Psicoanalistas, Escuelas y Religiones...


Comparto hoy con los lectores algunas cuestiones breves. Escuchando a Juan C. Indart en una entrevista que le hace el Canal de YouTube de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, pensé algunas reflexiones en torno al psicoanálisis.

Pensaba -primero- qué hubiese dicho Lacan resucitando hoy, si advirtiese que la transmisión del psicoanálisis en las pocas partes del mundo en donde habita, iba a llegar básicamente de Latinoamérica, y no de Francia. Iba a llegar -digo- de un lugar aún más concreto, como Buenos Aires, lugar que en Caracas él llegó a preguntar: “¿Hay psicoanálisis en Argentina, y con militares?”- Sabemos que salvo en la Universidad de Paris VIII; en Europa no hay formación psicoanalítica en ninguna Universidad. Sólo en Argentina sucede esto, aunque lamentablemente se lee un psicoanálisis de EOL, más que Lacaniano; y dicho esto por los mismos analistas Millerianos, y con orgullo; por ejemplo, lo enuncia textual a la hora diez de la entrevista que le hacen en el mismo canal citado up supra, a Jorge Chamorro: http://lalibertaddepluma.org/jorge-chamorro/

Pensaba -después- si incluso Jacques-Alain Miller se daría cuenta que la nueva generación de psicoanalistas que surgió en la última década, y sigue surgiendo, no se está formando precisamente en Paris, ni incluso en Escuelas de Argentina, sino en las Redes Sociales abiertas principalmente y -en segunda instancia- en Grupos de Estudios por Internet.

Para ir más concretamente a la entrevista de J. C. Indart, hay un par de cosas que me interesaría subrayar.

Lo primero que es interesante es cómo Indart (recordemos que viene del campo de la semiología y de la sociología) cuenta que ha llegado a tener más de 600 alumnos en sus grupos privados, sin ser analista aún, con gente que se interesaba en Lacan pero no tenía conocimientos de semiología; leyendo textos “lingüísticos” de Lacan: “No tenía práctica analítica ni me había analizado… En Paris me dijeron por la cantidad de alumnos “usted es como una Universidad” y yo después me tenía que decidir y me dijeron que tenía que analizarme…”  También es cuasi mordaz como cuenta que él -sin tener ningún paciente- comienza a presentar algún caso escrito y desde Francia -creyéndolo clínico- le envían un paciente. Él decide entonces: “o lo rechazo o lo tomo.”  Mucho después le sugieren que comience a ser su propio análisis.  Entonces tenemos este orden: alumnos de psicoanálisis primero, pacientes después, análisis personal finalmente. Juan Carlos Indart ha llegado a formar 200 analistas por semana durante 20 años, en la institución a la cual hoy sigue perteneciendo. Es interesante que estos analistas hoy levanten la bandera de que hay que analizarse para ser analista, por ejemplo; cuando otrora ellos mismos se analizaron "obligados por otros": "me dijeron tenés que analizarte". ¿Se escucha el imperativo más allá del síntoma? Onda: "Si vendés manzanas, tenes que comer manzanas..." Mucho más interesante es que estos analistas constituyeron en algún momento el Jurado del Cartel de Pase de las Escuelas a las que pertenecen.

Lo otro que me interesa contar de esa entrevista es cómo Indart sigue hablando -como todo buen freudolacaniano- de la última enseñanza de Lacan donde “nadie se atreve a meter la nariz”, y como poco a poco se va escuchando su heroico discurso salvador: “acerqué a muchos psicólogos a la obra de Lacan y ahora me toca con su última enseñanza…”  Y digo “todo buen freudolacaniano” primero porque la división de un Lacan en tres partes viene de la tradición de Miller; y segundo porque no pueden dejar de lado el nivel teórico al que el freudolacanismo se adhiere: entrevistas previas, armado y sostén del Cartel de Pase con su respectivo Jurado a modo de estrado escolástico-universitario, horas de prácticas en diván para calificarse como analista, goce pulsional energético, el sinthome como salida de un análisis, el síntoma como formación sexual substitutiva y no como producción del análisis y la operación del analista; etc. Ese es el modelo en el cual se formó el que suscribe estas líneas. Y agradezco, nuevamente y sobre todo para las interpretaciones apresuradas que rezan “no olvidar al Padre”, porque he podido tomar cosas valiosas de estos precedentes; y -a la vez- pude desprenderme y seguir pensando a Lacan desde Lacan. Y sobre todo, el poder criticarlo.  Es interesante como Indart -a quien considero el único analista vivo de la EOL y de la AMP que me da placer escuchar y leer, analista que sigue pensando y descubriendo los defectos y desvíos de su propia Institución- sigue elogiando a Miller (y no me sorprende ya que es su referente) y -al mismo tiempo y en los mismos párrafos- critica la cuestión del Poder que se adhiere a estas estructuras. Resguarda a Miller pero a la vez entiende que la Ciencia no es una mala palabra para el psicoanalista. Sostiene a Miller pero enuncia que la política es intrínseca al Sujeto y que el analista tiene que salir del consultorio. Tiene esto un poco de aroma a oxímoron. Podemos permitirnos el beneficio de la duda y pensar que Indart -como buen sociólogo- no deja de ser crítico al Amo.

Pero aproximadamente a los 52 minutos del video viene la frase más heroica: “Todos cumplimos su parte y el discurso analítico tiene su chance de ver que puede llegar a ser a mediados del siglo XXI.”

