David Nasio y sus contradicciones


El señor David Nasio, que estila pasar curriculum notificando al público quienes lo supervisaron (entre ellos Lacan), hizo su aparición en la televisión argentina y volvió a demostrarnos que todo su perfil de analista que otrora tenía se lo ha olvidado -me parece- en aquellas épocas… quizás porque ya no es escuchado por estos otros colegas, quizás porque su hija se dedicó a la psicología conductual, o quizás vaya a saber por qué… no podemos saber. Lo que si sabemos es lo que enuncia.

Hay personas tan infatuadas que desconocen sus límites, y el periodista que lo entrevista le sonríe como a un Mesías que baja de una nube de intelectuales. El señor Nasio -que cayó en un cúmulo de contradicciones en su discurso- no estuvo de acuerdo con una frase de Simone de Beauveur que el periodista le cita (y que a su vez a él se la citó un filosófo) que marca en su verdad poética, la estructura narcisística del sujeto. Y por algo es que desacuerda. La frase reza: "Su muerte nos separa, la mía no nos unirá".

Lo que enuncia el señor Nasio, mientras el periodista lo mira embobado y le reafirma dichos que se alejan del marco técnico/teórico y clínico del psicoanálisis; son un conjunto de elementos que rozan con los consejos e incluso con lo antipsicoanalítico. Por ejemplo cuando verbaliza en relación a la culpa y habla de cosas tales como el “cuidado del otro”. Me parece que el señor Nasio se olvidó que todo nace y muere en el narcisismo y que culpa quiere decir imagen: es decir, lejos del cuidado del otro, cuidado de uno mismo. De la misma manera se equivoca al dar consejos del tipo puericultura (los pediatras que indican cuántas veces una madre debe darle la teta/mamadera a su hijo, por ejemplo) en donde él prescribe que una pareja para estar bien debe tener sexo a razón de 2 veces por semana… Nada nos dice de quienes tienen una vez por mes y se sienten geniales; o de parejas que tienen dos veces por día. Pero el hecho agudo y anti psicoanalítico más explicito que escuchė ayer en la entrevista, fue cuando enunció que lo sexual humano es la “parte animal” (cito textual). Me parece que el señor Nasio perdió la brújula de nuestro maestro Lacan. Y no quiero pensar que diría su amigo muerto Roberto Harari si escuchase semejante barbaridad. Ya que: primero) lo sexual no es -ni de lejos- para Freud lo genital. Segundo) justamente es todo lo contrario a lo que ocurre en los animales: es lo más humano, lo más cultural, lo mas “in-mundo que hay que soportar”. Tercero) la comparación de la actividad sexual humana (cuando se refiere exclusivamente a tener relaciones sexuales) con (la de) los animales, hace afirmar ipso facto el hecho de que el sexo es “lo bajo”, igual aberración que suponer que lo inconsciente es lo subconsciente. Freud dijo exactamente todo lo contrario. Parece desconocer que la pulsión/humana (valga el pleonasmo) y el niño /neurótico goza de un polimorfismo perverso que es el núcleo de su sexualidad y el escenario de su fantasma.  De todos modos después vuelve a contradecirse ya que dice que al sexo se llega con la ternura... entonces ¿no era lo animal, en qué quedamos? Creo que este sí es un grave discurso, porque justamente es desde donde partió Freud para traernos “la peste”: la sexualidad humana es perversa por definición y la instancia inconsciente es la que domina (con síntomas por doquier) y "el Yo no es amo en su propia casa"... Es como postular el Darwinismo y al mismo tiempo decir que el Cromagnon no desciende en última instancia del Australopithecus. O, como me decía un amigo hace poco, como querer solucionar las cosas "adultamente": término no sólo engañosamente defensivo, sino que incluso irónico: la neurosis es infantil por definición y el sujeto no puede salir de esa estructura.

Estas son las cosas que el psicoanálisis debe soportar de sus mismos colegas. Señores que siguen recibiendo títulos honoríficos en universidades. Mismas universidades cuyos docentes se jactan de que el psicoanalista no surge de un postgrado pero dirigen postgrados en psicoanálisis. Y me parece que no se toman el trabajo de aclararle a los postulantes; como una vez sí lo hizo la ex directora del postgrado en el Ameghino, que “ustedes no se reciben de analista, se llevan un titulo nada mas.”

Los alumnos se engañan si creen que eso es ser analista. Se puede entender que alguien de Latinoamérica (fascinado por lo que en Argentina representa el psicoanálisis) venga a buscar su falo para poder tener mas poder en su país, pero no se puede entender que los mismos colegas de Argentina -que van a ejercer en Argentina- piensen que una serie de títulos acumulados y colgados en una pared sea el aval de algo; máxime cuando se sabe que dar materias y apoyar el culo en una silla durante años lo puede hacer cualquier persona con un poquito de voluntad.  Gente sin análisis, sin pacientes incluso… o, lo peor, si tienen pacientes hacen desastres en sus consultorios… Me he anoticiado que uno de los analistas “de chapa” en Perú ha pedido a un psicólogo que recién empezaba a escuchar, que grabe la sesión para poder supervisarla . Lo anti psicoanalítico y anti ético. Es no entender qué es el psicoanálisis y qué es supervisar un “caso” que siempre es el “caso analista”. Y lo peor es que el nuevo colega psicólogo así lo hizo. ¡Ni hablar de las barbaridades conceptuales que se escuchan no sólo de los alumnos con postgrados (que creen que porque leyeron tres parráfos de cada uno de los veintipico de seminarios, saben Lacan) sino de los profesores de postgrados!

Las universidades entran en el mismo loop perversoide donde demandan títulos, libros editados, doctorados, para poder dar clases. Después -claro- uno escucha a estos personajes con 20 libros editados y algunos doctorados y encuentra a un tío dando consejos domésticos. Que incluso dice sin que se le mueva un pelo que ademas de psicoanalista es sexólogo: exactamente dos oficios a contravereda: el sexólogo sabe sobre la sexualidad mientras que para el psicoanálisis la sexualidad es un saber en falta. Y las universidades les pagan miles de dólares para que ellos demuestren a sus oyentes que hay que seguir invirtiendo en títulos. Ahí esta la perversión: igual que las editoriales que cobran para editar libros porque especulan con la necesidad de sostener una imagen a partir de obra escrita.

En síntesis, como enunciaba Borges: estas son nuestras piadosas imposibilidades. Y, como decíamos up supra, muchos no acusan recibo de ellas…

MAP
Agosto/18

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