación. Y cada vociferación se
corresponde con la localización del sujeto cada vez que entra en juego la
prohibición de cierta satisfacción pulsional.
Mariano Suárez
El goce y la castración.
[Argentina]
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-Aquí estoy, Selena.-
Irradia el fuego, se estremece, ambiciona desgarrarse de los leños y aplacar la congelante fuerza del ambiente, disiparse en cada abismo que reside entre las rocas, en algunos rincones de la gruta, pero sólo el eco de un constante crepitar alberga su mente. Suspende sus gruesas palmas frente al calor de la fogata, la barba crecida, el pelo largo y sucio cubre casi su rostro, apenas el fulgor consigue denotar esas dos esferas verdes que componen su mirar. Noche, viento y nieve ante la línea del umbral de rocas, del otro lado, en el interior de la gruta, sobre esa distancia sus ojos contemplan la luz y el baile de chispazos, lo rojizo de las brazas que impacta contra las rocosas paredes que lo rodean. Sentado se acurruca dentro de la piel de oso blanco, de entre los bordes de níveo pelaje sus labios cortados tiritan por el frío, vapor sale de su boca.
– He llegado. Llegué a la cima de la Montaña Blanca, y así como el Tessar pudo mitigar su angustia en la forma de un solo suspiro mientras su cuerpo caía desde esta misma altura, yo únicamente me atrevo a contártelo de esta distante manera. Ese sol y cielo que creí fuentes de mi esencia, de lo que creí ser, alcanzando este lugar, sólo se funden en una idea, en un esfuerzo cuya potencia se ha echado agonizante al suelo a esperar la muerte.- toma dos leños y los arroja a la fogata.
- Aquí sólo hay ruinas, Selena. Ruinas de viejas ciudades, de pueblos con sus historias. Construcciones que entienden un sinfín de diferencias y afinidades con nosotros. Sus dioses, sus rituales aún pueden percibirse plasmados en los muros de algunos templos. Pero hay algo que provoca un dolor aborrecible, y es que estas ruinas todavía persisten. El que lo hagan transmite una sensación que poco puede explicar lo que emerge de este pesar que estoy habitando.- el fuego se refleja en la esa piel que se asoma de la cobija de blanco pelaje.
Sus ojos, entrecerrados observan el exterior de la gruta, las luces de los relámpagos, las gotas violentas contra el suelo.
- Siento que soy ruina. Aquí estoy, Selena.
Fabricio Silvestri
La Caída, extracto.
[Argentina]
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Lacan
nos dice el goce está prohibido para todo aquel que habla. La conformación del
infans, en sujeto se origina a partir de una perdida. ¿Qué es aquello que se
pierde? El instinto y por ende la satisfacción, al ser sujeto del lenguaje no
podrá jamás hallarla, se encontrará errante en búsqueda de este objeto que no
existe. Lacan habla del fracaso del encuentro como constitutivo del goce. El
sujeto está en la incertidumbre, dividido por efecto del lenguaje, el paso de
la necesidad a la demanda de amor, sugiere está perdida ineludible. La pulsión
hará su parte en dicho asunto intentado restaurar la perdida, repitiéndola.
Braustein
(2018) “La seducción originaria,
esencial, no anecdótica, localiza el goce en el cuerpo y, a la vez, lo prepara
para su inmediata reprobación. El goce llega así a ser inaceptable,
inarticulable, indecible. En otras palabras, queda sometido a la castración”.
Página 24-25.
La
función del nombre del padre siendo el representante de la ley, es ofrecerle al
hijo el más allá de la madre y a la madre el más allá del hijo. Se pondrá en
juego para el sujeto la dialéctica entre ser el falo o tener el falo. Lacan
denomino al falo significante del goce ahí donde brilla como un meteoro también
se encuentra con su perdida ya que recrudece la castración. El infans se
encuentra atrapado en el estadio del espejo donde se con-forma por aquella
imagen que se le ofrece, para cubrir su fragmentación y paradójicamente, queda
dividido entre dos, lo imaginario que le brinda completud y lo real que lo
empuja a la fetalización. Al mismo
tiempo la construcción de ese cuerpo, no puede ser por otra vía, que no sea la
de la inscripción del Otro, del deseo del Otro y del lenguaje quedando así
barrado, el cuerpo del infans queda capturado en la significación. La única
manera de abordar el goce es a partir de su perdida ya que es del Otro de donde
proviene.
Mariana Mayela Toledo Salcedo
https://instagram.com/maye_yuyui?r=nametag
[México]
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“La castración, al fin de cuentas,
no es otra cosa que el momento
de la interpretación de la castración”
Jacques Lacan. Seminario X. Sesión del 5 de diciembre de 1962
Jacques Lacan enunciaba, en los últimos años de su enseñanza, que “el goce es la castración”. (1) Esta frase me llevó a preguntarme –por un lado- qué es el goce, y –por otro lado- qué relación tiene con la castración. Creo que aunque la frase iguala goce y castración, no son lo mismo. ¿La castración, de quién? ¿Por qué está emparentada con el goce?
