Algunas Consideraciones... Psicoanalíticas
Muchas ideas psicoanalíticas venimos repitiendo desde hace decenas de años y no
nos damos cuenta no sólo lo qué estamos diciendo sino, sobre todo, por qué será
así y no de otro modo. Creo que poner en
discusión estas cuestiones, es parte de comenzar a desarticular al Autor-de-Turno
y de poder básicamente enlazarnos de otro modo con nuestras operaciones en
la praxis que sostenemos. Pero no sólo en la praxis, sino con nuestras
relaciones entre pares; es decir: que el vínculo entre colegas no se reduzca a
un simple diálogo coloquial en el muro imaginario, sino a un discurso lógico “sin
palabras”: único modo de hacer ciencia.
Varios
son los conceptos que vengo trabajando en los últimos años. Y he tenido la
fortuna de encontrarme -en los pasos de esta vida- con colegas que no sólo me
acompañan en estos debates, sino que con su afecto y amistad logramos construir
una discusión que no implique confrontación de personas, sino de ideas; ni
mucho menos resentimientos. Uno de ellos
es mi maestro Beno Paz que me ha ayudado mucho en relacionarme con la
ciencia-psicoanalítica. Vinos y mariscos mediante; nuestras charlas han girado
mucho sobre estas cuestiones del discurso-lógico. Cuestiones en donde han
surgido dudas y sorpresas: extrañezas de parte de ambos al abrir temas que parecían
cerrados a perpetuidad. Otro de los
colegas es Félix Morales quien me ha incentivado siempre a que escriba -parece
que lo escrito tiene una fuerza más contundente- de cosas que vengo repitiendo
en grupos o charlas pero que no las he pasado al papel. Y con quien también
discutimos mucho sin alterar la relación que se construye. Lo mismo me sucede con Juan Manuel Martínez con
quien creo nos respetamos y queremos y que no perdemos oportunidad de debatir las
cuestiones que siguen al pie del cañón.
Y ni hablar de quienes me honran con colocarme en lugar de plus-uno;
es decir: a mis discípulos, con quienes inevitablemente -y siempre- uno sigue
aprendiendo y cuestionándose. Es a ellos, en definitiva, a quienes nos
dirigimos los más viejos; son ellos -decidida y absolutamente- quienes
heredarán nuestras torpezas y -en el mejor de los casos- nuestros hallazgos.
Acusando
recibo de una de estas demandas afectivas; es que intento producir estas breves
líneas para ir desglosando un poco en qué andan mis ideas últimamente.
Hay una
verdad de Perogrullo q se desprende de solo observar el enlace Bruniano de tres
-más conocido como el nudo Borromeo- de Lacan: no hay uno sin el otro. Es poco entendible por qué, entonces, la
mayoría de los analistas sigue pensando lo real independientemente de lo
simbólico. Como algo que está afuera, allá, vaya a saber adónde, y que sucede
incluso sin que lo simbólico intervenga. Ejemplo: me tropecé con una piedra:
¡ahh lo real! ¿Será porque Lacan habló del tropiezo? No lo creo,
puesto que fue quien enunció que “…una curva cerrada es lo real revelado”
(Sem. IX, 30.05.62). Si bien es cierto que en el Seminario I Lacan coloca lo
real y lo imaginario al mismo nivel; y en el Seminario XIV el montaje es
diferente; lo cierto es que no solo lo real no es sin lo simbólico, y
obviamente sin el imaginario, sino que, además -como venimos sosteniendo desde
hace años- es el analista quien debe producirlo o -para no pecar de enfático-
quien lo provoca.
Siguiendo este trayecto de colegas que -algunos sin saberlo- acompañan nuestro recorrido; me he encontrado en los últimos días con una grata sorpresa. Leyendo un texto de Alfredo Eidelsztein -en realidad conferencias hechas textos- he encontrado la misma idea. Y digo con sorpresa porque no creo seamos muchos los analistas que pensamos así. De hecho, cada vez que enuncio públicamente estas cuestiones, me encuentro con caras de sorpresa; esos rostros que dicen: “este tipo está muy loco”. Por suerte parece que hay más “locos” y eso sosiega y hasta estimula. Tampoco importa quién lo dijo primero; se dijo: y de eso que se dice lo importante -creo- es que no quede olvidado.
Así
como para el análisis un Toro es al menos dos: no hay Síntoma ni inconsciente
por fuera de su Interpretación o lectura; así también (a modo de abrazo tórico)
lo real se inventa. Es la operación del analista que lo puede provocar. Por eso tampoco trabajamos con "la represión": concepto freudiano que para nuestra lectura no es más que defensa del analista.
