Lacan. Sección Clínica 1977.
¿Qué es la clínica psicoanalítica? No es complicado. Tiene una base – Es lo que se dice en un psicoanálisis. En principio, se propone decir no importa qué, pero no en cualquier lugar –desde lo que llamaré para esta noche el divan analítico. El van tiene su valor –cuando se di-vanea, hay cosas que se vuelan. Se puede también vangloriarse, vanagloriarse de la así llamada, libertad de asociación.
¿Qué quiere decir eso, la libertad de asociación? –cuando por el contrario se especula sobre esto, que la asociación no es para nada libre. Cierto, tiene un pequeño juego, pero se cometería un error al querer extenderla hasta el hecho de que sea libre. ¿Qué quiere decir el inconsciente, sino que las asociaciones son necesarias? Lo dicho no se socia al azar. Contamos con eso, con que el di se socia – cada vez que no se disocia, lo que después de todo es concebible, pero ciertamente no es por estar disociado que está libre. Nada más necesario que el estado de disociación cuando se lo imagina
regir lo que se llama la relación al exterior.
Dije el exterior. Se quiere que este exterior sea un mundo. Ahora bien, la presuposición del mundo no está del todo fundada, el mundo está más mondado de lo que se piensa. Está cosmografiado. La palabra cosmos tiene su sentido, lo conservó, lleva su huella en diversos modos con los cuales hablamos del cosmos, se habla de cosméticos… El cosmos, es aquello que es bello. Es aquello que está hecho bello -¿cómo? en principio por lo que llamamos la razón. Pero la razón no tiene nada que hacer en el “hacer bello” que es un quehacer2 ligado a la idea de cuerpos gloriosos, aquella que se imagina del simbólico replegado sobre el imaginario. Pero es un corto-circuito. Hace falta Erwin Rhode para darse cuenta de esta especie de debilidad mental de donde nacen esas momerías. Es con eso que se hacen las momias. Prueba que esta increíble creencia de que el cuerpo dura para siempre bajo la forma del alma, está arraigada desde hace mucho tiempo.
Todo eso es muy contemporáneo de lo que llamamos el saber. Se trata del inconciente. Y eso no es brillante –hay que hacer un esfuerzo para no creer que uno es inmortal. Vean lo que radiofoné sobre ese asunto en Scilicet donde me rhodé. Entonces, hace falta clinicar. Es decir, acostarse. La clínica siempre está ligada a la cama –se va a ver a alguien acostado. Y no se encontró nada mejor que hacer acostarse a aquellos que se ofrecen al psicoanálisis, con la esperanza de sacar de ello un beneficio, el cual no está dado de antemano, hay que decirlo. Es cierto que el hombre no piensa igual acostado o de pie, esto por el hecho de que en posición acostada hace muchas cosas, el amor en particular, y el amor lo arrastra a todo tipo de declaraciones. En la posición acostada, el hombre tiene la ilusión de decir algo que sea un decir, es decir que importe en el real.
La clínica psicoanalítica consiste en el discernimiento de cosas que importan y que serán masivas a partir del momento que se haya tomado conciencia de ellas. La inconsciencia en que se está en cuanto a esas cosas que importan, no tiene nada que ver con el inconsciente, que con el tiempo creí deber designar con l’une-bévue. No basta para nada que se tenga la sospecha de su inconsciente para que éste recule –sería demasiado fácil. Eso no quiere decir que el inconsciente nos guíe bien.
Une bévue ¿necesita ser explicada? Ciertamente no. Simplemente, el psicoanálisis supone que estamos advertidos del hecho de que une bévue siempre es del orden significante. Hay une bévue cuando se equivoca de significante. Un significante pertenece siempre a un orden más complicado que el de un simple signo. No es porque un significante se escriba en signo que es menos verdadero. Por ejemplo, una flecha designando la orientación, es un signo, pero no es un significante. Al escribirse, un significante se reduce en el alcance de lo que significa. Lo que significa tiene, en efecto, casi no importa qué sentido en una lengua dada. Para medir el asunto, tomen por ejemplo el sentido de la palabra deber en francés –debe y haber, el deber entendido en el sentido de las costumbres, lo debido,… ¿Qué sentido dar a lo que Freud introdujo en su Traumdeutung, donde él tramó su inconsciente –sino que hay palabras que allí se representan como pueden?