Para dar un pequeño rodeo al asunto, no podemos saber si los animales gozan. Y tampoco podemos preguntarles, porque no hablan. La vaca come pasto, y solamente eso, no puede comer otra cosa porque el instinto sabe cuál es el objeto que le conviene. Entonces podemos apreciar prima facie, que goce y castración son cuestiones inherentes al parletre, al ser hablante.
A partir del advenimiento del “Espíritu Santo” como dice Lacan, “la entrada del significante al mundo” (2) genera un cambio fundamental, justamente porque el sujeto se constituye a partir de los significantes donados por el Otro. El significante es lo que representa al sujeto para otro(s) significante(s). ¿Pero qué tiene que ver esta definición con la castración y el goce? Lacan nos dice algo muy interesante al respecto: “Aquello ante lo cual el neurótico retrocede no es ante la castración, es hacer de su castración lo que falta al Otro - es hacer de su castración algo positivo que es la garantía de esa función del Otro, ese Otro que se sustrae en la remisión indefinida de las significaciones (…) ¿qué puede asegurar una relación del sujeto con ese universo de las significaciones, sino que en alguna parte haya goce? Esto no puede asegurarlo sino por medio de un significante, y este significante falta forzosamente. Es el complemento a ese lugar faltante que el sujeto es llamado a hacer por medio de un signo de lo que nosotros llamamos su propia castración” (3)
El sujeto (del significante) tiene una relación con el goce a partir de este lugar faltante (fantasmático me atrevo a decir) que se produce por la presencia de un significante privilegiado: el falo, cuyos efectos son “una desviación de las necesidades del hombre por el hecho de que habla, en el sentido de que en la medida en que sus necesidades están sujetas a la demanda, retornan a él enajenadas” (4)
Esta cita y la anterior podemos leerlas con estas dos:
“Todas las necesidades del ser hablante están contaminadas por el hecho de estar implicadas en otra satisfacción (…) el goce del cual depende esta otra satisfacción, aquella que se soporta en el lenguaje (…) el goce puede ser que en sí mismo, también, muestre que está en defecto, que para que eso sea así, es preciso algo, por su lado, que cojee” (5)
“Sustancia del cuerpo, a condición de que ella se defina solamente por lo que se goza. Solamente propiedad del cuerpo vivo, sin duda, pero no sabemos lo que es ser viviente, sino solamente en cuanto que un cuerpo, eso se goza” (6)
Entonces, para ir puntuando el asunto, el goce es una consecuencia del significante. El lenguaje es defectuoso, tiene fallas. El Otro está castrado, es decir, no tiene todos los significantes. Las necesidades del ser hablante quedan en-castradas por la demanda del Otro que –por definición- es imposible de responder, o mejor dicho, siempre es metonímica porque no tiene una única respuesta. Para enunciarlo en otros términos, la (in)satisfacción queda enmarcada en la palabra: gozamos porque hablamos, y porque somos hablados. Y aquí está el quid de la cuestión, porque en el parletre 2+2 no es 4. El sujeto puede dejar de comer a raíz de un desencuentro amoroso, o en vez de estar triste (o porque está muy alegre) fumar 1 paquete entero de cigarrillos, beber una botella de vino, etc etc.
El significante no remite al significado, sino a otro(s) significante(s): todo lo “bueno” o lo “malo” que le sucede al sujeto es producto de la significación.
Daré unos ejemplos concretos para que se entienda esto que vengo desarrollando.
Una neurótica (que dice ser fea) se opera 6 veces de la nariz, hasta que el médico le informa que ya no es posible intervenir quirúrgicamente para mejorar su “estética”. Pese a haber corregido su nariz, sigue sintiéndose fea. En el análisis, su “fealdad” no era algo que ella pensaba sino su madre: “¡fea, no vas a gustarle a nadie, porque sos fea!”.¿Por qué la neurosis es fálica? Como dice Lacan, esta sustancia gozante está hecha materialmente de significantes que representan al sujeto: como soy “fea” “no voy a gustarle a nadie”. Aunque se opere la nariz, siempre ¿va a ser? fea.