Cito de
A. Eidelsztein, en pág 164 de la edición del 2018 de su libro “La Topología en Clínica Psicoanalítica”: "...lo real es algo que se engendra, que adviene en
función de cierta operancia de los significantes; y está operancia de los
significantes supone la conducción del análisis, es decir, es producto de una
maniobra." Maravilloso.
Hace
años también que vengo trabajando sobre está otra ecolalia que se repite: el
deseo es metonímico. Y vengo diciendo que si esto fuese así no tendría mucho
sentido nuestra praxis. No estoy afirmando que no hay resto indecible -incluso
eso sucede con la Demanda- sino que “no todo deseo es metonímico”; que hay “acto-de-deseo”
como expresa Eidelsztein; que precisamente se produce por la inmixión de
Otredad propia de la Estructura. Precisamente los toros enlazados -generatriz de
uno, directriz del otro- hacen que el análisis no sea un mero espacio donde la
infinitud cargue las tintas de un nihilismo loco que a veces no produce más que
sujetos apáticos que creen que el fin-de-análisis es no saludarse en el
ascensor. Cito de página 182: “…en la clínica lacaniana, no se establece el
deseo porque se piensa el deseo como metonímico, como indecible, y justamente “lo
neurótico” consistiría en querer decirlo.”
El abrazo-tórico implica que
entendamos al deseo vinculado al dispositivo; al igual que el Síntoma. Por eso
no es lo mismo entender el análisis como un dispositivo topológico que como un
simple lugar de consulta. Eso es lo que quiere decir Lacan cuando habla de “histerizar”
el discurso, como bien lo aclara Eidelsztein en ese texto. Si el deseo es su
Interpretación, es claro que no puede estar ligado a una cadena infinita. Cito
de página 129: “…les propongo que la dirección de la cura está orientada a
que el sujeto recupere, mediante el acto, la vía de su deseo, articulándose más
y mejor al Otro -en especial, al deseo del Otro-.” [Las negritas son
del propio autor]. Por eso tenemos que tener muy claro que la demanda necesita
al menos dos bucles significantes -tóricos- para poder construir una hipótesis
de trabajo. Como digo siempre: nadie concurre a un analista porque se quiere
divorciar. Si se quiere divorciar, se divorcia.
Mismo ejemplo da Eindelsztein: si el paciente dice “vengo porque me
quiero separar”, uno bien podría decirle: “¿y por qué no se separa?”, primera
vuelta. Con lo cual se llega a la conclusión que no viene porque se quiere
separar. El paciente ingresa al análisis con un fantasma, cierto: pero no es el
que Lacan escribe del lado izquierdo del Grafo del deseo; es precisamente el Mathema
de la pulsión que lo lleva a interrogarse y que lo angustia. En todo caso,
saldrá por el otro lado, con el otro Mathema. Cito finalmente de A.E., página
174: “…el advenimiento del sujeto de deseo es justamente aquel que es capaz
de medio-decir lo que desea…”
Esto
también nos lleva a otro de los temas que vengo desarrollando en los últimos
tiempos: el analista no sólo produce el real, sino que es el responsable de
establecer el Síntoma, es decir: cuál es la apertura de análisis que cree leer
en el trazo del paciente. La ecolalia “el analista forma parte del Síntoma” quiere
decir eso; absolutamente nada más. Sin olvidar que todo síntoma requiere de un “ritornello”
de los significantes, de la letra: estribillo -repetición- que no quiere decir
más que lo real es siempre el encuentro “con lo mismo”. El bucle tórico
-del significante- criba lo real.
Es
decir: el analista tiene toda la responsabilidad para autorizar una apertura de
análisis y colocar en el horizonte el cierre. Hay cura, hay alta
(independientemente de que el paciente se vaya cuando guste porque obviamente
nadie lo ata) y eso depende estrictamente del analista. "A lo real hay
que hacerle la contra"- expresó Lacan en La Tercera, pero
claro: primero hay que localizarlo con la lectura del trazo en las coordenadas
que soportan al Sujeto, Sujeto que no es más que un agujero en la Banda de Möebius. Ese agujero es un corte -no un tijerazo, sino un corte con un "punzón", el mismo que se escribe en el Mathema del Fantasma-. Y -por supuesto- eso depende de la operación del análisis; por eso -como también decimos- el paciente no se cura porque habla sino -en todo caso- por cómo -y qué- se le habla; es decir: por la operación que hace el analista. Es por esta misma razón que no hablamos ya de "formaciones de lo inconsciente" al estilo freudiano. No las hay simplemente porque toda la sesión se debe leer como un sueño. Y dependerá de la puntuación de ese texto que lo inconsciente, el Saber del Otro, se invente hablando, y en el cierre de las vueltas dichas.
Marcelo
A. Pérez
Algunas consideraciones...
II.XXI
Artes Visuales:
Maurits Cornelis Escher
[ Holanda, 1898/1972]