Transferencia & Sujeto Supuesto Saber


"Hace tanto que es lo mismo escucharte (…)

Hace tanto que es lo mismo, yo soy parte.

Si es lo mismo ser tu ángel,

a ser sólo un personaje desechable (…)

Sé que dices la verdad, la conozco, te conozco, y no te creo.

Hace tanto que es lo mismo, yo soy parte.”

Gustavo Cerati.


"Si buscas encontrar la verdad 

prepárate para lo inesperado, 

pues es difícil de encontrar 

y sorpréndete cuando la encuentras" 

Heráclito 

 

El otro día, mientras leíamos el seminario 8 de Jacques Lacan con el  grupo de Estudio fueron surgiendo algunos interrogantes –o preguntas aunque diferentes, muy cercanas entre sí- alrededor del concepto de transferencia. Hay mucha confusión acerca del fenómeno transferencial, como consecuencia de la resistencia que tienen algunos analistas al psicoanálisis. O como diría Marcelo Augusto Pérez: “la contratransferencia es el horror al acto del analista, que antepone su imagen al proceso del tratamiento”(1). El mismo Lacan hace eco de esta afirmación: “No hay más que oír la manera con la cual los psicoanalistas hablan del pensamiento mágico, para sentir resonar allí la confirmación de la potencia nada menos mágica que ellos repelen, la de tocar como nadie lo que es la suerte de todos: que no saben nada de su acto, y menos todavía: porque el acto que hacen entrar en el juego de las causas es el de hacerse pasar por su razón” (2).  

Vayamos al meollo de la cuestión planteada: se suele creer que el paciente le transfiere sentimientos, ideas, dudas, certezas, etc etc, y le supone -con eso- un saber al Analista; quien ahora sabe mejor que él acerca de Eso. Pero el propio paciente es el que –siguiendo este razonamiento-  genera la transferencia, suponiéndole un saber al analista. Se asocia a esta idea que la resistencia a la cura (la contra-transferencia) quedaría exclusivamente del lado del paciente.

¿Entonces en qué consiste un análisis? ¿El analista le devuelve al paciente el saber supuesto por él mismo, “haciendo consciente lo inconsciente”?

La cuestión del saber y la transferencia están ligadas al inconsciente, del cual podemos decir muy sintéticamente que –y aclaramos que se trata de una concepción arcaica- se trataría de una bolsa donde se encuentran –bajo los efectos de la represión- las pulsiones,  los recuerdos, traumas, la sexualidad, etc etc. Y en el análisis se revelarían, a través de la transferencia, aquellas fuerzas destructivas que se encuentran en el interior del Sujeto.  Así entendidos estos conceptos, comulgarían con la idea de “responsabilidad subjetiva”: el Sujeto “sabe” lo que dice/hace, y el analista – transferencialmente- no haría más que responsabilizarlo de sus actos perjudiciales hacia él o los demás. Se trataría entonces de adaptar al Sujeto –ahora responsable ante su sufrimiento- frente al mundo. Es decir que la transferencia, siguiendo estas líneas argumentativas, sería la vía por la cual el analista conduce al sujeto hacia un “uso responsable” del goce mortífero, acotándolo al mínimo.  

Lo digo directamente, sin rodeos: esta es una pésima lectura se hizo de la obra de Freud. Se tomaron algunos aspectos de la teoría sin cuestionarlos, sin tener en cuenta que estaban equivocados.



El modelo teórico de Lacan subvierte esta concepción. Lo inconsciente no es una bolsa donde se encuentran reprimidas las fuerzas destructivas/olvidadas, -o las huellas nmémicas inscriptas en el interior de mí mismo- que habrían de revelarse en el análisis y de las cuales el sujeto debe hacerse responsable. “Lo inconsciente es el Discurso del Otro”. Definición que nos lleva a otros aforismos lacanianos, “el Otro es el tesoro de los significantes” “el significante es lo que representa a un sujeto para otro significante”. El Sujeto no sabe lo que dice cuando enuncia, porque justamente está tomado por un discurso que viene del Otro. Por ende no puede ser responsable ante Eso de lo cual no (se) sabe. Nadie es “libre” al hablar, y nadie tampoco sabe realmente por qué hace tal o cual cosa. Esto es fundamental a la hora de comprender la transferencia: es un fenómeno creado por (la operación que hace) el Analista al escuchar al Sujeto. Inconsciente y transferencia se anudan de una manera muy particular. Al respecto hay algo muy interesante que dice Lacan: “El sujeto invitado a hablar en el análisis no muestra en lo que dice, a decir verdad, una gran libertad. No es que esté encadenado por el rigor de sus asociaciones: sin duda le oprimen, pero es más bien que desembocan en una palabra libre, en una palabra plena que le sería penosa. Nada más temible que decir algo que podría ser verdad. Porque podría llegar a serlo del todo, si lo fuese, y Dios sabe lo que sucede cuando algo, por ser verdad, no puede ya volver a entrar en la duda. (…) El entendimiento no me obliga a comprender. (...) Todo el mundo está de acuerdo en que frustro al hablante, y aunque a él en muy primer lugar, también a mí mismo. ¿Por qué? Si lo frustro, es que me pide algo. Que le responda, justamente. Pero él sabe bien que no serían más que palabras. Como las que puede obtener de quien quiera. Ni siquiera es seguro que me agradecería que fuesen buenas palabras, menos aún malas. Esas palabras, no me las pide. Me pide..., por el hecho de que habla: su demanda es intransitiva, no supone ningún objeto. Por supuesto su petición se despliega en el campo de una demanda implícita, aquella por la cual está ahí: la de curarlo, revelarlo a sí mismo, hacerle conocer el psicoanálisis, hacerlo calificar como analista. Pero esa demanda, él lo sabe, puede esperar. Su demanda presente no tiene nada que ver con eso, incluso no es la suya, porque después de todo soy yo quien le ha ofrecido hablar. (El sujeto sólo es aquí transitivo). He logrado en suma lo que en el campo del comercio ordinario quisieran poder realizar tan fácilmente: con oferta, he creado demanda”(3).

