Amor: respuesta frente al Exilio.
El sentimiento, dimensión imaginaria del afecto, llevado a su extremo se convierte en pasión. Lacan nos habla de tres pasiones: del odio, del amor y de la ignorancia. Pero el afecto no siempre se iguala a la pasión. Cuando encuentra su límite es una vía de realización del ser. En la obra de Lacan se produce un cambio en su teoría de la transferencia; en el comienzo de su enseñanza dijo a sus discípulos: "espero que ustedes borren dos palabras de su vocabulario: afecto e intelectualización". Años después, en tiempo que coincide con la acentuación del registro de lo real, en Encore Seminario de 1972-73, sitúa el amor y el odio en el centro de la experiencia. Y lo sitúa, como suele hacerlo, con un neologismo, escribe hainamoration una palabra que en castellano se traduce, aunque no tiene la misma gracia, como "odioenamoramiento".
Tenemos el sentimiento que llevado al extremo deviene pasión y el afecto que no es coincidente con el sentimiento; sentimiento que como en Dora puede decirse sólo como odio; que en cambio, en la dimensión del afecto, de lo que afecta al sujeto en el núcleo de su ser, se muestra no sólo como odio, también como amor.
¿Qué es para nosotros, analistas, esta referencia al afecto?
,Habla de eso que al ente lo afecta; afectado en el sentido de lo paciente opuesto al agente. Algo de nuestro ser se afecta ¿ante qué? ¿Qué es lo que afecta al viviente humano, a ese que con Lacan llamamos parlêtre?. En principio, bajo los dos modos paradigmáticos del amor y del odio. Lo digo con un breve relato muy conocido, al que alguna vez aludí, por algo se sostiene más de 2500 años. Alguna vez me pregunté, y seguramente ustedes: ¿por qué Caín mató a Abel?. Porque era malo, cromosómicamente malo, lo habitaba el demonio? Nos vamos a quedar diciendo solamente que Abel era bueno porque era bueno y Caín era malo porque era malo?. El relato sagrado nos dice algo más si lo leemos a la letra. Eran dos buenos muchachos, cada uno dedicado a lo suyo; como suele ocurrir entre hermanos, uno se dedica a la literatura, otro se dedica a la ciencia, reparten territorios, es lo mejor para que se cumpla lo que dice el Martín Fierro "que sean unidos"; ellos hacían eso, repartían territorios: uno la agricultura, otro la ganadería. El relato bíblico dice que cuando llega el momento de las ofrendas, Caín va a dar lo mejor de lo suyo a Dios y Dios no lo recibe. Luego es Abel el que va a dar lo mejor de lo suyo a Dios, Dios lo acepta, le agradece y lo bendice. Ubiquémonos en esos tiempos, no había conferencias en la Biblioteca Nacional, no estaba Marcel Marceau, no había adónde ir. Todo dependía de la magnanimidad de Dios, que Dios no aceptara la ofrenda de Caín, advierten dónde lo afecta: "¿qué soy si Dios rechaza mi ofrenda?". No es filosofía esta pregunta por el ser ¿Qué soy para Dios? Expulsado del amor del Otro, Otro divino ¿qué puede hacer, enfrentarlo?. Imposible para un humano, sólo le cabe llevar su odio hacia ese otro, un semejante, el que ocupa el lugar que anhela, no por capricho. Imaginen lo que era, en ese tiempo ser amado por Dios: todo.
Se trata del afecto, de aquel que intenta remediar por el amor o por el odio la situación que todos padecimos para instituirnos como sujetos: el exilio.
Cada uno de nosotros sufrió en momento instituyente, desde el inicio simbolizado en el modo en que nacemos, homólogo al que Caín sufre en relación a Dios, tiempo sin otros recursos. Un exilio que nos enfrenta al extremo desamparo. ¿Qué hacemos los humanos ante ese desamparo?: nos consolamos como podemos y uno de los modos mejores, cuando no es de los peores, es el amor.
El amor es el afecto que surge ante la presencia del otro, del otro con el cual intento un consuelo ante mi exilio.
ISIDORO VEGH
SENTIMIENTO, PASION Y AFECTO EN LA TRANSFERENCIA
Conferencia, Escuela Freudiana de Bs.As.
ARTES PLÁSTICAS:
Carlos Alonso
[ Tunuyán, Mendoza. Argentina, 1929 ]