«Lo siniestro es aquello que, debiendo permanecer oculto, se ha revelado» F. Schelling



 

Hoy dos analizantes me recordaron dos cuentos...

Uno de Onetti, el cual Raúl De La Torre ha llevado al celuloide.

Otro de Lomborghini... 

Uno, "el infierno...", otro...

Sin afán de spoliarlos, les presento a modo de anzuelo los primeros recortes de ambos...

Ojalá puedan ir a sus letras, y si el amigo lector ya los conoce, ojalá sirva para recordarlos...

MAP


La primera carta, la primera fotografía, le llegó al diario entre la medianoche y el cierre. Estaba golpeando la máquina, un poco hambriento, un poco enfermo por el café y el tabaco, entregado con familiar felicidad a la marcha de la frase y a la aparición dócil de las palabras. Estaba escribiendo «Cabe destacar que los señores comisarios nada vieron de sospechoso y ni siquiera de poco común en el triunfo consagratorio de Play Boy, que supo sacar partido de la cancha de invierno, dominar como saeta en la instancia decisiva», cuando vio la mano roja y manchada de tinta de Partidarias entre su cara y la máquina ofreciéndole el sobre. —Ésta es para vos. Siempre entreveran la correspondencia. Ni una maldita citación de los clubs, después vienen a llorar, cuando se acercan las elecciones ningún espacio les parece bastante. Y ya es medianoche y decime con qué querés que llene la columna. El sobre decía su nombre, Sección Carreras, El Liberal. Lo único extraño era el par de estampillas verdes y el sello de Bahía. Terminó el artículo cuando subían del taller para reclamárselo. Estaba débil y contento, casi solo en el excesivo espacio de la redacción, pensando en la última frase: «Volvemos a afirmarlo, con la objetividad que desde hace años ponemos en todas nuestras aseveraciones. Nos debemos al público aficionado». El negro, en el fondo, revolvía sobres del archivo y la madura mujer de Sociales se quitaba lentamente los guantes en su cabina de vidrio, cuando Risso abrió descuidado el sobre. Traía una foto, tamaño postal; era una foto parda, es-casa de luz, en la que el odio y la sordidez se acrecentaban en los márgenes sombríos, formando gruesas franjas indecisas, como el relieve, como gotas de sudor rodeando una cara angustiada. Vio por sorpresa, no terminó de comprender, supo que iba a ofrecer cualquier cosa por olvidar lo que había visto.

Juan Carlos Onetti

/ Montevideo, 1909 - Madrid, 1994 /

El infierno tan temido, fragmento.


Porque la venganza llama al goce y el goce a la venganza pero no en cualquier vagina y es preferible que en ninguna. Con mi pañuelo de batista en la mano Gustavo se limpió su punta agresiva y así me devolvió rojo sangre y marrón. Mi lengua lo limpió en un segundo, hasta devolverle al paño la cara augusta, el retrato con un collar de perlas en el cuello, eh. Con un collar en el cuello. Justo ahí.

Osvaldo Lamborghini

/ Buenos Aires, 1940 - Barcelona, 1985 /

El niño proletario, fragmento.

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