Sobre el Control del Analista.


Hola. Me preocupa mucho un tema que quería compartir con Usted y con los lectores de su blog. Superviso a mis pacientes desde hace años; pero noto que mi analista supervisor no me dice si los pacientes que yo les llevo pueden llegar a ser psicóticos. No con todos, pero me interesaría saber si algunos que han tenido escenas de potencial suicidio, podrían entrar en la estructura psicótica. Cuando le pregunto sobre esto, él me dice cosas como “…podría ser.” Incluso supervisé uno que estaba muy medicado –con antipsicóticos- y cuando le planteé este tema, volvió con su “…podría ser.” La verdad me deja un poco con incertidumbre pero por alguna razón sigo supervisando con él… ¿Usted qué opina al respecto? He escuchado colegas de mucha trayectoria que incluso aconsejan que podamos visualizar (escuchar) muy claramente si dentro de la misma Neurosis estamos ante un Obsesivo o una Histérica. Por eso me llama la atención que este analista que he elegido incluso se despreocupe de la Psicosis. Gracias (…) Cordiales saludos,  L. O. / Buenos Aires.



Hola. Interesante cuestión planteada aquí. Recurrente en charla con alumnos/colegas, muy preocupados por definiciones. Ya posteamos varias veces que cuando se trata del Control es sobre el analista: quien escucha -en Psicoanálisis- escucha lo que dice un Sujeto. Por tanto escuchamos al analista, no al Paciente del analista. Vamos a puntear tu correo:

1- Si estamos muy preocupados por la Estructura, es porque necesitamos un Significante. Y si necesitamos un Significante es –y en este contexto- por dos cuestiones: la primera y fundante, para tapar la Angustia; la segunda: para ratificar que estamos haciendo las cosas bien, depende de lo que nos enseñaron en la Universidad o en donde sea. En última instancia, la teoría no es más que un modo de defendernos del Mito del Fantasma y de la Castración. Es decir: de la sideración de nuestro espíritu. El problema –ergo- como bien supondrás es tuyo, no del paciente. Si argumentamos: “…pero el paciente puede estar en peligro”; caemos en un disparate imaginario que ni vos mismo vas a creer: primero, porque todos los pacientes pueden llegar a matarse (de hecho un obsesivo crónico puede hacerlo con tanta ligereza que un esquizofrénico); segundo, porque el que se encuentra en “peligro” es el YO del Analista, que por eso Controla el caso; tercero, porque hacer Estadística no es hacer Psicoanálisis.  Buscar un rótulo es hacer psicología, psicología forense, psiquiatría o incluso psicología criminalística.

2-  Estoy totalmente de acuerdo con la intervención de tu analista. (No creo que se despreocupe de la Psicosis; creo que vos estás demasiado preocupado por ella.) Y estoy totalmente en desacuerdo con los analistas que –como decís- piensan que hay que hacer un diagnóstico diferencial dentro de la Neurosis. Nunca entenderé para qué y tampoco nunca escuché a ningún analista que sepa explicar claramente para qué puede servirle eso en la clínica. He escuchado, hace decenas de años, a analistas Millerianos que invirtieron libros y clases completas en analizar si un caso se trataba de neurosis obsesiva o de psicosis: la verdad me parece que dentro del marco teórico puede ser interesante por el simple goce intelectual; pero en la clínica me parece directamente rídiculo. [Es ahí donde teoría se divorcia de praxis, sobre todo cuando se hace una rumiación onanista de algo sin justificación clara con la clínica. ] Si a ellos les sirve vaya pues, pero creo que desconocen que Histeria u Obsesión están frente a la misma cuestión con el Deseo. Tampoco creo en “el obsesivo” y “la histérica”: no pasa por la anatomía genital. Capturados por un ámbito social donde se multiplican las redes que histerizan aún más el circuito deseante, cada vez se escuchan más discursos histéricos incluso en personas que transportan rasgos obsesivos. Para la clínica –al menos para la mía- el rasgo no es más que un dato accesorio. Es como pensar que porque hay delirio, hay psicosis; o porque es inteligente no padece de una pulsión que lo toma y lo desmembrana. Rasgos por doquier; cierto. Pero eso no es lo que se analiza. Insisto: me tiene sin cuidado si es una obsesión o una histeria. Esos elementos son interesantes para el marco teórico porque pueden servir para plantearnos como se articula el sujeto con el Padre, con el Otro, con el Síntoma. Pero hilando finos, ambas “sub-neurosis” lo hacen igual porque ambas pretenden ser el falo del Otro; y en la escucha el Analista no es eso a lo que apunta cuando quiere generar una división, un corte. Es totalmente imaginario (y universitario) pensar que si el analista sabe si es una histeria u obsesión, entonces sabe cómo interpretar. Si cree saber cómo interpretar, entonces no interpreta, porque –como decía Roberto Harari- de lo único que se trata es de que el analista esté en Atención Flotante: “…todo lo demás, son consejos.”- O como decía Lacan en El Mito Individual… “Cada caso debe escucharse como si desconociéramos toda la teoría”. Personalmente creo que estar más atento al Manual que a la Escucha, es como pensar en lo Natural, en la Necesidad; y no en el Deseo/Demanda.

