A imagen y semejanza...


Uno -lejos de ofendido- debería sentirse alagado cuando lee o escucha enunciados propios (o recortes de obras) en boca o pluma de otros y esos otros no indican la fuente de sus verbalizaciones o copias. Pero nuestro narcisismo siempre reacciona antes y además nos manejamos con determinados códigos -académicos o de convivencia- que es lo que solemos llamar una Ética.

¿Quién no ha parafraseado o sacado ideas de aquellas personas que admira? ¿Qué artista con su pluma o su pincel, no tiene en su talento un poco de áquel o de éste? De hecho yo me siento siempre orgulloso que los colegas que se forman conmigo -tomados por la transferencia y el saber- repitan a veces cosas textuales como si pudiese haber en mí una originalidad intelectual. Lo que -particularmente- me sorprende es que muchos colegas (y suelo encontrar este pequeño movimiento en pares de otros países) reproduzcan literalmente verbalizaciones o escritos mios (o de cualquiera, claro) sin la mínima inquietud, por no decir neurosis, por no decir angustia. Sobre todo cuando en esta parroquia se habla tanto de perversiones y yerbas anexas. Bueno, después de todo, de eso se trata en un plagio: de creérsela y de que el incauto se la crea.

A este sabor amargo se suma la empiria de que los títulos y honores universitarios sirven de poco: de hecho se retroalimentan en el ámbito académico y se reproducen en el marketing de la enseñanza como conejos. La prueba nos llega desde muchos aspectos y comportamientos sociales del bicho humano.

Buscando un dato en el amistoso Google, encuentro que un tal Ernesto Iglesias, oriundo de mi país y radicado en Madrid, escribe en su Página un párrafo entero de uno de mis viejos videos sobre Pulsión. Párrafo que, por supuesto, lo digo espontáneamente y es de mi autoría y que el susodicho repite sin citar la fuente como si fuesen palabras propias, incluso dando el ejemplo del aforismo hindú que yo mismo leo en ese video.

Este señor parece que fue muy reconocido. Es decir que, a la sumatoria de su seguramente talento, se le sumaría el reconocimiento del Otro a sus cualidades intelectuales. Dice su web: “En el año 2013 fui galardonado con la Medalla de Oro al Prestigio Profesional por el Foro Europa 2001, reconocido como uno de los foros de debate más importantes de Europa. En el año 2016 los compañeros de Doctoralia, me han distinguido con el Certificado de Excelencia en base a las opiniones de los pacientes de dicho portal. El 7 de abril de 2017 la Asociación Europea de Economía y Competitividad, que preside la Ilma. Sra. Dña Myriam de la Sierra y Urquijo, me otorgó la Medalla Europea al Mérito en el Trabajo.”

Me preguntaba hasta qué punto hay honestidad intelectual en académicos o artistas que portan cucardas por doquier y después no pueden componer un miserable párrafo para ejemplificar algo tan obvio como la Pulsión, por ejemplo. Porque convengamos que ni me considero poeta ni creo haber expresado en ese viejo video -y en otros lados- nada extraordinario ni original. De hecho  -y siempre lo digo- me da mucha vergüenza escucharme o leerme; y si no elimino determinadas publicaciones es por la misma razón que sigo editando nuevas: porque me entiendo agujereado, castrado, y con muchísimas falacias. Trampas del mismo narcisismo cuando nos creemos que podemos.

Bien. No quise seguir ahondando en la Web de este caballero, donde quizás me encuentre con otras sorpresas: el lector bien puede continuar su lectura: mipsicologoenmadrid.com .
También puede tomarse la fatigosa y penosa molestia de observar el anodino -y no menos  trivial- párrafo en cuestión: mipsicologoenmadrid.com/pulsion-de-muerte/ .

No me asombra el plagio y menos en los tiempos de las redes sociales: mucha gente -muchas veces- toma textual ciertas frases de mi autoría de mi Blog sin entrecomillar nada; pero lo que nunca me deja de sorprender es que el marketing de las medallas, premios y honores no sea un poco más cauteloso a la hora de poner el moño; y un poco menos pomposo. Doctores que se rajan su vestidura ostentando falos y que, parafraseando a Borges, ni siquiera saben plagiar bien; porque hasta para mentir es necesario un poco de sutileza.

Probus, decus y virtus son raíces cercanas a honos, que quiere decir rectitud, dignidad y decencia. El sustantivo evidentemente ha sido comercializado y el honor ha pasado de la Ética al metal, o al papel colgado y enmarcado, casi sin darnos cuenta.

Marcelo A. Pérez
Plagio de Madrid a Buenos Aires
Octubre / 2018
Artes Visuales:
René Magritte
[ Bélgica, 1898 / 1967 ]
Plagio, 1940.
Óleo s/lienzo.

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