No hay ninguna duda que esta pléyade de analistas que cursan hoy sus octogenarias décadas y que se han paseado por las calles de Paris buscando habilitaciones del Maestro Francés (cuando no de Madrid anunciando las nuevas-buenas) han formado cientos de analistas. Cierto también que estos viejos analistas han articulado la psicología con el psicoanálisis en las Universidades, para que la psicología sea clínica y no -como dice Indart- meramente recursos humanos. Cierto también (y se agradece claro) que han escrito legados interesantes que hemos heredados otros. Cierto es también que -al menos en Argentina- no sólo la EOL sino otras Escuelas han difundido el Psicoanálisis desde Masotta hasta los últimos años e incluso han llevado a Buenos Aires a un nivel considerable de cultura psicoanalítica.

Dudo, sin embargo, que sea tan cierto que gracias a ellos el psicoanálisis perdure hoy. Mi hipótesis es que me parece que estos analistas de antaño, no advirtieron que las mismas Escuelas que ellos participaron -y participan- en todos sus niveles -desde la dirección para abajo- son las que fueron eyectando a sus miembros, y que no dejan de ser lo mismo que el aparato Universitario con la misma estructura burocrática de poder/saber y con la misma sintomatología institucional. No advirtieron tampoco que las plataformas de transmisión-de-saber variaron con las nuevas generaciones, y que también hay discursos a los que sería mejor escuchar que reprimir.  Muchos días al mes recibo mensajes de colegas recién recibidos que me agradecen y me dicen: “con tus clases en internet aprendí más y mejor que en la Universidad”- De esas cosas no se dan cuenta: que si a la Escuela -que ya de por sí tiene bastante vicio-universitario- le agregamos el discurso misógino, machirulista, alejado incluso de una socio-política con la pretensión de que el psicoanálisis debe tener una asepsia quirúrgica, alejado de los movimientos sociales; la combinación resulta bastante eyectiva. Cito de Jorge Chamorro, sólo a modo de ejemplo repetitivo en estos espacios: La primera condición para que el psicoanalista incida en la política es no formar parte de ella. (…) Tampoco se puede desconocer que hay un síntoma que es poner al hombre bajo sospecha o bien juzgarlo sin juicio previo. Los dispositivos llamados de violencia de género, constituyen un par víctima y violento, que desconocen las particularidades de cada caso. No distinguen un esquizofrénico de un paranoico, de un perverso, o de un impotente. Empuja a las mujeres, y especialmente jóvenes, a ver en cada acto del hombre un abuso, donde pareciera que en algunas oportunidades la existencia del hombre es en sí misma un abuso. Esto también se podría llamar violencia de género.” (http://lalibertaddepluma.org/jorge-chamorro/)

He escuchado que muchos analistas -incluso con un énfasis inusual en la enunciación que hasta podríamos decir incluye a sus fantasmas pertinentes- piensan esto y con mucha más violencia: se ha llegado a contraponer, a modo de comparación contra-fáctica, al movimiento feminista con la Ópera Carmen, haciendo ipso facto una cuasi apología del maltrato y de la violencia hacia la mujer, defendiendo convincentemente esta postura con el juicio de que, “rompen las pelotas a los hombres”, premisa harto más psicopática que naif; que encubre desde luego la bella indiferencia histérica, también presente por supuesto en quien tiene pene. Mismo -o peor- criterio que argumentar “…si van con minifalda qué querés.”

También parece desconocerse que las Escuelas -al igual que las Universidades- congregan fieles que muchas veces -ciegamente- llegan a alienarse de modo tal que la famosa cuestión de aceptar la brecha, aceptar la diferencia, aceptar la relación-sexual que no existe; hace mutis por el foro.  Cito nuevamente a Jorge Chamorro en una entrevista que le hacen en este mismo Canal, donde recuerda algo que bien podría pasar hoy día con otras variables: “Me empecé a analizar con Bauleo, primero grupal y después individual. (…) La condición para entrar al Centro de Medicina de Bauleo era analizarse y afiliarse al Partido Comunista. Un día vino Bauleo y me dijo: “Hoy empezás a coordinar…” Y yo le dije que no sabía coordinar… Y me dijo: “Primero se coordina y después se aprende”. Vivíamos 11 personas en la misma casa grande con un patio Andaluz, e íbamos todos juntos de vacaciones…”

Este es el psicoanálisis que no queremos los analistas que no buscamos pertenecer a ninguna Escuela, o a las Universidades, ni a las casas con patio Andaluz donde todos tienen que ser iguales.  Este es el psicoanálisis que no queremos quienes pensamos que un analista en formación -y todos lo somos- puede elegir un docente de aquí, u otro de allá, y no por eso ser un hereje a quien debemos quemar en la hoguera. Este es el psicoanálisis que no queremos quienes criticamos el eje dogmático y de poder/saber adherido a Amos de turnos. Este es el psicoanálisis que no queremos quienes no pagamos a instituciones que prometen pacientes y después de años dan migajas. Este es el psicoanálisis que no queremos quienes pensamos que nadie nos hace los cuernos porque estudia con otro analista, o lee otro autor que no sea Lacan, o Miller, o incluso decide no asistir a los congresos evangélicos con sede en Paris. Este es el psicoanálisis que ahuyenta a los jóvenes que se forman; que si bien -con una distancia obvia desde la década del sesenta hasta hoy- no es exactamente el de Armando Bauleo, se parece bastante.

Cierro estas reflexiones con una pregunta puente no sin antes invitarlos a ver los dos videos completos de estas entrevistas: ¿Qué podría tener que ver el discurso de Indart, con el de Chamorro; más allá de que ambos se unen en la misma Institución? Me parece que cierto sostén al Amo. Dejo abierta la pregunta para que el amable lector fabrique sus creativas hipótesis.


Marcelo A. Pérez

De Escuelas e Inquisiciones

VI - 2021

Artes Visuales:

Dorothea Tanning

[llinois, 1910 - New York, 2012]

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