Debo decir que, aunque se nos haya querido hacer de Freud un escritor, la Traumdeutung es excesivamente confusa. Incluso es tan confusa que no se puede decir que sea legible. Me gustaría saber si alguien la leyó de cabo a rabo. Yo, por deber, me obligué a eso. En todo caso, traducida en francés, no tiene las mismas cualidades que en alemán. En alemán, eso se sostiene, pero no vuelve sin embargo más clara la noción de inconsciente, del Unbewußte. Conocen el esquema. Al comienzo está la Wahrnehmung –es lo que sirve en alemán para designar a la percepción- y luego algo pasa, avanza, hay diferentes capas de Wahrnehmung, a continuación de lo cual está l’UBW, el inconsciente, y después, el Vorbewusst, el preconsciente, y de allí, eso pasa a la conciencia, Bewusstsein. Y bien, diré que, hasta un cierto punto, volví a poner en pie lo que dice Freud. Si hablé de “retorno a Freud”, es para que uno se convenza de hasta qué punto es cojo. Y me parece que la idea del significante explica, a pesar de todo, cómo eso marcha.
El significante no significa absolutamente nada. Es así que Saussure expresó la cosa –habló de arbitrariedad, y en efecto no hay ninguna especie de lazo entre un significante y un significado, hay solamente una suerte de sedimento, de cristalización que se hace, y que se puede calificar tanto de arbitrario como de necesario, en el sentido en que Benveniste esgrimía esta palabra.
Lo que es necesario, es que la palabra tenga un uso, y que este uso sea cristalizado, cristalizado por esa mezcla que es el nacimiento de una nueva lengua. Pasa que, no se sabe cómo, hay un cierto número de gentes que al final hacen uso de eso. ¿Qué es lo que determina el uso que se hace de una lengua? Es un hecho que hay esta cosa que, retomando un término de Freud, llamo condensación. Es curioso, la condensación deja la plaza al desplazamiento. Lo que está contiguo no elimina el resbalón, es decir la continuidad. La Traumdeutung, no es de ningún modo lo que se imagina. Se la tradujo como La ciencia de los sueños; después, una dama corrigió a Meyerson y la llamó La interpretación de los sueños. Pero, en realidad se trata de la Deutung, bedeuten no hace más que redoblar la bévue, y en efecto, en lo que concierne a la referencia, bien se sabe que la bévue es recurrente. Deuten veut dire el sentido, es eso lo que de-veut-dire. Estos jueguitos entre el francés y el alemán sirven para elasticizar el parloteo, pero el parloteo guarda toda su goma.
La lengua, cualquiera que sea, es goma de mascar. Lo inaudito es que guarde sus trucos. Se volvieron indefinibles por el hecho de que se llama a eso el lenguaje, y es lo que me permitió decir que el inconsciente está estructurado como un lenguaje. La lingüística –la ex-sistencia del significante en la lingüística– un psicoanalista no puede no tenerla en cuenta, pero ella deja escapar cómo la verdad se mantiene en lo que hace falta decir es su lugar, su lugar topológico –razón por la cual me permití hablar de toros, hace un tiempo.
Entonces, el inconsciente no es de Freud, hace falta que lo diga, es de Lacan. Eso no impide que, el campo, él, sea freudiano. El sueño difiere, différeud, de diferenciar de modo ciertamente no manifiesto, y por completo enigmático –basta con ver el trabajo que se toma Freud– entre lo que conviene llamar una demanda o un deseo. El sueño demanda cosas, pero allí otra vez, la lengua alemana no le sirve a Freud, ya que no encuentra modo para designarla sino llamándola anhelo, Wunsch, que, en resumen, está entre demanda y deseo. Para cada uno, no se sabe por qué vía, algo camina de esas primeras palabras escuchadas, que hace que cada quien tenga su inconsciente. Freud, entonces, tenía razón, pero no se puede decir que el inconsciente esté aislado verdaderamente por él, aislado como lo hago por la función que llamé del simbólico, y que está indicada en la noción de significante.
