Cuentos de amor - J. Tanizaki
El
hijo del tintorero había nacido en 1797 y fue uno de los últimos maestros
japoneses de la Escuela Utagawa de la técnica uyiko-e. Pero para Unokichi, el
joven protagonista del cuento que Junichiro Tanizaki escribió en 1919,
Kuniyoshi nunca hubiera podido reflejar la belleza de los pies de Fumiko del
modo que él mismo los contemplaba y los veneraba. De hecho llegó a pensar que
la verdadera obra de arte estaba en esos hermanos que hacían que las
extremidades inferiores transformaran a Fumiko no solo en el pivote
común entre él y el Señor Jubilado, sino especialmente en el reflejo mismo de
su goce.
El cuento Los
pies de Fumiko nos revela
en principio la tipología de un obsesivo que, dirigiéndose a su Maestro, le
cuenta cómo conoció a esta alma gemela con quien comparte un goce común. Pero
el relato tiene sus pinceladas poéticas porque Tanizaki sabe como contar algo
simple, incluso una vertiente que rápidamente podría tentarnos en encasillar y
rotular como una perversión, y transformarlo -sobre todo en las últimas hojas-
en un sabroso esbozo de locura y deseo irrefrenable y consumado.
El protagonista no puede dejar de pensarse extraño
frente a este goce que lo captura. Siendo de una personalidad rigurosa (a pesar
de su corta edad ya presenta todos los rasgos de carácter de la neurosis
obsesiva) le produce un fuerte ruido el hecho de apasionarse por una marca
especifica de esa mujer, y que ese atributo no sea usual para el común de los
sujetos, e incluso lo padezca con una intensidad impetuosa.
La confesión de Unokichi, su abrupto deseo que lo vive
como una cruel tortura, lo transporta a un micro cosmos donde puede hallar un
síntoma común que lo apacigüe: esa mujer que hace de la Muerte, un lugar menos
oscuro. Fumiko tiene dos sinogramas que lo atraviesan: fu, riqueza y mi, belleza. Pero Fumi se asocia fonéticamente a Fumu, que significa “pisar”, con lo cual la
protagonista del relato no sólo es la poseedora de una riqueza que la embellece
sino que en dicha riqueza se esconde la acción misma de su Ser. O: su goce
también esta implicado en la acción que despliega y eso le refleja su misma
belleza. ¿Una histérica que no puede dejar de tapar la falta del otro? ¿O una
perversa que espera la muerta del Jubilado para apropiarse de su herencia?
En esta obra de Tanizaki no se trata de meros cuentos
donde confluyen fetiches o crueldades amorosas, si se me permite el oxímoron.
Se trata, creo, de lo que el mismo autor expone en el significante mismo de la
compilación: cuentos de amor. Es decir: donde todo esta permitido si
el partenaire acepta el pacto. O, como expresaba San
Agustín: “Ama y haz lo
que quieras”- apotegma que
lejos de ser Cristiano, nos confronta al deber Kantiano donde si se cumple la
primera condición, la segunda no tiene razón de ser juzgada.
Marcelo A. Pérez
Sobre el cuento
Los pies de Fumiko
de Junichiro Tanizaki
Cuentos de amor
de J. Tanizaki
Ed. Alfaguara
Barcelona, 2016.
Artes Plásticas:
Utagawa Kuniyoshi
[ Edo, 1797 / 1861 ]