El maestro francés intenta dar cuenta que el Analista cumple una función en el dispositivo, que es demandarle/ofrecerle hablar al Sujeto de aquello de lo cual no sabe. Lo inconsciente es un saber-no-sabido, pero con una particularidad: es un saber que nace entre (A)nalista y analizante. Es un saber que no lo tiene nadie. En el seminario 17 dice algo también muy interesante que agrega a esta cuestión de la demanda de análisis a la que me referí con la cita anterior: “Lo que se le pide al psicoanalista, ya lo indiqué en mi discurso la última vez, no es lo que concierne a ese sujeto supuesto saber, en el que han creído hallar el fundamento de la transferencia, entendiéndolo como es habitual de forma un poco sesgada. A menudo he insistido en que no se supone que sepamos gran cosa. El analista instaura algo que es todo lo contrario. El analista le dice al que se dispone a empezar Vamos, diga cualquier cosa, será maravilloso. Es a él a quien el analista instituye como sujeto supuesto saber. ¿Qué es lo que define al analista? Ya lo he dicho. Siempre dije - sólo que nadie entendió nada, y por otra parte es normal, no es culpa mía - que el análisis es lo que se espera de un psicoanalista; (…) que haga funcionar su saber como término de verdad. Precisamente por eso es por lo que se encierra en un medio decir. Lo dije la última vez y tendré que volver a ello, porque tiene consecuencias. Al analista, y sólo a él, se dirige esa fórmula que he comentado tan a menudo, Wo Es war, soll Ich werden. Si el analista trata de ocupar este lugar arriba a la izquierda que determina su discurso, es precisamente porque no está ahí, en absoluto, por sí mismo. Es ahí donde estaba el plus de goce, el gozar del otro, adonde yo, en tanto profiero el acto psicoanalítico, debo llegar”(4).

Demos un ejemplo clínico, para ilustrar con mayor claridad estos conceptos que venimos trabajando.

"Recuerdo el discurso de un paciente que llega a consultar, y remarco llega, porque lo hace a duras penas, diciendo que él no cree que esto de venir al analista le sirva de algo, pero al mismo tiempo reconoce no sentirse bien. Duerme mal, tiene presión arterial elevada y según su médico clínico padece estrés, diagnóstico que lo llevó a ingerir una serie de psicofármacos.  Ante esto, le pregunto entonces qué es lo que a él lo aqueja, a lo que comenta: 

No sé, estoy mal con la gente, porque la gente PIENSA de una manera, ACTÚA de otra, y DICE otra. Eso me desestabiliza, me pone muy mal. 

A lo que intervengo: ¿Al igual que Ud? 

A lo que responde sorprendido: ¿cómo dice?

Disculpe, Ud. acaba de decirlo. Repasemos. Dijo que PIENSA que el psicoanálisis no sirve para nada, pero ACTÚA de otra manera ya que está aquí en el consultorio, y DICE que en verdad hay algo que le afecta. 

¿Qué se produce? Objeto (a). Vacío de significación que determinará en el lugar de la verdad a un Sujeto tachado. (...) Verdad que retorna en la interpretación: ¿será que está mal con la gente o que le cuesta reconocerse  como parte de ella?"(5)

A esta altura ya está más que claro: la transferencia es creada por el Analista cuando instituye al paciente “diga cualquier cosa”: el Sujeto Supuesto Saber; que no es el paciente y tampoco el analista, el SsS está entre ambos. Pero la responsabilidad de la operatoria transferencial recae sobre el Analista, pues es él quien dirige la cura. Si el sujeto no sabe lo que dice al enunciar tal cosa, y es invitado por el analista a hablar de Eso, la transferencia es la creación/invención de ese saber que nadie sabe, que sorprende al irrumpir por su novedad. De aquí podemos afirmar que el Sujeto dividido -entre lo que dice y lo que sabe- no es más que un producto de la operación analítica.

Para finalizar diré que la cura psicoanalítica no es magia. Nadie se cura solamente porque hable. De hecho, la gente habla (y a veces habla ¡un montón!). El Analista también le pide al paciente que hablen. Sin embargo, su responsabilidad es escuchar -vía transferencial- el discurso del Otro que toma al Sujeto, para liberarlo –vaya paradoja- de ese sufrimiento que lo esclaviza sin que él sepa por qué.

 

Juan Pablo Moscardi

La transferencia

III-2021


Citas:

(1) http://psicocorreo.blogspot.com/2018/04/amor-de-transferencia-y-deseo-de.html

(2) J. Lacan: "El psicoanálisis. Razón de un fracaso" 15 de diciembre de 1967. Otros Escritos. Ed. Paidós.

(3) J. Lacan. "La dirección de la Cura y los principios de su poder". Escritos 2. Ed.Siglo XXI.

(4) J. Lacan. Seminario 17. "El psicoanálisis al revés". Clase 14 de enero de 1970. Ed. Paidós.

(5) Carlos Graiño. "Teoría, Clínica y Práctica en Psicoanálisis". Ed. Letra Viva. 

 ARTE: extraído del libro "El concepto de angustia" de Soren Kierkegaard.

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