Suponer que la clínica psicoanalítica, es eso, indica una dirección a aquellos que se consagran a ella. Hace falta zanjar –el inconsciente, ¿es sí o no lo que llamé, en su momento, blablá? Es difícil negar que Freud, a lo largo y ancho de la Ciencia de los sueños, no habla más que de palabras, de palabras que se traducen. No hay más que lenguaje en esta elucubración del inconsciente. Hace lingüística sin saberlo, sin tener la menor idea. Incluso va a preguntarse si el sueño tiene una manera de expresar la negación, primero dice que no, tratándose de relaciones lógicas, y dice, después, que el sueño encuentra por lo menos un truco para designar la negación. ¿Existe el no en el sueño? Pregunta que Freud deja en suspenso, acerca de la cual, es cierto, se contradice. No basta para que lo pesquemos en eso, pero sigue siendo muy sorprendente que la clínica analítica no esté más asegurada. ¿Por qué no se le pide al psicoanalista que dé razón del modo en el que se conduce en el campo freudiano? Evidentemente, no soy muy partidario de decir esta noche que cuando se hace psicoanálisis, se sabe adonde se va. El psicoanálisis, como cualquier otra de las actividades humanas, participa incontestablemente del abuso. Se hace como si se supiera algo. Por lo tanto no es tan seguro, que la hipótesis del inconsciente tenga más peso que aquella de la existencia del lenguaje.
Esto es lo que quería decir esta noche.
Les propongo que la sección que se intitula en Vincennes “de la clínica psicoanalítica” sea una manera de interrogar al psicoanalista, de urgirlo a que dé sus razones. Que aquellos que encuentren algo que decir sobre lo que avancé esta noche, lo digan.
PREGUNTAS Y RESPUESTAS
MARCEL CZERMAK – En el papelito que usted redactó con
destino a esta Sección clínica, escribe que la clínica “es lo real en
tanto que es lo imposible de soportar”.
JACQUES LACAN – Eso escribí, y no reniego de las cosas que
escribí. Eso me arrastraría a complicaciones.
M. C. – Pero ella está igualmente presa en una dialéctica de la
palabra, y esto no es sin relación con la verdad.
J. L. – Lo más pasmante es que Freud jamás cree eso, que
cualquiera le diga la verdad. Basta con leer la Traumdeutung para
darse cuenta que jamás cree poder alcanzar la verdad. Decir que la
verdad está asociada a esas especies de nudos, a esas cadenas que
hago, precisamente explica el costado loco de esa búsqueda en la
Traumdeutung de lo que es verdaderamente la verdad. La verdad no
es sin relación con lo que llamé el real, pero es una relación débil.
La manera más clara con la que se manifiesta la verdad, es con la
mentira –no hay ningún analizante que no mienta a granel, hasta
con su buena voluntad de caer justo en los sitios que Freud
dibujó. Es por eso que la clínica psicoanalítica consiste en
reinterrogar todo lo que Freud dijo. Es así como lo entiendo, y en
mi blablá, lo pongo en práctica.
M. C. – De un lado el registro del simbólico es enumerable,
del otro lado…
J. L. – Hay un cierto número de palabras en el diccionario,
pero que no bastan para dar cuenta del uso de la lengua
M. C. – Por otro lado, el real es más bien difícilmente
enumerable. ¿Cómo la clínica puede ser entonces objeto de
una transmisión?
J.L. – De acuerdo. Una de las cosas que me faltó poner de
relieve, es que hay un campo que designé con el nombre de
goce del Otro que es a representar por lo que es, es decir
como inexistente. Lo que haría falta, es dar cuerpo –es el
caso decirlo- a este goce ausente del Otro, y hacer un
pequeño esquema, donde el imaginario estaría en
continuidad con el real. El imaginario, evidentemente,
forma parte del real, el hecho de que haya cuerpos allí
forma parte del real. Sobre el hecho de que hay la vida,
podemos enloquecidamente cogitar e incluso elucubrar –no
es peor que otras cosas, el ADN y su doble hélice- no es
menos cierto que es a partir de ese momento en que pudo
concebirse que haya cuerpos que se reproducen. Los
cuerpos, eso forma parte del real. En relación con esta
realidad del cuerpo que sueña y que no sabe hacer más que
eso, en relación con esta realidad, es decir con su
continuidad con el real, el simbólico providencialmente es
la única cosa que a este asunto da su nudo, el que, de todo
eso, hace un nudo borromeo.
JACQUES-ALAIN MILLER – ¿La clínica de las neurosis y
la clínica de las psicosis necesitan las mismas categorías, los
mismos signos? ¿Una clínica de las psicosis puede, según
usted, comenzar por una proposición como: “el significante
representa al sujeto para otro significante”, con lo que
resulta del objeto a? ¿S, a, S1, S2, esos términos son
apropiados para la clínica del psicótico?
J. L. – La paranoia, quiero decir la psicosis, es para Freud
absolutamente fundamental. La psicosis, es aquello delante
lo cual un analista, no debe recular en ningún caso.
J.-A. M. – ¿Es que acaso en la paranoia, el significante
representa al sujeto para otro significante?
