Poema Recuperado, II
No hay suspiros
que refugien tus sigilosos ruegos.
Te
escolta el fango, el moho montuoso y el enigma.
Anhelas
el as bajo tu manga, pero ya ni siquiera tienes brazos.
Los
bolsillos no existen –en realidad: nunca existieron-.
El
trueque ha cesado ya. Y la codicia.
Putrefacto
de gusanos, de lodo y de abandono
Ya no bailas, ya no ríes, ya no sueñas.
No
necesitas competir ni dominar ni someter.
La
envidia y los celos ya no son tus cruces.
De alhajas
sólo tienes la sorda luna
Que ni
siquiera te servirá de refugio.
El
gradual olvido embestirá pausado tu tejido sedoso.
Cierto
perro –no menos triste que tu falsa sonrisa-
Vallará
con orín viciado el territorio de tu nicho.
Una
túnica de silencio apolilla tus huesos sin abrigo.
Ya no
hay espejo que refleje tu caricatura
Ni tu
ahogado llanto, ni el tenor de tu embestida.
Eres
lienzo pálido y donas el acervo que negó tu egoísmo.
(Tropo
invisible de tu traza.)
Te
corteja el sosiego y la ronca humedad.
Los
bienes que amparaste y codiciaste
Son
ahora inmortales.
Descansa
por fin para siempre:
Tu
mechón travieso no te necesita.
Y seguirá
creciendo sin embargo.
m.a.p.
tu mortaja
XII / 2017
Orig. 2011
s/p.
Artes Visuales:
Santiago Caruso
[ Quilmes, 1982 ]