2- Si decís que “por algo seguís supervisando con él…” y reglón anterior hablás de la “incertidumbre”; quizás debe ser porque esa incertidumbre (¿la podríamos leer como insatisfacción?) es lo que te vuelve a llevar –histéricamente, desafiantemente- al encuentro de ese espacio de deseo. Y aquí tu analista genera y logra una doble maniobra clínica. Por eso la supervisión es en sí mismo un análisis (de control). Te lo digo con la mejor onda: estar obsesionado con la Estructura es como pensar que sublimar es mejor que coger… ¿Para quién, para qué, desde dónde? Que algo se acepte socialmente más, no es índice de que sea  mejor o peor para el Sujeto. Es como pensar que hay algo Natural en el Sujeto. Y si todo es Cultural (el hambre, el sueño, el amor, el deseo…) ¿qué sentido tendría pensar una Estructura como mejor que otra? ¿Mejor para quién? Sí, cierto: quizás para el Lazo, para una Institución, para una Familia, es más funcional una neurosis que una psicosis; pero ¿y el Sujeto?

En los Controles que escucho, a veces aparecen demandas como las tuyas; pero a veces da gusto escuchar también como los analistas pueden prescindir del rótulo y estar preocupados por otras cuestiones que hacen al dolor del sujeto y no tanto al narcisismo del analista. Incluso a la angustia de ocupar ese lugar de “incertidumbre”; ese lugar “vacío” que Lacan escribió en su matema como Discurso del Analista, y que no por nada el lugar del agente lo ocupa el (a).  Cuando Lacan escribe (a) en el lugar del agente quiere decir: “Usted, señor analista, debe ser objeto vacío – castrado como Sujeto- que pueda comandar desde ese lugar la división del analizante.” Por ejemplo, controlando hace días un caso de un colega que atiende en Brasil (que tiene una paciente en entrevista que manifiesta escuchar voces); este colega nunca manifestó si podría ser psicótica o neurótica. Lo que plantea en su supervisión es su real fantasmático que el analista debería escuchar en función de lo que cuenta del Caso. El primer episodio de “escuchar voces” de su paciente, fue  inmediatamente después que su Padre la llama desde el hospital y le dice que va a “desconectarse” los cables para dejarse morir. Escuchando a mi colega, que manifiesta que su paciente no quiere comprometerse a dos sesiones por semana, no quiere tomar medicación psiquiátrica, y otros “no quiere”; señalizo que ella también quiere desconectarse del lazo que implica Ley y que de algún modo busca Otro/Analista donde anclar su goce. Por eso se trata más de entender desde donde queda la paciente identificada (pegada a ser objeto del goce del Otro) más que de su Estructura. Por eso lo que le devuelvo (más allá de señalizaciones del caso) es algo que comprometa su función y la operación transferencial: la paciente podría estar queriendo repetir con él lo que el Padre hizo con ella. Esto es mucho más relevante que si identificamos una Psicosis o una Neurosis que –por otro lado- ¿para qué me serviría? ¿Garantizaría eso algo? (El Otro está barrado, recordemos de paso…)

Otro ejemplo donde el Analista se involucra en su Control: es un colega que trae un caso de un hombre que quiere ser mujer. Entra a los chats con voz femenina, busca “hombres que sean normales” (es decir, según su fantasma: que “no sean gays”) y por tanto él deberá operarse lentamente todos los fenotipos masculinos, para poder ser también alguien “normal”. Comienza por las tetas; después operación de rostro, y va por más: quiere llegar a la vaginoplastía. Más allá de todo el interesante discurso que se despliega en cada Control –se viene haciende desde hace año y medio-; en uno de los últimos se le recuerda al analista que está funcionando como Habilitador para que ese nuevo-goce se efectúe. Y que si bien pudo haber sido una “buena movida” habilitar algo en el orden del deseo; el analista no debe responder taxativamente a la cuestión final de la operación. De hecho su paciente está solo/a y manifiesta que su analista es “lo único que tiene en este mundo”. Lo que el paciente no sabe que también tiene aún un pene entre las piernas (aunque se haya cambiado de nombre; y aún aunque se opere) y que lo que él llama “ser normal” es algo que no lo será nunca; puesto que su verdadero Síntoma es su Homosexualidad no aceptada, queriendo ser re-configurada con un real orgánico quirúrgico. La posición del analista aquí se ve claramente comprometida; y –referido al tema que hablabas en tu correo- también él debe bancarse la incertidumbre. Nada garantiza que siendo “mujer”, “heterosexual”, “homosexual” u “hombre” vaya a dejar de sufrir. Uno como analista está muy tentado  de ser el falo (el horror al Acto es justamente no poder ser objeto, castrado) y por tanto responder a la Demanda. A veces –caso por caso- es necesario habilitar; otras veces hay que estar atento en no caer en la tentación. Acá hay –como siempre- una cuestión imaginaria: no sólo de fantasía de Paraíso; sino de rectificación de imagen, de culpa y de demanda del Otro.   Cordiales saludos, MAP.

Artes Visuales:
Erik Johansson
[ Suecia, 1985 ]

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