J. L. – En la paranoia, el significante representa un sujeto
para otro significante.
J.-A. M. – ¿Y usted puede situar allí “fading”, objeto a…?
J. L. – Exactamente.
J.-A. M. – Esto habría que mostrarlo.
J. L. – Seguramente esto habrá que mostrarlo, es cierto,
pero no lo mostraré esta noche.
SOLANGE FALADE – ¿Qué hay que pensar del fin de
un análisis de un paranoico, si este fin es la identificación al
síntoma?
J. L. – Es muy cierto que el paranoico, no sólo se identifica
al síntoma, sino que el analista se identifica allí, igualmente.
El psicoanálisis es una práctica delirante, pero
es lo mejor que tenemos actualmente para hacer tolerable, esta
incómoda situación de ser hombre. En todo caso, es lo mejor que
encontró Freud. Y sostuvo que el psicoanalista no debe dudar
jamás en delirar.
Un participante – Usted mismo dijo un día que era psicótico.
J. L. – Sí, en fin ¡trato de serlo lo menos posible! Pero no puedo
decir que eso me sirva. Si fuera más psicótico, sería
probablemente mejor analista. Lo mejor que hizo Freud fue el
relato del Presidente Schreber. Está allí como pez en el agua.
J.-A. M. – Allí, él no estuvo al lado de una cama, tomó un texto.
J. L. – Es completamente cierto. No fue a hacer parlotear al
Presidente Schreber. No es menos cierto que él nunca está más
dichoso que con un texto.
J.-.A. M. – Todavía tengo una pregunta para hacerle, que
concierne a la práctica de la psicoterapia, de la que hablaremos en
esta Sección clínica. Recientemente usted lanzó esta fórmula sin
disimulo: “la psicoterapia conduce a lo peor”. Eso debería
implicar que uno no puede decirse al mismo tiempo “lacaniano” y
“psicoterapeuta”. ¿Me pregunto hasta qué punto se toma eso en
serio, y, a decir verdad, hasta qué punto usted toma en serio eso
que dijo?
J. L. – Dije eso con seriedad.
J.-A. M. – Las psicoterapias ¿no valen la pena?
J. L. – Es cierto, no vale la pena terapiar lo psíquico. También
Freud pensaba así. Pensaba que no hacia falta apresurarse a curar.
No se trata de sugerir, ni de convencer.
J.-A. M. – Y además, él pensaba que para el psicótico, esto, pura y
simplemente, no era posible.
J. L. – Exactamente. ¿Nadie más va a aportar su grano de sal? La
clínica psicoanalítica debe consistir no sólo en interrogar el
análisis, sino en interrogar a los analistas, a fin de que den cuenta
de aquello que su práctica tiene de azarosa, que justifique a Freud
haber existido. La clínica psicoanalítica debe ayudarnos a relativar
la experiencia freudiana. Es una elucubración de Freud. Colaboré
con ella, pero esto no es una razón para que me quede allí. Hace
falta darse cuenta de que el psicoanálisis no es una ciencia, no es
una ciencia exacta. J.-A. M. – Las psicoterapias ¿no valen la pena?
J. L. – Es cierto, no vale la pena terapiar lo psíquico. También
Freud pensaba así. Pensaba que no hacia falta apresurarse a curar.
No se trata de sugerir, ni de convencer.
J.-A. M. – Y además, él pensaba que para el psicótico, esto, pura y
simplemente, no era posible.
J. L. – Exactamente. ¿Nadie más va a aportar su grano de sal? La
clínica psicoanalítica debe consistir no sólo en interrogar el
análisis, sino en interrogar a los analistas, a fin de que den cuenta
de aquello que su práctica tiene de azarosa, que justifique a Freud
haber existido. La clínica psicoanalítica debe ayudarnos a relativar
la experiencia freudiana. Es una elucubración de Freud. Colaboré
con ella, pero esto no es una razón para que me quede allí. Hace
falta darse cuenta de que el psicoanálisis no es una ciencia, no es
una ciencia exacta.
Jacques Lacan
Apertura de la Sección Clínica
5 – 01 - 1977
∗ Versión en español: María del Carmen Melegatti, Rafael Perez.
Revisión: Raquel Capurro. Lectores: Graciela Leguizamón y Julio
Barrera Oro. Mayo 2007
* Para la fabricación de esta versión bilingüe se tomó como texto
fuente en francés: Pas-tout Lacan, www.ecole-lacanienne.net.
ARTE:
Egon Schiele
[ Austria, 1890 / 1918 ]