Otro ejemplo. Una mujer habla con una importante cuota de sufrimiento al decir que su novio es mezquino porque no blanquea la relación que tiene con ella ante los demás (familia, amigos, etc), no le presta atención porque “hace la suya”, “chatea con otras mujeres (lo sé porque veo su WhatsApp Web en la PC)” etc etc. Pero a su vez este sujeto es quien también le dice que no puede vivir sin ella, que es lo más valioso en su vida. Ante esta ambigüedad ella dice que hace miles de cosas por él…pero ”soy una pelotuda”. Y es ahí donde uno interviene diciendo “no me cae bien que (te) digas eso. ¿Por qué hacer lo que verdaderamente sentís por alguien te hace “una pelotuda”? No hay garantías, y tampoco en un vínculo. Si él te responde de esa manera egoísta, de tu lado podés no aceptarlo y dar un paso al costado. Pero esto es muy distinto de quedarte para hacer miles de cosas y pretender un cambio de parte de él…. sufrír ¿y quejarte porque 'sos una pelotuda'?”
Para finalizar, gozamos porque estamos agujereados por el falo, el Otro está castrado. Pero el neurótico no rehúye ante la castración, sino en hacer de su castración lo que falta al Otro. Goce y castración no son lo mismo, aunque se correspondan mutuamente. La castración, el lugar de la falta, “decir(se) soy…” es fantasmático. En un análisis se trata de atravesar el fantasma, dejar ese lugar-de-objeto de goce; en definitiva, de aceptar la castración del Otro que nos goza sin que sepamos cómo ni por qué, para poder hacer algo mejor con la falta-en-ser.
Juan Pablo Moscardi
¿El goce es la castración? El Otro y el Sujeto
https://psicotextual.blogspot.com/2021/08/el-goce-es-la-castracion.html?m=1
[Argentina]
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He perdido la habilidad de reconocer qué es bueno y qué es malo de lo que escribo. No logro diferenciar, suena todo tan igual. Así como todo artista infatuado, no me gusta cómo escribo. Cada que me siento frente a la página en blanco, de alguna manera sospecho que sé perfectamente hacia dónde se dirige la cosa. ¡Ja! Y, ¿qué tal la alarmante cantidad de tiempo que paso hablando sólo en voz alta? Fantaseando entrevistas de una venidera nueva época de gloria: “El error que está intrínseco en la pregunta, es pensar que en la vida hay algún tipo de avance, que hay algún tipo de proceso evolutivo en el que la gente va mejorando algo, va haciendo algún tipo de progreso respecto de no sé qué ámbitos.” Y sigo: “He visto señoras cuarentonas ser más berrinchudas que la niña qué no le dejaron elegir el salón de su fiesta para sus XV años. Conocí al anciano que se peinaba con el mismo vigor y vanidad un día antes de su anunciada muerte. Conocí al adulto que le reclamó a su vieja madre respecto del trato supuestamente preferencial hacia el hermano que ya ni siquiera está. Conocí al empresario multimillonario que se sigue retorciendo involuntariamente por vergüenza cada vez que recuerda aquellas desafortunadas palabras que dijo frente a las amigas de la generación en la fiesta de cumpleaños de su compañero de secundaria a los catorce años en aquella casa en la playa. Y, ¿por qué no?, conocí al niño que le regaló su almuerzo en el recreo a la niña que le gustaba… Todo proviene del mismo palo...” Nunca fui bueno para recibir cumplidos. De mi fama siempre traté de burlarme y satirizarla para no perder piso (qué ingenioso mi yo de ayer al ser tan subversivo jaja). Eso ya no es un problema ahora que se ha ido. Delirando con conversaciones en donde después de callado, aporto algo repentinamente que genera el asombro de ella. Tendríamos que tener mucho sin vernos, eso sí. Quiero irme, quiero irme lejos, un año quizá, tomar el volante, ponerme mis lentes de aviador, conectar mi música... Ah, pero ¡qué buenos eran los tiempos cuando la radio!... ¿lo eran? Pero si me voy, puede que... ¡Ya sé!; me detendré por el mal clima y el sueño en ese lugar en el que sucederá algo extraordinario. No sé más si lo que hago lo hago por capricho del espejo o por genuina voluntad. Quiero eliminar todas mis redes sociales, pero puede que esa desaparición pueda ser interpretada como un mensaje dirigido hacia alguien. Estoy atrapado en el problema de que siempre que digo algo, puede que esté diciendo más de lo que digo, ¡y sin saberlo!; no reconozco un fuera y un por dentro en mis anhelos. No sé qué es propio y qué es ajeno, qué vino de la mirada del Otro; esa maldita mirada. Siempre fuimos esclavos; siervos de esos ojos que nunca existieron. Inclusive ahora con lo trágico que implica quitarme la vida, en donde pareciera que es justo aquí donde uno por fin logra salirse de la escena, del foco, me sigue oliendo a que estoy haciendo algún reclamo; algún tipo de chantaje.
Alejandro Salazar Herrera
Dictáfono de un viejo músico que ha muerto
https://www.instagram.com/alexsh_12/?hl=es-la
[México]
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