"Después no es que la vida vaya como tú te la imaginas. Sigue su camino. Y tú el tuyo. Y no son el mismo camino. Es así… No es que yo quisiera ser feliz, eso no. Quería… salvarme, eso es, salvarme. Pero comprendí tarde por qué lado había que ir: por el lado de los deseos. Uno espera que sean otras cosas las que salven a la gente: el deber, la honestidad, ser buenos, ser justos. No, los deseos son los que nos salvan. Son lo único verdadero. Si estás con ellos, te salvarás. Pero lo comprendí demasiado tarde. Si a la vida le das tiempo, muestra extraños recovecos, inexorables: y adviertes que, llegado ese momento, no puedes desear nada sin hacerte daño."