Agentes instituidos del fanatismo psicoanalítico.
El viejo constructo freudiano, releído por Lacan, sigue dando sus frutos ante el avance de modas yoicas, de biologismos, de adocenamientos y de sutiles deformaciones internas en un mundo capitalista que pretende métodos rápidos de recuperación de las piezas de sus máquinas “productivas”.
Es cierto que siempre está vigente la pregunta sobre el porqué los DSM o los CIE no han logrado encorcetar el dispositivo analítico, su rasgo unario, su resistencia contra-institucional a un discurso universitario excluyente, apotegmático. Con todo, a pesar de todo, “Eso” del psicoanálisis sigue hablando, soñando, riendo...
Resulta interesante ver cómo los “cerebristas”, los conductistas y todo el positivismo tardío y “mal aprendido” (como decían las abuelas a modo de eufemismo de “maleducados”) le da herramientas, aún más, a la vieja dialéctica “asociación libre atención flotante”. Un ejemplo ya no tan reciente de Gerard Pommier, el autor del épico “Qué es lo real?”, duplica la apuesta con otro texto emblemático: “Como las neurociencias demuestran el psicoanálisis”, ambos desarrollos muy recomendables. De todos modos, sin resistir o sin querer hacerlo – a consciencia - , el dúo Sigmund - Jacques, absorve los embates de un liberalismo obtuso, de un cientificismo funcional a un sistema de perversión mundial, de las huestes del adocenamiento productivo.
Sin embargo, cuando pareciera que el psicoanálisis, la humildad de su dispositivo y la grandeza aún inexplorada en la totalidad de su marco teórico, están garantizados por mucho tiempo, el problema es una vez más la voz interna de algunos de sus agentes instituidos, oficiantes. Fanáticos “indispuestos” a reconocer el valor de soportar la pregunta sin obturar, sin taponar la falta, sin recorrer el agujero angustiante del lenguaje: Psicoanalistas que se vuelven sordos, entonces enseñan, explican, obturan...
El resultado suele ser analizantes que, dispuestos por la transferencia y aplastados por el sistema, entregan sus piolines, aprenden, ratifican, “obedecen”: “Me dijo la psicóloga que...” “Me dijo el analista...” Ya nos recuerda Byung Chul Han que allí donde antes surgía un revolucionario, surge hoy un depresivo.
El poder otorgado en transferencia por el analizante y las propias resistencias del analista, claro está, devienen el consultorio en confesionario “a la católica”, en claustro, en clase particular de “sentido”...
Cedo la palabra a Lacan en “Posición de lo inconsciente”: - Los psicoanalistas no se aplican sino en volver a las filas de la psicología – ¡Cuánto material hay en esta cita del congreso de Bonneval en 1964!
Sólo por jugar al eclecticismo tan devaluado, contrario sensu, y escandalizar a algún religioso, me gustaría pensarlo al modo de Melanie Klein: Estos psicoanalistas, en el mejor de los casos después de haber puesto su inconsciente a disposición del dispositivo, justifican su “indisposición”, su burocratización (¡alguna vez vendrá la jubilación!) si se me permite, en el retorno a una posición depresiva y reparadora en el pecho bueno de la “madre psicología”.
¡Viva el Yo! Aunque nunca sepamos, deo gratia, de qué se trata ese “triple vasallaje” que se intenta “fortalecer” ... Por el momento el sistema parteciera prescribir que huyamos del mareo moebiano, de la atención flotante peligrosa a nuestras resistencias, volvamos al púlpito de las verdades reveladas, a inocular nuestros propios miedos en nuestros analizantes, finalmente: “a enseñar” (poner en signo).
Debería, tal vez, sólo por reivindicar la enseñanza en sí, aclararse alguna vez la diferencia de construir desde el registro simbólico después de entrar en la banda de Moebius por un lado y saliendo por el mismo; con “poner en signo” pero esto es tema de otra deriva seguramente.
Si Jean Paul Sartre habló de un enemigo afuera y un sospechoso adentro como sine qua non de un “agrupación” debiéramos tener la mirada atenta al sospechoso interno para no escucharnos dando “consejos para vivir mejor” a la hora de intervenir, construir, interpretar.
Sólo para habilitar la paradoja, un consejo final para analistas: Humildemente, trate de comprender que el sentido surgirá como síntesis, provisional necesariamente, de la dialéctica fundante asociación libre atención flotante. Un sujeto equidistante a las dos posiciones, moebiano, agalmático, esquivo.
Señores analistas: ¡Qué no os sorprenda la hiancia, pensando en un buen consejo!
Juan Trepiana
¿Neoliberalismo y psicoanálisis adocenado?
Texto Inédito. VI / 2018
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