Casi digo Pandemomium... / Monólogo & Firulete
Gracias Maestro Juan Trepiana
Por acercarnos este material e
Invitarnos a escucharte en este
Sólo de Piano & Monólogo
“Dos mujeres se abrazan”
[fragmentos para un monólogo]
Inspirado
en “El firulete” (milonga)
de
Rodolfo Taboada y Mariano Mores
Ayer vi dos mujeres que se abrazaban. Ayer por la calle, digo, estamos en cuarentena y es al año 2020, el mes de agosto y dos mujeres se abrazaban en una esquina... Todos íbamos por supuesto con “la tela de no hablar” y dos mujeres en la esquina se abrazaron, como digo. Una era tenía más edad, yo no sé, serían madre hija... o tía y sobrina... No sé. ¿Viste que uno empieza en esos momentos a fantasear? Y se abrazaron como si vinieran de años de desabrazo, ¡se abrazaron de verdad! Todo eso se vio raro, muy raro... yo las vi... se abrazaron y la gente, los caminantes amordazados, también las vio y, claro, ¡abrazarse no es cosa de este tiempo! La cuestión es que vi dos mujeres que se abrazaban y vi un montón de gente que me pareció... ¿Doméstico? ¿Natural? ¡qué se yo! que esa gente anduviera con “la tela de no hablar”, de hecho, yo tenía una, esa “tela de no respirar” ese “artefacto de la hipoxia”.
Había, aclaro, un montón de gente. Esto
era en el barrio de Flores, la tarde de un sábado y pensé en “el bicho”. Digamos
que no en “el raro bicho”. Pensé en el autor material de la encumbrada...
“pandemia”. Casi digo pandemomium...
Un virus ni siquiera tiene la dignidad de
una bacteria. En realidad, no se sabe nada de eso, menos lo sé yo, pero hace
muchos años me enteré que un virus ni siquiera tiene la dignidad de una
bacteria, o sea, un virus es “casi un ser vivo” y aunque no importa eso o
importa un bledo en realidad... La bacteria se parece más a una laucha que un
virus, el virus no se parece a nada: ¿es un ser vivo? ¡Qué se yo! No importa,
no lo saben ellos, menos vamos a ver nosotros que apenas podemos movernos entre
endecasílabos y corcheas y asuntos de la índole del disparate, de la lógica de
los sueños, de los sueños de verdad, los sueños de dormir y soñar, digo... No hablo
del artista que sueña, de ese modelo “romántico y tuberculoso” ... ¿Tuberculoso?
No, no... Digo el que sueña, o sea, uno tiene sueño y se acuesta a dormir y
sueña. Esos que le gustaban a Freud.
Lo de ayer no lo soñé. Estaban estas dos
mujeres y se abrazaban como si vinieran de siglos de desabrazos y un abrazo nos
pareció “ominoso”, siniestro, extraño, muy extraño, raro, muy raro... “el bicho
que te ha dicho” ...
Cuatro hijos de puta tiene que haber,
digo, detrás de esta “semivida” de esta “partícula de lógica aristotélica” disfrazada
de esfera con chupetines y de consejos necesarios “por tu bien”.
Que te ha dicho, che pebete... Qué pasó
el tiempo...
Bueno, pues pasó, porque si el abrazo es
una cosa ominosa es posible que realmente el tiempo haya pasado. Digo el tiempo
del firulete... Y desde otra lógica lo digo, ¡Desde la lógica del disparate lo
digo! y porque ¡milito el disparate! ¡No la anti-nada...! Ni siquiera estoy en
contra nada, ni demasiado favor de nadie... Porque que, como digo, milito el disparate y en la lógica del
disparate, en la maravillosa lógica dialéctica y copulativa del disparate,
donde las cosas pueden ser y no ser al mismo tiempo, pienso y repienso que debe
haber cuatro hijos de puta... Como ese hijo de puta que nombraba Julián Centeya
en aquel poema memorable, “Batimento”. Centeya se refería al que “enlazaba el
perro” parece que ese era el más hijo de puta de todos. ¡El tipo de la perrera!
Porque para él, que era poeta, lo ominoso era ver un hijo de puta enlazando un
perro para que ser amasijado... Cito textual esos dos versos:
“El hijo de puta que enlazaba al perro
Este más que todos merece el destierro.”
Hoy pareciera que el abrazo es lo ominoso... El abrazo, la palabra abrazo...
Sólo queda aclarar que la lógica del
disparate no es la del especialista en nada, no significa que quieran imponerte
el famoso panóptico, que se metan en tu almohada a ver si dormís con barbijo,
entre otras cosas, y toda esta menesunda en bucle... Cómo no va a haber gente
que se ponga en contra, que se vuelva “anti” ...
No sé... Uno se mueve entre endecasílabos
y corcheas, pero seguramente, detrás del “raro bicho que te ha dicho Che pebete”,
debe haber cuatro enormes hijos de puta.